Pocas veces en la historia la humanidad ha sido testigo de una reunión monárquica de tan alto calibre como la sucedida el 20 de mayo de 1910. Con motivo del funeral del Rey Eduardo VII del Reino Unido, fallecido el 6 de mayo a causa de un infarto en el Palacio de Buckingham, nueve reyes de las principales monarquías de la Europa de principios de siglo XX se reunieron en Londres para asistir al solemne homenaje.

Ese día, la realeza europea quedó retratada en una fotografía única e insólita, una imagen de enorme concentración de poder y autoridad, cuatro años antes de que iniciase la I Guerra Mundial.

En la estampa, aparecen en primera línea y sentados de izquierda a derecha Alfonso XIII de España, Jorge V de Inglaterra y Federico VIII de Dinamarca. Detrás y de pie en el mismo orden, Haakon VII de Noruega, Fernando I de Bulgaria, Manuel II de Portugal, el Kaiser Guillermo II de Alemania, Jorge I de Grecia y Alberto I de Bélgica.

De aquellas nueve representaciones de estado, solamente cinco monarquías mantienen hoy su vigencia: Bélgica, Dinamarca, España, Noruega y el Reino Unido.

El contexto histórico de la fotografía de los nueve reyes

Durante la primera década del siglo XX, el Imperio Británico gozaba de la hegemonía mundial que más tarde le arrebataría Estados Unidos como una de las primeras consecuencias de la Gran Guerra.

El Rey Eduardo VII había recibido la corona en la abadía de Westminster en agosto de 1902, tras la muerte de su prominente madre, la Reina Victoria. En aquel entonces, mantenía territorios alrededor del mundo en países como Canadá, India, Australia o Egipto, además de algunas regiones de África.

La indiscutible soberanía del Imperio Británico sobre el mundo fue la razón principal de la importancia y la trascendencia del funeral del monarca. El evento se considera uno de los acontecimientos más relevantes de la época, congregando a todos los principales gobernantes internacionales.

Entre duques, príncipes y monarcas venidos de todo el mundo, los únicos líderes que no gozaban de título o de imperio eran el presidente de los Estados Unidos Theodor Roosevelt y el ministro de asuntos exteriores de Francia Stephen Pichon.

El estallido de la I Guerra Mundial y el fin de las grandes monarquías

La relevancia de esta fotografía radica en que representa la última gran reunión de unos monarcas que cuatro años después terminarían enfrentándose en la que sería la I Guerra Mundial.

Este gran conflicto desencadenaría la ruptura de la mayoría de las líneas monárquicas de Europa para siempre. El dominio que las casas reales habían heredado de los siglos pasados nunca volvería a ser el mismo.

El primero en perder la corona fue Manuel II de Portugal, incluso antes del estallido de la guerra. En el mismo año de la imagen, 1910, su reinado enfrentó sin éxito un levantamiento republicano que pondría fin a su liderazgo. En 1914, el Kaiser Guillermo II perdió la guerra y el trono, viéndose obligado al exilio en 1918, tras terminar el conflicto.

Pero más allá de la foto, otras grandes monarquías e imperios del momento, presentes aquel 20 de mayo de 1910, vieron su fin. En 1914 murió el archiduque de Austria y heredero del trono, Franz Ferdinand, en un atentado en Sarajevo. Su asesinato precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia, desencadenando la Gran Guerra. El zar Nicolás II y toda su familia fueron ejecutados durante la revolución bolchevique de 1918.

En conjunto, este periodo de la historia significó la muerte, destitución o sustitución forzosa de muchos de los grandes reyes del momento. Lo que algunos llamaron «el ocaso de los dioses». El fin de una era que marcó un antes y un después en la política y el concepto de gobierno.

La grandiosa fotografía de los nueve reyes habría sido quizá el último gran momento de aquel pasado. Los últimos resquicios del autoritarismo europeo, la autocracia y la monarquía absoluta. La imagen del fin que llevó a una transición hacia el parlamentarismo y la política del siglo XX.

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