El reloj es un complemento que aún hoy en día tiene muchas implicaciones sociales, estéticas y hasta de imagen personal. Sin embargo, antes de la existencia de los relojes de pulsera, mucho antes de los modernos smart watch, eran los relojes de bolsillo los que marcaban estas pautas. Durante las primeras décadas tras su invención, eran mecanismos extraños y muy costosos. Algo asequible solamente por las clases más altas de la época. Pero no significó solamente una evidencia de elitismo o superioridad de clase, sino también intelectual. Como tal, el reloj de bolsillo se acercaba mucho a conceptos de astronomía y calendario. A la filosofía mecanicista emergente en el siglo XV y al modelo de pensamiento científico moderno y disruptivo que precedió a los siglos de la Ilustración.

Antes de que comenzara a fabricarse en masa y perdiera, en consecuencia, su alto valor en el mercado, el reloj de bolsillo era mucho más que un complemento. Era un símbolo de revolución científica, de ordenamiento del estilo de vida, de precisión en las labores administrativas y sociales, y de mucho, mucho prestigio.

El primer reloj de bolsillo de la historia

El reloj de bolsillo se inventó originalmente en Francia a mediados del siglo XV, pero se perfeccionó posteriormente en la ciudad de Núremberg, Alemania. La forma ovalada de su diseño ayudó que se extendieran rápidamente por Europa bajo el nombre de huevos de Núremberg. Y finalmente fue al relojero alemán Peter Henlein a quien se le atribuyó la creación del artilugio, aunque con cierta controversia alrededor.

En sus primeros años de existencia, el reloj de bolsillo era un objeto muy extraño, cuyo mecanismo se consideraba la gran novedad y había muy pocos artesanos especialistas en su fabricación. Los primeros relojeros eran cerrajeros (como el caso de Henlein), herreros o fundidores expertos en metales. La bajísima oferta y su apariencia refinada y sofisticada lo convirtieron en un elemento de lujo sumamente caro.

Los primeros diseños eran dispositivos complejos muy apegados a mediciones astronómicas y de calendario. Los materiales, las formas y la presentación final iba muy de la mano con la decoración ostentosa de la época, el Renacimiento. Y pronto se comenzaron a incorporar ornamentos de orfebrería, piedras preciosas y tallados opulentos. Aunque los primeros ejemplares no tenían la mejor precisión, pronto se convirtieron en un objeto de distinción en Francia, Alemania, Italia y el resto de Europa. Propio de la aristocracia y la realeza.

Fotografía detalle del mecanismo de un reloj
Fotografía detalle del mecanismo de un reloj
Fuente de la imagen: Pexels

El símbolo de la concepción mecanicista de la vida

La invención del reloj de bolsillo coincidió cronológicamente con una importante etapa de cambios filosóficos y sociales, con la revolución científica y con el auge del Renacimiento previo a los siglos de Ilustración.

La posibilidad de medir el tiempo con un artefacto portátil ayudó a poner orden en la vida de las personas, medir con más precisión las tareas del día y organizar con mayor eficiencia desde las agendas personales hasta las administrativas. El reloj de bolsillo se adoptó como símbolo principal del concepto mecanicista de la vida y el universo. Una teoría filosófica que explica los fenómenos naturales y vitales a partir de las leyes mecánicas del movimiento, que tuvo gran influencia en las corrientes de pensamiento ilustradas de los siglos XVIII y XIX.

Los grandes descubrimientos de la astronomía en los siglos XVI y XVII, junto con la expansión de la navegación, hicieron tangible la necesidad de disponer de un artilugio portátil que indicara la posición de los astros con la mayor precisión posible. De ahí que el reloj de bolsillo se creara principalmente con esas cualidades, además de medir el tiempo.

Según algunos físicos e historiadores, el reloj de bolsillo se acerca incluso más a un astrolabio por concepto que a un cronógrafo o cronómetro.

COMPARTIR: