Los llamamos felices años 20, los veinte dorados o incluso los años locos, el periodo de entreguerras que se caracterizó por una efervescente prosperidad económica en Estados Unidos desde 1922 hasta 1929.

Este ciclo experimentó uno de los crecimientos financieros más extraordinarios del siglo XX, impulsando la etapa más hedonista de la sociedad contemporánea en una época marcada por la euforia, el consumismo desmedido y los iconos populares.

Esta súper aceleración súbita y desmesurada terminó por convertirse en una burbuja especulativa que colapsó finalmente el 24 de octubre de 1929, día que conocemos como Jueves Negro. El inicio de la caída a plomo de la bolsa de Nueva York, el Crac del 29, y la posterior crisis financiera mundial de la Gran Depresión.

La prosperidad de los felices años 20

La primera causa del crecimiento económico de la década en Estados Unidos fue la I Guerra Mundial. El conflicto bélico, que duró de 1914 a 1918, dejó graves consecuencias económicas en Europa, dado que ahí es donde se sucedieron prácticamente todas las batallas. El país norteamericano se involucró tarde, por lo que terminó viéndose bastante favorecido por las nuevas deudas adquiridas por los países europeos que buscaban recuperarse.

Estados Unidos no solo proveyó material armamentístico durante el enfrentamiento, sino que recibió todo el exceso de demanda de recursos que Europa necesitaba para reconstruirse en la posguerra. Después de la Revolución Industrial que había encumbrado a Inglaterra como la primera potencia económica mundial, Estados Unidos recogía este testigo e iniciaría su tiempo de hegemonía que a día de hoy sigue manteniendo.

La industria americana estaba en su mejor momento. Experimentó un enorme crecimiento de la exportación, incrementó considerablemente la velocidad de producción gracias a Henry Ford y la introducción de las cadenas de montaje. Por último, el presidente Wilson desarrolló una de las estrategias financieras más importantes de la historia, el sistema de la Reserva Federal. Esto permitió la creación de una banca central privada que generaba deuda a partir de un nuevo modelo de bonos, el dólar.

La sociedad y la cultura en los años 20

La década de los años 20 fue mucho más que un punto de inflexión en la cultura y la sociedad de aquel entonces. El periodo de posguerra dejó a una generación de jóvenes rebeldes que rechazaban los preceptos sociales heredados tras haber luchado en el conflicto. Los intereses generacionales cambiaron radicalmente y surgieron multitud de movimientos que se hicieron visibles en la moda, el arte y la cultura.

Empezaban a brotar las primeras vanguardias, nacieron géneros musicales como el jazz o charlestón, tan icónicos de los años 20. El cine comenzó a adquirir protagonismo como séptimo arte y el lujo y la ostentación se posicionaron al alcance de casi todos.

El crecimiento era visible con los primeros rascacielos y la burbuja inmobiliaria. El consumismo se desató en una etapa promovida por los créditos bancarios poco garantizados, que llevaron a la población a vivir por encima de sus posibilidades.

Escena de El gran Gatsby, película que representa la revolución económica de los años 20
Escena de El gran Gatsby, película que representa la revolución económica de los años 20

La sociedad se volvió atrevida, materialista y ansiosa por disfrutar los placeres de la vida. Estas nuevas tendencias no se quedaron en Estados Unidos, sino que brincaron a una Europa todavía por recuperarse. París se convirtió en la capital de las nuevas corrientes al otro lado del Atlántico. Atrajo a multitud de artistas y humanistas que quisieron desarrollar su carrera influenciados por los nuevos ideales de este optimismo voluptuoso.

Pero antes de lo previsto, esta búsqueda irracional y materialista por la felicidad desencadenó la quiebra de cientos de empresas y bancos, que terminaría por arrastrar a todos los mercados de occidente.

El estallido de la burbuja y el Crac del 29

Europa sufría un periodo de estancamiento económico del que no lograba salir. Las comunidades rurales empezaron a emigrar a las ciudades y ante la falta de mercado para vender su producción iniciaron su inversión en la bolsa. El repentino interés en la compra de acciones por parte de campesinos y empresarios incrementó, a la misma velocidad, su valor. Lo que derivó en más demanda y compras financiadas por créditos bancarios. La gente, cada vez más endeudada, empezó a vender sus acciones temiendo la caída de valores, lo que resultó precisamente en una caída a los mínimos que desencadenó el llamado Jueves Negro y Crac del 29.

Los bancos empezaron a exigir el dinero prestado y ante la imposibilidad de afrontar los pagos, muchos optaron por el suicidio. Socialmente, toda la euforia acumulada durante la década se esfumó de un plumazo.

La crisis se extendió finalmente al resto del mundo, a causa del poder de Estados Unidos sobre el resto de economías a las que seguía proveyendo de mercancía y capital. Muchos países optaron por tomar medidas proteccionistas y Europa cayó en una situación socio-política delicada, marcada por la pobreza, la incertidumbre y el rencor. Un contexto convulso del que terminarían emergiendo el fascismo, el nazismo y otras ideologías que construirían los cimientos de la II Guerra Mundial.

La euforia de la época dorada llegó a su fin. Aunque le siguieran años de absoluta decadencia social y nuevos conflictos bélicos de consecuencias desastrosas, sirvió como ejemplo para construir de nuevo modelos económicos que traerían a posteriori las nuevas revoluciones tecnológicas y la prosperidad de finales de siglo XX.

COMPARTIR: