En el año 1977, una familia que vivía en una pequeña casa en Enfield, un tranquilo suburbio de Londres, sufrió una serie de violentos fenómenos paranormales que duraron todo un año. Levitaciones, objetos en movimiento, muebles volcados y voces canalizadas, presenciadas por más de 30 personas, entre ellos vecinos, periodistas y policías. La historia del poltergeist de Enfield es uno de esos relatos oscuros, donde la realidad es mucho peor que la ficción.

Peggy Hodgson, de 47 años, vivía en el 284 de Green Street, Enfield. Residía allí con sus cuatro hijos, Margaret de 13 años, Janet de 12, Billy de 7 y John de 11, que rara vez estaba en casa, ya que se alojaba en la escuela y regresaba solo por vacaciones. La matriarca era una mujer divorciada de carácter fuerte, pero con una personalidad bastante tranquila. Se dedicaba a trabajar de tiempo completo para soportar la difícil situación económica en la que se encontraba su familia.  

La familia Hodgson
La familia Hodgson

El inicio de los acontecimientos

El 31 de agosto del 77, alrededor de las 9:30 p.m., Janet y John estaban en la cama cuando escucharon el sonido de unos pies siendo arrastrados. La Sra. Hodgson entró a la habitación para advertirles que dejaran de hacer ruido. Peggy estaba algo cansada de que jugasen por la noche, en lugar de dormir.

Janet se quejó de que era la silla de su cuarto la que estaba haciendo el ruido y, un poco irritada ante la réplica, Peggy la retiró y la llevó al piso de abajo. Al regresar a la habitación de los niños, apagó la luz y el mismo sonido comenzó de nuevo. Volvió a encender la luz y se detuvo de inmediato. Los niños estaban en sus camas, aparentemente quietos. Apagó la luz una vez más, y una vez más, se pudo escuchar ese ruido desagradable. Para Peggy, sonaba como si alguien caminase por el suelo en pantuflas.

Luego vinieron los golpes. Mientras escuchaban el ruido atentos, una cómoda junto a la puerta se deslizó 45 centímetros de su posición inicial. Ante ello, se quedaron sorprendidos, pasmados y en silencio, mirando el mueble. Peggy la empujó contra la pared para acomodarla y, de nuevo, se deslizó. Trató de empujarla otra vez hacia el muro, pero ya no se movía, como si algo la detuviese ahí. Presa del pánico, sacó a los niños de la casa y los llevó con sus vecinos.

El testimonio de la policía

Los Nottingham eran amigos cercanos de los Hodgson. Al escuchar los acontecimientos descartaron naturalmente la historia, pero acordaron ir en persona para verificar los hechos y tratar de captar algo. Los golpes continuaron y, esta vez, los Nottingham también los escucharon. Ante el asombro y, siendo ya varios testigos, llamaron a la policía para analizar públicamente lo que estaba pasando. Los agentes dieron parte de su investigación en una de las declaraciones oficiales más sorprendentes y llamativas del registro paranormal, detallando su visita a la casa de la siguiente manera:

“El jueves 1 de septiembre de 1977, aproximadamente a la 1 de la madrugada, estaba de servicio en mi calidad de mujer policía. Cuando recibí un mensaje de radio al 284, Green St, Enfield, fui a esta dirección donde encontré a varias personas de pie en la sala de estar.

El ocupante de esta casa me dijo que habían estado sucediendo cosas extrañas durante las últimas noches y que creían que la casa estaba embrujada. Yo, y otro compañero, entramos en la sala de estar de la casa y el ocupante apagó las luces. Casi de inmediato escuché el sonido de golpes en la pared que da a la casa del vecino de al lado. Hubo cuatro golpes distintos en la pared y luego silencio. Aproximadamente dos minutos después escuché más golpes, pero esta vez provenían de una pared diferente, nuevamente fue un patrón distintivo de cuatro golpes. Mi compañero y los vecinos revisaron las paredes, el ático y las tuberías, pero no encontraron nada que explicara los golpes.

