Medusa es uno de los personajes más conocidos de la mitología griega. Su cabeza estaba coronada de serpientes y una sola mirada suya tenía la capacidad de transformar a las personas en piedra. La historia de esta apariencia terrorífica tiene un origen cruel y se encuentra llena de sufrimiento.

El origen de Medusa

Medusa no siempre fue considerada un monstruo, de hecho fue todo lo contrario. Ella era la única mortal de tres hermanas nacidas de dos dioses marinos. Poseía una gran belleza y muchos hombres deseaban estar con ella. Pero por respeto a las reglas imputadas por la diosa Atenea permaneció pura, ya que eventualmente se convertiría en la sacerdotisa de su templo.

Miles de personas visitaban el templo de Atenea solo para contemplar la belleza de Medusa, que era popular hasta en los rincones más lejanos de aquella época. Incluso afirmaban que su pelo rivalizaba con el de la diosa. No pasó mucho tiempo antes de que los celos de Atenea se volvieran profundos e intrincados.

Un día, cuando Medusa caminaba por los alrededores del templo, llamó la atención de Poseidón, el dios del mar y rival de Atenea, que al instante se enamoró de ella. Medusa lo rechazó sin contemplaciones, ya que debía permanecer virgen y pura para seguir siendo la sacerdotisa del templo. En medio de un conflicto de Atenea, el dios del mar vio a Medusa como una posesión de la diosa que podía tomar y mancillar. Ante los múltiples rechazos decidió abusar de ella.

Representación de Medusa y Poseidón
Representación de Medusa y Poseidón

Medusa, temiendo por su vida, corrió al templo con la esperanza de que la diosa le ofreciera protección. Pero Atenea desoyó sus súplicas y Poseidón violó a Medusa en el mismo lugar sagrado. Justo después del terrible suceso apareció Atenea enfurecida por lo que estaba viendo y decidió que Medusa era la culpable de todo. El castigo ante tal agravio sería muy injusto y severo.

La lucha de Perseo contra el monstruo y el nacimiento de Pegaso

Atenea maldijo a Medusa y la castigó precisamente condenando su belleza. El pelo del que una vez tuvo tanta envidia se convirtió en una maraña de serpientes venenosas y cualquiera que se atreviese mirarla directamente a los ojos se convertiría en piedra.

Pronto se corrió la voz por toda Grecia del monstruo en el que Medusa se había transformado, y la noticia despertó tanto el miedo de los ciudadanos como la sed de cacería de los guerreros que buscaban un trofeo. Pero todos los que lo intentaron compartieron el mismo destino, convertirse en piedra, hasta que Perseo, hijo de Zeus, tuvo la tarea de recuperar su cabeza.

Perseo fue enviado a realizar la proeza por mandato del rey Polidectes, quien quería casarse con la madre del héroe y buscaba deshacerse de él. Para completar la hazaña, Perseo requirió la ayuda de los dioses y le otorgaron un casco de Hades que lo hacía invisible, unas sandalias aladas de Hermes que lo llevarían al monstruo, un escudo de bronce de Atenea que reflejaba la mirada de Medusa y una espada bien afilada para realizar un corte perfecto.

La batalla entre Perseo y Medusa
La batalla de Perseo contra el monstruo

Con estos dones divinos, Perseo logró completar la encomienda y decapitar a Medusa, quien en su lecho de muerte reveló que se encontraba embarazada de la descendencia de Poseidón. Según la tragedia griega, de su cuello cortado brotó el corcel alado Pegaso y futuro compañero de batallas de Perseo.

El guerrero llevó la cabeza de Medusa a Atenea, quien la usó como escudo en todas y cada una de sus batallas. Se dice que la sangre derramada después de la decapitación de Medusa fue mantenida por los dioses porque la emanada de su arteria izquierda era un veneno mortal, mientras que la que provenía de su arteria derecha tenía propiedades curativas.

Medusa hoy en día

La historia de Medusa trascendió a la actualidad como un caso clásico de culpar a las víctimas de abusos sexuales. En los últimos años han existido diversos movimientos sociales que toman al personaje como inspiración para representar sus ideales y usar su imagen como símbolo.

Durante el siglo XX, la imagen de Medusa fue elegida por muchas empresas como logotipo, como el caso de la marca de ropa Versace. De esta manera, Medusa representa fuerza, belleza e individualidad, a pesar de en la historia se la hubiera relacionado más con un monstruo vengativo y despiadado.

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