Aunque este súper poder de la naturaleza se atribuye solamente a los delfines o a los murciélagos, lo cierto es que hay más de mil especies que utilizan la ecolocalización para cazar y orientarse. Se trata de un sistema de comunicación a través de ondas de sonido que, al emitirse, rebotan en objetos del entorno y devuelven un eco que se traduce en información sobre la distancia y el tamaño de esos objetos. La mayoría de animales que se sirven de esta estrategia son nocturnos, excavadores o marinos, como el caso de los murciélagos, las ballenas y pequeños mamíferos. Todos ellos dependen de este sonar natural para orientarse, desplazarse y encontrar alimento en su ecosistema, caracterizado principalmente por la ausencia de luz. Pero cada especie pone en funcionamiento su sistema de ecolocalización de una manera distinta.

El sonar de los murciélagos

El murciélago es conocido particularmente por utilizar la ecolocalización entre sus tácticas de caza y supervivencia. Gracias a estas habilidades, es capaz de perseguir presas voladoras incluso muy pequeñas durante la noche y a gran velocidad. Pero, ¿cuál es el funcionamiento exacto de su sonar?

La mayoría de murciélagos producen sonidos que superan los límites perceptibles para el ser humano contrayendo los músculos de la laringe. Sin embargo, se ha descubierto recientemente que una subespecie de este animal los emite con el batir de sus alas. Estas ondas, sea cual sea su fuente, rebotan en las superficies del entorno y devuelven un eco que les da información exacta de distancias, formas, tamaños y movimientos externos. Las vocalizaciones varían según la especie, por lo que también les sirve para reconocerse entre ellos cuando forman grandes grupos. Algunos, incluso, modifican la emisión de sus sonidos de acuerdo a las presas que persiguen, para pasar inadvertidos ante ellas y tengan más efectividad de caza.

Además, los murciélagos utilizan el sonar para desplazarse y orientarse en ambientes ruidosos, identificando el sonido de otros animales para moverse con seguridad y ubicación.

La ecolocalización de los defines y otras ballenas

Aunque muchos mamíferos terrestres hayan desarrollado este sistema de ecolocalización, es en el mar donde resulta un método más efectivo. Ya que el sonido viaja cinco veces más rápido en el agua que en el aire.

Es por eso que la mayoría de los animales que lo utilizan son marinos, delfines y ballenas dentadas, como la beluga. En estas especies puede reconocerse fácilmente dónde se encuentra el órgano responsable de su sonar. El dorsal bursae, ubicado en la parte superior de su cabeza.

En este espacio cuentan con un depósito de grasa llamado melón que reduce la resistencia a las ondas sonoras, haciendo que el sonido se emita y se reciba con mayor claridad. Un depósito similar en la mandíbula inferior facilita que el eco percibido tras impactar con ondas a presas más pequeñas sea mucho más preciso.

Sistema de ecolocalización en mamíferos marinos
Fuente de la imagen: Universidad de Málaga

Al igual que los murciélagos, los mamíferos marítimos también utilizan la ecolocalización para desplazarse en su entorno. Pudiendo identificar y sortear obstáculos, además de orientarse en sus traslados.

¿La ecolocalización en humanos es posible?

Aunque los seres humanos no nacen con estas habilidades, es posible desarrollarlas en casos de ceguera y problemas de visión. Como un proceso de adaptación para desempeñarse en su vida cotidiana, las personas con pérdida visual pueden guiarse a través del eco producido por chasquidos con la lengua u otros objetos. Según varios estudios médicos y análisis por tomografía, se ha observado que este proceso activa la parte del cerebro que procesa la visión.

De alguna forma, la ecolocalización humana se pone en marcha en los casos en los que es necesaria. Aunque quizás pudiera ser una habilidad adquirida a través del aprendizaje y el entrenamiento.

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