Cuenta la leyenda que en algún tiempo gobernó un monarca que convertía en oro todo lo que tocaba, el Rey Midas.

Según el mito, Midas nació en el seno de una familia de campesinos, pero estaba destinado a conseguir una gran riqueza según las elucubraciones de una adivina.

Desde niño, Midas se había marcado el objetivo de alcanzar la riqueza y el poder, pero nunca sabría lo lejos que podría llegar su avaricia. Una vez siendo rey y lejos de ver compensada su ambición, le pidió un deseo a Dioniso, Dios de la fertilidad y el vino. Describió un poder para transformar en oro cualquier cosa que tocase con sus manos, y así saciar sus ansias de fortuna y abundancia.

Dioniso le advirtió sobre los peligros del deseo, pero la insistencia de Midas era mayúscula, y Dioniso cedió. Midas se envolvió de los mayores tesoros jamás vistos hasta que entendió su gran error.

En palabras de Aristóteles, el Rey Midas murió de hambre al no poder llevarse alimento a la boca sin que fuera transmutado. Otras versiones de la leyenda describen cómo Midas pidió clemencia a Dioniso para liberarlo de su poder. El Dios le ordenó bañarse en el río Pactolo, que terminaría convirtiéndose también en oro.

Y así cierra la parábola que fue usada durante siglos para enseñar a los niños el lado más perverso de la codicia. Una moraleja simple que viene de la mitología griega, pero de la que casi nadie conoce su verdadera historia.

El Rey Midas de Frigia

Midas reinó, según algunos historiadores, durante el 740 y 696 a.C., en Frigia, antigua región de Asia Menor que ocupaba la mayor parte de la península de Anatolia, actual Turquía.

El pueblo frigio estaba establecido originalmente en Macedonia durante el segundo milenio a.C., zonas en las que predominaban montes acuíferos, ríos y corrientes que transportaban cierta cantidad de oro. Esta característica procedencia ayudó a extender la idea de que los reyes frigios eran poseedores de grandes riquezas por naturaleza.

Tras constituir el nuevo reino en la península de Anatolia, Frigia vivió una época de esplendor en la que Midas reinaría durante más de una generación. Algunas fuentes orientales registraron la existencia de un Rey Mitaa, que administró el país de Moshki (Frigia), entre el 718 y 709 a.C.

Pintura de Botticelli del Rey Midas
Pintura de Botticelli en la que el Rey Midas es asesorado por la Sospecha y la Ignorancia mientras juzga a un hombre

Según la historia, durante su reinado se casó con una princesa de origen griego, por lo que adoptó elementos de su cultura como el alfabeto y otras artes.

Al igual que describe el mito, Midas estaba obseso por las riquezas y el poder, y vivía rodeado de ostentación y opulencia en un castillo con enormes y lujosos jardines.

En su gobierno, lideró numerosas relaciones comerciales con Urartu y Asiria, regiones que hoy se corresponden con Armenia, Irán y Turquía y el norte de la antigua Mesopotamia. Estos negocios permitieron la expansión al este de Frigia, aumentando la economía del territorio y otorgándole más riquezas al Rey.

Fue su habilidad para conseguir fortuna la que inició la leyenda entre los mitos griegos, quienes reconocieron su magnificencia y la importancia de sus hazañas. La historia terminaría con su propio suicidio tras posteriores invasiones de pueblos enemigos, dando fin al periodo de progreso y prosperidad del reino de Frigia.

El legado del Rey más avaro de la historia

La falta de registro histórico coetáneo a este periodo clásico dificulta la reconstrucción certera de los acontecimientos sucedidos durante aquellos años. Los primeros escritos no aparecieron hasta el siglo IV a.C. por el historiador Herodoto, quien describió, por ejemplo, la batalla de las Termópilas.

Los documentos que mencionan al Rey Midas y las relaciones entre Frigia y otros reinos griegos y de Asia Menor, datan de fechas posteriores. Es por ello que hay muchos huecos de historia inconexos y difícilmente demostrables.

Algo que añaden las fuentes antiguas sobre el legado de Frigia y el Rey son las invasiones de pueblos extranjeros como los cimerios, venidos de Rusia. Batallas que llevaron a Midas a su propio suicidio. Según éstas, su tumba podría ubicarse en Gordion, la capital de Frigia, en el llamado montículo de Midas.

Supuestamente, fue en la misma ciudad donde Alejandro Magno se detuvo para cortar el conocido como «nudo gordiano». Un lazo que, según la leyenda, sujetaba el carro del Rey Midas, un símbolo de poder y riqueza que el Rey de Macedonia rompió antes de su ofensiva contra el Imperio Persa.

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