La película de 1973 El exorcista está considerada la más aterradora de la historia y la mejor en el género de horror de todos los tiempos. A través de escenas absolutamente memorables y terroríficas, describe el ritual del exorcismo creado según las creencias católicas romanas. Un procedimiento realizado por un sacerdote que actúa como catalizador espiritual encargado de expulsar la presencia maligna. La versión hollywoodense se basa supuestamente en un exorcismo real que se realizó a un niño de Maryland en el año 1949. Pero este evento no fue único, sino que se sigue realizando en todo el mundo hasta el día de hoy, aunque bajo la absoluta discreción de la Iglesia. Este cuidado por evitar la difusión de los casos ha mantenido a esta actividad más o menos lejos del dominio público.

Pese a que el concepto popular de exorcismo deriva más bien de la interpretación cinematográfica, existe toda una serie de elementos, definiciones, procedimientos y protocolos estrictamente diseñados desde hace siglos. Un método que prácticamente no ha sufrido modificaciones hasta los años 90 y que solo algunos miembros de la Iglesia pueden realizar.

El concepto de exorcismo según la Iglesia

La Enciclopedia Católica define el exorcismo como el acto de expulsar demonios de personas, lugares o cosas que se cree que están poseídos por ellos y pueden convertirse en instrumentos para usos diabólicos.

Hay varios tipos de exorcismo en la Iglesia Católica Romana:

  • El exorcismo bautismal: Bendecir a un bebé antes del bautismo para limpiarlo del mal resultante del pecado original.
  • Exorcismo simple: Bendecir un lugar o cosa para librarlo de la influencia maligna.
  • El exorcismo formal: En este caso, el sacerdote especialista trata de liberar a un ser humano poseído. La visión de la Iglesia con respecto a un exorcismo incluye los siguientes elementos:
    • Hablar o comprender idiomas muertos con los que la persona nunca ha tenido contacto.
    • Conocer y revelar información a la que la persona no ha podido tener acceso posible.
    • Fuerza más allá de la composición física natural de la persona.
    • Una violenta aversión a Dios, la Virgen María, la cruz y otras imágenes de la fe católica, entre otros.

El proceso de investigación

Cuando alguien informa a la Iglesia de un posible caso de posesión, comienza una investigación muy profunda y precisa. Normalmente se remiten los casos de este tipo a las archidiócesis locales que fungen como un filtro y se inicia un proceso de pesquisa alrededor del damnificado y sus familiares. En la mayoría de los casos se determina que no son víctimas de posesión y que no se requiere un exorcismo formal. Pero eso no significa que las personas no estén siendo afligidas u oprimidas de diversas formas por presencias demoníacas. La opresión demoníaca es mucho menos grave que la posesión a gran escala y, por lo general, puede tratarse con lo que se llama una simple oración de liberación.

Los sacerdotes suelen consultar a un psiquiatra en su investigación para diagnosticar si los síntomas de la persona «poseída» pueden explicarse con características de alguna enfermedad mental. Según expertos en el tema, hay alrededor de una docena de psiquiatras en los Estados Unidos que evalúan sujetos potencialmente poseídos para la Iglesia Católica. El sujeto se somete, además, a un examen médico para averiguar si sus dolencias pueden atribuirse a un trastorno físico o enfermedad. El sacerdote puede consultar a un experto en lo paranormal aprobado por la Iglesia para obtener información adicional. Una posibilidad que se debe considerar es el viejo fraude eclesiástico con afán de llamar la atención o simplemente buscar fama.

Si el sacerdote está convencido de la validez de la posesión y que un exorcismo es la forma adecuada de ayudar a la persona, informará a su supervisor, en la mayoría de los casos, el obispo diocesano. La Iglesia puede decidir entonces ejecutar un exorcismo oficial y nombrar a un exorcista profesional para ello.

Escena de la película El exorcista de 1973
Escena de la película El exorcista de 1973
Fuente de la imagen: Warner Bros.

La figura del exorcista

Si la Iglesia decide que hay una persona verdaderamente poseída, busca un exorcista experto y disponible que atienda el caso, pudiendo ser el mismo que realizó la investigación. Estas labores no son ni mucho menos comunes entre los sacerdotes, hay un número muy reducido de religiosos cualificados para realizarlas.