Posteriormente fueron a la cocina a revisar las tuberías del refrigerador, etc., dejándonos a la familia y a mí en la sala. Las luces de la sala se apagaron de nuevo y en pocos minutos el hijo mayor señaló una silla que estaba junto al sofá. Miré la silla y noté que se tambaleaba ligeramente de un lado a otro. Luego vi que la silla se deslizaba por el suelo hacia la pared de la cocina. Se movió aproximadamente 1 metro y luego se detuvo.

En ningún momento pareció dejar el suelo. Revisé la silla, pero no pude encontrar nada que explicara cómo se había movido. Las luces se volvieron a encender. No pasó nada más esa noche».

Imagen de los policías dando parte de los acontecimientos
Imagen de los policías dando parte de los acontecimientos

Septiembre de 1977 en la casa Enfield

Durante los días siguientes, comenzaron a ver cómo algo arrojaba piezas de Lego y vidrio espontáneamente por todas las zonas de la casa. Esto sucedía ante los ojos de las dos familias. El señor Nottingham, al recoger una de estas piezas del suelo, notó que estaba muy caliente, a una temperatura totalmente anormal. El 4 de septiembre y sin saber a quién acudir, la Sra. Nottingham llamó al periódico Daily Mirror, con la esperanza de obtener ayuda de la prensa gracias al milagro de la difusión.

El periodista Douglas Bence y el fotógrafo Graham Morris visitaron la casa al día siguiente. Presenciaron los juguetes volando, uno de ellos golpeó a Morris en la frente y lo que aparentemente le causó un pequeño hematoma leve, le duró varios días.

Regresaron a la redacción convencidos de que sí había una historia en la casa. Esto llamó la atención del famoso reportero George Fallows y el fotógrafo David Thorpe, que visitaron el lugar el día 7. Fallows simpatizó con la Sra. Hodgson y, al presenciar ciertos eventos por su cuenta, se comunicó con la Sociedad para la Investigación Psíquica en nombre de la familia.

La intervención de la Sociedad para la Investigación Psíquica

La Sociedad para la Investigación Psíquica es uno de los organismos de investigación paranormal más antiguos del mundo.

Establecida en Londres en 1882 por un grupo de científicos, filósofos y otros académicos, fue la primera organización en examinar fenómenos psíquicos y paranormales. Su misión es abordar estos problemas sin prejuicios y con ojo critico, basándose en la investigación exacta.

Se ha mantenido hasta hoy como uno de los organismos de estudio paranormal más legítimos y aún financia varios trabajos de esta índole en todo el mundo. En 1977, la sociedad tenía un nuevo miembro, Maurice Grosse, quien estaba ansioso por embarcarse en su primera investigación y pronto tendría su oportunidad en Enfield.

Octubre de 1977

En el mes de octubre, los fenómenos habían continuado durante algunas semanas. Sofás, cubiertos, jarrones…, y cualquier objeto que no estuviera anclado en el suelo se convertía en arma arrojadiza, interrumpiendo con violencia toda tranquilidad en la casa.

Aunque Grosse ya estaba convencido en este punto, muchos miembros de la sociedad se mantenían escépticos. Algunos incluso pensaban que eran simples juegos de las chicas, tratando de llamar la atención. En los años posteriores a los eventos, Janet desmintió esa teoría por completo, comentando que ninguno de los sucesos había sido un engaño. De hecho, Morris Grosse constató lo mismo, alegando que situaciones tan complejas no podrían ser elaboradas o reproducidas por nadie.

Maurice Grosse sujetando a Janet en uno de los supuestos incidentes
Maurice Grosse sujetando a Janet en uno de los supuestos incidentes

Noviembre de 1977 en la casa Enfield

En noviembre, Maurice Grosse había notado que los golpes en la casa parecían volverse inteligentes y decidió realizar algunas pruebas. Comenzó pidiendo a la entidad que golpeara una vez para referirse a «no», dos veces para referirse a «sí». Al cuestionar si el sujeto estaba muerto, golpeó 53 veces.

A medida que el mes iba pasando, el comportamiento de Janet se volvía cada vez más errático y, en ocasiones, se sentía muy inquieta. Nunca se llegó a utilizar la palabra «poseída», pero Maurice Grosse sugirió en algunas ocasiones que la niña parecía estarlo.

