Entre leyendas y cuentos míticos, entre piedras y conjuros de meigas, existe un símbolo poderoso en Galicia y parte del norte español que funciona para ahuyentar los males y los hechizos. La figa, higa en castellano, es una figura con forma de mano que representa un puño cerrado con el pulgar sostenido entre el índice y el corazón. En otro tiempo era la única protección contra el maligno, contra las brujas y contra cualquier enemigo pernicioso.

Como muchos otros amuletos de la buena suerte tiene su propia historia. Una fábula misteriosa que empieza con el encuentro entre un viejo sacerdote y el mismísimo diablo.

El origen de la figa

Cuenta la leyenda que un anciano clérigo paseaba por los caminos que hacen frontera entre Galicia y Portugal antes del amanecer. Bajo las sombras que tintinean a través de los árboles espesos y con el único sonido del bosque vivo y sus pisadas sobre la tierra, el hombre se vio asaltado por un demonio impetuoso.

Como arranque de su truco vil, le ofreció todas las tentaciones juntas. Dinero, poder, felicidad y placer. Pero el cura no sucumbió y trató de ayudarse de un crucifijo que prudentemente llevaba consigo. Alargó su brazo dirigiéndolo al bolsillo y en un rápido movimiento, el maligno se convirtió en serpiente, amarrando al anciano inmóvil y tirándolo sobre el camino.

El hombre, buscando cómo deshacerse del entuerto, fingió aceptar el trato si lo dejaba ileso mientras ganaba tiempo para liberarse. Cuando el demonio lo soltó para firmar su pacto, el sacerdote mostró su puño cerrado, atrapando el pulgar entre sus dedos, como si lo hubiera sacudido un espasmo. Tal gesto ofensivo enfureció al diablo encolerizado, que para su sorpresa escuchó el primer cantar de un gallo en la mañana y entendió el momento como un mensaje divino y poderoso, peligroso para él. En este lapso, el cura sacó por fin su crucifijo completando su protección. Ahuyentó al maligno enérgicamente, y éste desapareció temiendo la autoridad de la figa.

Desde entonces, la figa se consideró un amuleto de protección contra todo mal. Un símbolo de buena suerte, dicha y fortuna. Una mano de poder que custodia la tranquilidad de uno y disipa todo espanto.

La apariencia del amuleto

La figa original debe tallarse en azabache, un mineral negro y frágil, de difícil esculpido, apreciada por egipcios, fenicios, etruscos, romanos y vikingos.

El símbolo se cuelga en el cuello o en la muñeca, ocultándolo bajo la ropa para no mostrar su poder hasta que sea necesario.

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