En 1977 la NASA lanzó dos naves espaciales, la Voyager 1 y la Voyager 2, en un gran recorrido por el Sistema Solar adentrándose en los misterios del espacio interestelar. Acompañando a cada una de estas sondas, hay un hermoso registro dorado que contiene un mensaje para cualquier inteligencia extraterrestre que pueda encontrarlo, tal vez miles de millones de años a partir de ahora. Este artefacto de oro, oficialmente llamado el Registro interestelar Voyager, puede ser el último vestigio de nuestra civilización después de que nos hayamos ido para siempre.

El contenido del disco dorado del Voyager

El disco dorado cuenta la historia de nuestro planeta expresada con sonidos, imágenes y ciencia. La mejor música de la Tierra a través de miles de pueblos y épocas, desde Bach y Beethoven hasta Blind Willie Johnson y el fantástico Chuck Berry, la percusión de Benin o las flautas de la isla Solomon.

Incluye sonidos de la naturaleza (pájaros, un tren, el llanto de un bebé, un beso), que se agrupan al unisono en un increíble poema de audio llamado Sonidos de la Tierra. Hay saludos hablados en docenas de idiomas humanos, lenguaje de ballenas, y más de 100 imágenes codificadas analogicamente, que representan quiénes y qué somos.

Explicación del disco dorado

El astrónomo y educador científico Carl Sagan fue el lider en el Comité de Registro Interestelar Voyager que creó este objeto, que es tanto un esfuerzo científico inspirado, como una pieza convincente de arte conceptual. El astrónomo Frank Drake, padre de la búsqueda científica de Inteligencia Extraterrestre (SETI), fue el director técnico del proyecto. El escritor y novelista Ann Druyan fue el director creativo. El periodista científico y autor Timothy Ferris produjo el disco. El artista espacial Jon Lomberg fue el diseñador y, por último, la artista Linda Salzman Sagan organizó los saludos.

Como objeto y diseño, representa una visión profunda sobre nuestra comunicación, cultura, esencia y el origen de nuestra especie. En el ámbito de la ciencia, plantea preguntas fundamentales sobre quiénes somos y nuestro lugar en el universo.

En la intersección de esas tres perspectivas, el registro de Voyager es un testimonio del potencial de la ciencia y el arte para encender el sentido de curiosidad y asombro de la humanidad.

Ubicación actual de los discos

La nave Voyager 1 ingresó al espacio interestelar en 2012. Al momento de escribir este artículo, está a casi 21 mil millones de kilómetros de la Tierra. Acelerando a 17 kilómetros por segundo, tomará otros 40,000 años antes de que la nave espacial pase dentro de la luz de una estrella en la constelación Camelopardalis.

Al mismo tiempo, la nave Voyager 2, un poco más lenta, se encuentra en el borde más externo de nuestro sistema solar, donde el viento de plasma del Sol sopla contra el polvo y el gas cósmico. Pronto también se aventurará en el espacio interestelar.

Es posible que nunca lleguemos a saber si alguna civilización extraterrestre recibió el mensaje y tenga en su poder el disco de oro. Al final, es un regalo de la humanidad para el cosmos, pero también es un regalo para la humanidad misma. El registro encarna un sentido de posibilidad y esperanza y es tan relevante ahora como lo fue en 1977. Quizás hoy aún más.

El Voyager Interstellar Record es un recordatorio de lo que podemos lograr cuando estamos en nuestro mejor momento y que nuestro futuro realmente depende de todos nosotros.

COMPARTIR: