En el año 2002 se estrenó una de las películas de terror más exitosas de las últimas décadas, El Aro o The Ring por su título en inglés. Su historia de terror sobrenatural consiguió sugestionar a buena parte de la audiencia, quien temió incluso por su propia vida al creer que la cinta tendría el mismo efecto que la mostrada en la trama, al cabo de siete días.

El Aro no fue, sin embargo, un guión original. Se trató de un remake occidental de una película de horror japonesa del año 1998, Ringu, basada a su vez en una novela homónima del autor Koji Suzuki. Aunque las tres obras se centren en una misteriosa cinta maldita con imágenes perturbadoras, el origen de la historia es mucho más antiguo. Es el caso del fantasma de Okiku, la historia real detrás de El Aro.

El fantasma de Okiku del Castillo Himeji

La historia del fantasma de Okiku se remonta a la etapa medieval de Japón en un castillo de la localidad costera de Himeji, a unos 47 km al oeste de la ciudad de Kobe. Esta fortaleza es una de las construcciones más antiguas de la época y todavía se conserva en buenas condiciones. Desde el año 1993 está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Pese a ser uno de los destinos favoritos por parte de los turistas, el castillo de Himeji esconde un sinnúmero de leyendas. Entre ellas se encuentra la historia del fantasma de Okiku.

El castillo de Himeji
El castillo de Himeji

Okiku trabajaba en el castillo como parte del servicio del samurái Tessan Aoyama. Con el paso del tiempo, el guerrero comenzó a desarrollar un profundo amor por ella. Llegando incluso a prometerle abandonar a su esposa para huir juntos. Pero su amor no era correspondido y esta falta de interés por parte de Okiku hirió el orgullo de Aoyama, quien buscó la forma de castigarla y vengarse por su rechazo.

El samurái decidió entonces inculparla por robo y amenazarla con las terribles consecuencias que este delito acarrearía para ella. Una de las obligaciones de Okiku era la de custodiar una colección de diez platones de oro del guerrero. Sabiendo la importancia de este comentido, Aoyama escondió uno de ellos y la culpó de haberlo robado.

Una de las versiones de la historia cuenta que Okiku se quitó la vida lanzándose al pozo del castillo al no encontrar otra salida a su situación. La culpa que se le atribuía traería consigo la tortura y la ejecución sin ninguna duda, por lo que decidió adueñarse de su propia muerte.

Según cuenta la leyenda, el fantasma de Okiku se arrastraba saliendo del pozo cada noche y se presentaba ante Aoyama, atormentándolo y angustiándolo contando los platos de oro. Sus apariciones terminaron volviéndolo loco entre la ira y el arrepentimiento. Okiku se convirtió con el tiempo en un símbolo de las muerte por causas poco naturales.

El pozo del castillo de Himeji
Fotografía del pozo del castillo de Himeji

El pozo de Okiku y El Aro

El pozo del castillo de Himeji forma parte de las visitas turísticas de la alcazaba, aunque permanece sellado con barras de metal. Este elemento de la construcción fue la pieza clave que inspiró la historia de El Aro, tanto en novela como en producción de cine.

Ilustración del fantasma de Okiku, inspiración para El Aro
Ilustración del fantasma de Okiku, inspiración para El Aro

El aspecto de Samara, la terrorífica niña que protagoniza la saga, representa fielmente la imagen de Okiku, guardando con ella bastante parecido.

Una vez más, la realidad vuelve a superar a la ficción y nos trae de nuevo las leyendas más oscuras de la cultura japonesa. Cuentos de fantasmas vengativos y resentidos que regresan para resarcir todo su sufrimiento.

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