En la mitología griega, el Titán Prometeo tenía fama entre los Dioses de ser astuto y tramposo. Pero para la raza humana fue un salvador, arriesgó absolutamente todo para darnos el don del fuego y la habilidad de trabajar el metal.

Este acto, celebrado por los mortales, fue cruelmente castigado por el Dios de todos los Dioses, Zeus. La acción le ganó una condena terrible, que consistía en que todos los días un águila devorase sus organos internos, soportando este sufrimiento encadenado a una roca por toda la eternidad. 

Vasija con la imagen del águila devorando a Prometeo
Vasija con la imagen del águila devorando a Prometeo

Los antecedentes de la historia de Prometeo

Prometeo fue uno de los líderes de la batalla entre Titanes y Dioses olímpicos, encabezados por Zeus, para la obtención del control de los cielos. Una lucha continua que se dice que duró diez años. Prometeo, sin embargo, en la etapa final, cambió de bando y apoyó a los Dioses olímpicos cuando los Titanes no quisieron seguir su consejo de usar trucos en la guerra.

Según los escritos de Hesíodo, el padre de Prometeo era Jápeto, su madre era Clymena y sus hermanos eran los Titanes Epimeteo, Menoetio y Atlas. Uno de los hijos de Prometeo fue Deucalión, un equivalente de Noé, que sobrevivió a una gran inundación navegando en un gran cofre durante nueve días con sus respectivas noches y que, con su esposa Pyrrha, se convirtió en patriarca de la raza humana.

En algunas tradiciones, Prometeo fue el encargado de fabricar al primer hombre de arcilla, mientras que en otras, los dioses hicieron a todas las criaturas de la Tierra. Encargándole a Epimeteo y a Prometeo la tarea de dotarlos de regalos para que pudieran sobrevivir y prosperar. Epimeteo se extendió generosamente otorgando por el mundo regalos como pieles y alas, pero cuando llegó al hombre, se había quedado sin regalos, así que no nos dieron mucho.

Un crimen caritativo

Lamentando el estado débil y desnudo del hombre, Prometeo allanó el taller de Hefesto y Atenea en el monte Olimpo para robar el preciado fuego de los Dioses. Lo escondió en un tallo de hinojo hueco y le dio el valioso regalo al hombre para ayudarlo en la lucha de la vida. El Titán también se tomó la molestia de enseñar al hombre cómo usar su nuevo don y así desarrolló la habilidad del trabajo metalúrgico. Posterior a sus actos, se llegó a asociar al Titán con la ciencia y la cultura.

Pintura que representa a Prometeo entregando el fuego a los hombres
Pintura que representa a Prometeo entregando el fuego a los hombres

En una versión alterna de la historia, la humanidad ya poseía el preciado fuego. Pero durante una comida en el monte Olimpo a Prometeo se le hizo fácil engañar a Zeus para que comiera huesos y grasa en lugar de la carne exquisita que estaba reservada para el.  Zeus se dio cuenta y se desquitó con el hombre, arrebatándole el fuego para que ahora tuviese que comer su carne cruda.

Prometeo, arrepentido, robó el fuego como en la versión original para expiar sus pecados y devolverlo a la humanidad. Esto también explicaba por qué, en los sacrificios de animales, los griegos siempre dedicaban los huesos y la grasa a los Dioses y comían la carne ellos mismos como recordatorio de aquel día.

Al día de hoy, la humanidad todavía conmemora cada 4 años en los Juegos Olímpicos el increíble acto bondadoso del Titan. Se hace un recorrido a través del mundo con una antocha encendida en la mano, culminando el trayecto en el pebetero Olímpico como muestra de gratitud hacia Prometeo.

El castigo de Zeus a Prometeo

Zeus se indignó tanto por el robo de fuego, que castigó al Titán llevándolo a los confines del Cáucaso. Aquí Prometeo fue encadenado a una roca o pilar y Zeus arregló que un águila lo visitara todos los días, para devorar sus órganos internos.

Lo cruel del castigo es que, por la noches, todos los organos se regeneraban para que al otro día el ave pudiera repetir su hazaña de forma perpetua. Después de cientos de años, Hércules mató al águila con una de sus flechas en una de las doce pruebas impuestas por Apolo, y lieberó por fin al Titán de sus cadenas.

Ilustración de Hércules liberando a Prometeo de las garras del águila
Ilustración de Hércules liberando a Prometeo de las garras del águila

Zeus estaba muy enojado inicialmente, pero finalmente acordó otorgar a Prometeo su libertad. A cambio, le ordenó que hiciera un anillo de acero con las mismas cadenas que lo ataron por tanto tiempo y que lo usara por siempre a partir de ese momento. Desde entonces, la humanidad comenzó a crear anillos para celebrar a Prometeo, conmemorar su sacrificio y, sobre todo, su ayuda incondicional.

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