Las cifras oficiales son difíciles de obtener, pero según fuentes locales de Estados Unidos se  informó que en 1996 la Iglesia Católica nombró a 10 sacerdotes exorcistas en el país. Lo que eleva el número total a 11. Se estima que en todo el mundo hay entre 150 y 300 exorcistas certificados, mientras que otros informes afirman que son de 300 a 400. Aunque es poco frecuente, hay sacerdotes que no son exorcistas oficiales pero afirman tener permiso de su obispo local para realizar exorcismos a su discreción.

Tradicionalmente, los exorcistas católicos reciben muy poca capacitación específica para ayudarlos en su trabajo. Si bien aprenden mucho sobre los riesgos y las manifestaciones del mal, este acto en sí no es un área de estudio especializada en el seminario. Lo que saben, lo conocen por su experiencia personal en el papel de sacerdote y por el rito católico-romano de exorcismo, que es el documento oficial en donde se detallan las oraciones y pasos a seguir durante el procedimiento.

Sin embargo, las cosas están empezando a cambiar. Los exorcistas oficiales de la Iglesia Católica formaron su propia organización en 1992. La Asociación Internacional de Exorcistas celebra reuniones 2 veces al año en Roma y envía un boletín trimestral a sus miembros. En esta circular, los exorcistas comparten casos particularmente difíciles o interesantes e intercambian consejos del oficio. Además, en el año 2005, la Academia Pontificia Regina Apostolorum de Roma comenzó a ofrecer una clase sobre exorcismo.

Escena de la película El exorcismo de Emily Rose
Escena de la película El exorcismo de Emily Rose
Fuente de la imagen: Screen Gems

El rito oficial del exorcismo

En enero de 1999, el Vaticano emitió un rito de exorcismo aprobado para su uso por sacerdotes católicos. Las instrucciones para realizar el procedimiento comprenden una sola sección en el Ritual Romano o Rituale Romanum. Uno de los libros que describen los ritos oficiales de la Iglesia Católica Romana. Antes de 1999, la versión que se usaba era el Rito Oficial de Exorcismo de 1614.

Para realizar el acto, el exorcista se viste con su sobrepelliz y estola púrpura. El ritual consiste principalmente en una serie de oraciones, declaraciones y apelaciones. Estas palabras están vagamente bifurcadas, por un lado el sacerdote implora a Dios que libere al sujeto del diablo y, por otro, exige en nombre de Dios que el diablo abandone el cuerpo del súbdito.

Además de estas recitaciones, el sacerdote realiza ciertas acciones en momentos particulares durante el rito, rocía agua bendita a los presentes, pone las manos sobre el sujeto, hace la señal de la cruz tanto sobre él como sobre el sujeto y toca al sujeto con una reliquia católica, generalmente un objeto asociado con un santo. A partir de ese momento todo se desenvuelve en las siguientes etapas, hasta lograr deshacerse de la presencia:

  • Simulación: El ente miente y oculta su verdadera identidad.
  • Punto de quiebre: El ente se revela.
  • Choque: El exorcista y la presencia luchan por el alma del poseído.
  • Expulsión: Si el exorcista gana la batalla, el ser abandona el cuerpo de la persona.

Psicología contra religión

Donde una persona ve la posesión y quiere usar el rito de exorcismo, otra ve una enfermedad mental y quiere tratar al paciente de la manera tradicional. Este es probablemente el mayor debate en torno a esta práctica, ya que puede haber explicaciones terrenales que la Iglesia considera evidencia de posesión diabólica.

Varios trastornos psicológicos pueden producir los efectos que se observan en las personas poseídas. La epilepsia puede desencadenar convulsiones. El síndrome de Tourette causa movimientos involuntarios y arrebatos vocales. La esquizofrenia implica alucinaciones auditivas y visuales, paranoia, delirios e incluso comportamiento violento. Otros problemas psicológicos como la baja autoestima y el narcisismo pueden hacer que una persona finja una posesión para llamar la atención.

En caso de que el sujeto sufra una enfermedad mental, la Iglesia puede, de hecho, empeorar la situación al etiquetar a la persona como poseída si esto le impide buscar el tratamiento médico que necesita. De cualquier manera, esto queda a interpretación y creencia de cada individuo.

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