En la noche del 26 de noviembre, un médico tuvo que ser llamado a la casa debido al comportamiento salvaje de la niña y tuvieron que inyectarle 10 mg de Valium. Esto fue suficiente para dormirla, sin embargo, media hora después, los investigadores escucharon un fuerte estruendo proveniente del piso de arriba. Al ver lo que había pasado, encontraron a Janet encima de un tocador, todavía dormida, arrodillada frente a un amplio radio reloj.

Como parte de la investigación, se instalaron cámaras en toda la casa que podían operarse de forma remota y tomar ráfagas de fotos cada 4 segundos. Las imágenes documentadas mostraron varios sucesos extraños. El primero de ellos era una almohada que parecía levitar sin que nadie la sostuviese. El segundo, era una cortina girando por sí sola, aunque no había ventanas abiertas. No obstante, las fotos más extremas eran aparentemente protagonizadas por la propia Janet, donde se la ve flotando en el aire y siendo arrojada desde su cama. La niña describió los eventos de la siguiente manera:

«La levitación dio bastante miedo, no tenía idea dónde iba a aterrizar. Recuerdo que a medio vuelo una cortina se enrolló alrededor de mi cuello, estaba gritando, pensé que iba a morir».

Fotografía de Janet durante uno de los supuestos fenómenos
Fotografía de Janet durante uno de los supuestos fenómenos

Diciembre de 1977

El 10 de diciembre de 1977, la actividad de la entidad incrementó aún más, esta vez llegando a manifestar una siniestra voz. Janet comenzó a emitir un sonido ronco, un tipo de gruñido que iba acompañado de tenues silbidos.

Los investigadores teorizaron que si podía gruñir y silbar a la vez, tal vez habría la posibilidad de que hablara. A raíz de un interrogatorio, gradualmente fue desarrollando una voz, un sonido gutural bajo con el que los expertos mantendrían varias conversaciones durante los próximos meses. Janet lo describió como si alguien estuviera detrás de ella, literalmente, poniendo su mano en su cuello.

Los investigadores registraron las entrevistas con esta voz y, en una grabación crucial, el ente se refiere a sí mismo como un hombre con el nombre de Bill.

El anterior dueño de la casa de Enfield

Algunos meses después, Grosse fue contactado por un hombre llamado Terry Wilkins que decía ser hijo de quien había vivido en la casa de los Hodgson antes que la familia. El hombre confirmó que su padre había muerto de una hemorragia, mientras estaba sentado en su silla favorita, en el primer piso. El nombre de su padre era Bill.

Con esta información, los investigadores realizaron más tarde un nuevo experimento. Llenaron de agua la boca de Janet, cubriéndola con cinta adhesiva. Después de esto, trataron de comunicarse con ella. Pese a la dificultad, la voz ronca seguía hablando, un fenómeno no imposible pero muy complicado que requiere cierta práctica de hacerlo a voluntad.

Habitualmente, la voz sale por la laringe al hablar. Si una persona habla usando sus cuerdas vocales falsas durante un tiempo, lo que se creía que hacía Janet, terminaría sufriendo un dolor de garganta extremo, con riesgos de lesionarse. Sin embargo, Janet hablaba de esta manera durante horas y horas, sin sufrir ningún efecto adverso.

El final de los acontecimientos de la residencia Enfield

Los fenómenos extraños continuaron hasta que, en julio de 1978, Janet fue admitida en el Hospital Maudsly para someterse a extensas pruebas psiquiátricas.

Dos meses después, se verificó su salud mental sin signos de síndrome de Tourette, epilepsia o cualquier otra enfermedad que pudiera explicar todo lo sucedido. A su regreso a casa, los disturbios parecieron calmarse. Casi tan rápido como habían iniciado, finalmente cesaron.

Hoy, más de 40 años después, el caso Enfield sigue siendo el expendiente paranormal más famoso de Gran Bretaña y, aunque ha recibido numerosas críticas y controversias, nunca ha sido completamente desacreditado.

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