Nagoro es un pueblo ubicado en los valles de Shikoku, Japón, que se ido contrayendo lentamente con los años, casi al punto de desaparecer del mapa. Caminar en sus peculiares calles puede hacer que cualquiera se cuestione la realidad hasta caer en un estado de alarma inmediata. Sus habitantes abandonaron el pueblo en busca de empleo o murieron en diversas condiciones, dejando al poblado con solo 35 personas. Hace 16 años, una de sus residentes más longevas, Tsukimi Ayano, se enfrentó a una crisis de soledad abrumadora que la llevó reemplazar a sus antiguos vecinos con figuras de trapo de tamaño real. Hoy en día, cerca de 350 personajes inanimados llenan el paisaje y los espacios vacíos del lugar. Cada muñeco es único en estilo, cara, vestimenta y hasta la tarea que realiza. Y se dice que por las noches la actividad allí empieza a incrementar, escuchándose en la oscuridad al pueblo con vida.

Salón de clases de Nagoro
Salón de clases de Nagoro
Fuente de la imagen: New York Times

La ciudad ganó prominencia hace unos años. Mientras unas personan buscaban ciudades japonesas poco conocidas en los mapas de Google, encontraron a Nagoro y a los muñecos esparcidos por las fotos de Street View. Este hallazgo dio pie a numerosas publicaciones en internet mencionando al poblado dentro de los lugares más aterradores del mundo. El pueblo se hizo viral y, debido a la curiosidad, muchas personas han organizado visitas para averiguar el porqué de su naturaleza tan extraña. 

La elaboración de los muñecos de Nagoro

El proyecto de los muñecos comenzó en el 2005 cuando Ayano Tsukimi creó un espantapájaros vestido con la ropa de su padre. Un trabajador que lo vio pensó que era él realmente, lo saludó y se acercó a platicar con él. Cuando estaba suficientemente cerca se dio cuenta de que solo era un muñeco sin vida. Algo que motivó a Ayano, que observaba todo a lo lejos. Desde aquel momento, la anciana comenzó su nuevo propósito, reemplazar a sus antiguos vecinos con figuras de trapo.

Una casa del pueblo
Una casa del pueblo
Fuente de la imagen: CGTN

Durante 16 años Ayano no dejó de crear muñecos de tamaño natural hasta el día de hoy. Los hace con palos de madera, periódicos de relleno, tejidos elásticos para la piel y lana para el pelo. Solo necesita tres días para hacer cada figura y lo más complicado es colocarla en un lugar concreto del pueblo para darle una identidad y una tarea.

Actualmente, pueden verse alrededor de 350 personajes distribuidos por todo el pueblo. Algunas personas afirmaron verlos moverse o desplazarse de la noche a la mañana. Ayano no tenía idea del furor que su actividad recreativa iba a traer. Pero desde entonces, el turismo en Nagoro creció considerablemente. Ella espera que esta moda traiga vida real al pueblo y así recuperar un poco de lo que era antes. De cualquier manera, seguirá creando más personajes para que las voces de los recuerdos suenen cada vez más fuerte en la oscuridad

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