Muchas de las grandes historias de Hollywood podrían contarse con pocas palabras y no por ser escuetas o sin trasfondo, sino por haber terminado demasiado pronto. James Dean fue uno de esos actores consagrados que vivieron muy rápido y se fueron antes de tiempo, un icono cultural que traspasó las épocas y perdura todavía hoy 65 años después.

Dean se considera desde tu etapa de apogeo como una figura cultural de la desilusión adolescente y del distanciamiento social. Así lo describe su película más recordada, Rebelde sin causa, que pasó a la historia junto con su protagonista, el mismo año de su muerte.

Lo prematuro de su fallecimiento lo convirtió en leyenda, pasando a formar parte del recuerdo de Hollywood y siendo el primer actor en recibir dos nominaciones póstumas al Oscar.

Como personaje público, fue uno de los galanes más codiciados de la industria, controversial y desobediente, aclamado por generaciones de jóvenes y adolescentes en todo el mundo. Marcó una nueva tendencia en los Estados Unidos de la posguerra por su modo de percibir la vida y experimentar con ella.

James Dean junto a su coche, Little Bastard
James Dean junto a su coche, Little Bastard

James Dean en la gran pantalla

A principios de los años 50, James Dean tuvo sus primeros papeles en el cine, la televisión y el teatro, en títulos como Fixed Bayonets!, Sailor Beware, Has Anibody Seen My Gal? o Trouble Along the Way. Su primera participación en Broadway llegó en 1953 con See the Jaguar, y un año más tarde con The Immoralist.

Tras estas primeras experiencias, dio el salto a la gran pantalla en el año 54 con East of Eden. Bajo la dirección de Elia Kazan, conocido por Un tranvía llamado deseo en la que participaría el mítico Marlon Brando, Dean protagonizó su primera gran película interpretando a un personaje muy similar a sí mismo. Retraído, un poco grosero, nostálgico y apasionado. Como ejemplo de su personalidad distante y desentendida, no acudió al estreno del filme, sino que vio su debut días después pasando desapercibido entre las butacas, como un espectador cualquiera.

Poco tiempo después de East of Eden, comenzó a trabajar en su segunda película, la que lo llevaría a la gloria. En el mes de marzo de 1955 inició el rodaje de Rebelde sin causa y casi inmediatamente después, se incorporó a su último papel como Jett Rink en Gigante.

Cartel de Rebelde sin causa
Cartel de Rebelde sin causa

Por estas tres películas recibió dos nominaciones al Oscar al mejor actor, dos nominaciones al Bafta al mejor actor y un Globo de Oro especial por su interpretación.

Durante ese tiempo, James Dean alimentó otra de sus pasiones, el automovilismo, participando en varias carreras de coches y adquiriendo el mítico Porsche 550 Spyder. Este bólido, cuya compra fue casi por casualidad y al que llamó Little Bastard, fue el que lo llevó a la muerte en un accidente fatal en California, el 30 de septiembre de 1955.

Teorías alrededor de su muerte

El día del suceso, Dean se dirigía paradójicamente a una nueva carrera. Antes de hacerse con Little Bastard, conducía un Porsche 356 Speedster que alcanzaba nada menos que 225 km/h, una velocidad impensable en aquellos años.

Quien convenció a Dean de comprarse el modelo Spyder fue el mismo encargado de diseñar el Batmovil legendario de la serie de los 60, entre otros modelos de la gran pantalla. Terminó conquistándolo al no poder recibir a tiempo el coche que había solicitado, un Lotus MK10 con el que competiría en la prueba de Paso de Robles, California.

La premonición 7 días antes

Las anécdotas en torno a la muerte de James Dean comienzan con una especie de premonición anunciada días antes del desastre. El 23 de septiembre, Dean presumió su Little Bastard ante varias celebridades, entre las que estaba Alec Guinness, actor británico veterano conocido por interpretar a Obi Wan Kenobi en Star Wars Ep. IV. En medio de la conversación y cuando Dean reveló la potencial velocidad del Porsche, 240 km/h, Guinness le respondió con contundencia. «Son las diez de la noche del viernes 23 de septiembre de 1955. Si conduces ese coche, vas a ser encontrado muerto en él a esta hora la próxima semana«.

Siete días más tarde, el 30 de septiembre, Dean se dirigió a Robles para la carrera con su coche remolcado junto con un amigo, un fotógrafo y un mecánico. Pero su impaciencia lo llevó a cambiar de plan, bajándose de la camioneta que llevaba a Little Bastard y arrancándolo con ansia para ir acostumbrándose al motor.

James Dean conduciendo su Porsche 550 Spyder
James Dean conduciendo su Porsche 550 Spyder

El Porsche era indomable. Pesaba poco más de 600 kg y superaba fácilmente velocidades de 220 km/h, lo que lo hacía peligroso y muy difícil de controlar. Desoyendo incluso las advertencias de policías de tránsito en el camino, Dean llevó el coche a su límite hasta su desenlace fatal en la Ruta 41 cruzando con la 466.

En ese punto chocó a 135 km/h con un Ford Custom Tudor, conducido por un veterano de guerra de 23 años. Después del primer impacto, Dean no pudo frenar la inercia y se estrelló contra un poste. Murió a las 17:15 del día siguiente, solo a unas horas de la predicción de Guinness, a los 24 años.

La leyenda negra de Little Bastard

Tras el accidente, el Porsche 550 Spyder había quedado destrozado y marcado por haber sido el vehículo en que la estrella perdió la vida. Pero este no sería el último viaje del bólido, sino el comienzo de su leyenda negra.

Imágenes del accidente en que James Dean perdió la vida, el 30 de septiembre de 1955
Imágenes del accidente en que James Dean perdió la vida, el 30 de septiembre de 1955

Los restos fueron adquiridos por George Barris y, según se contaba, rompieron las piernas de un mecánico cuando fueron depositados en su taller. Las piezas del vehículo se separaron y vendieron a tres compradores interesados en armar nuevos coches de competición. Troy McHenry compró el motor y perdió la vida al chocar contra un árbol. William Eschrid se quedó el chasis, quedó herido de gravedad tras salirse del circuito de carreras. Y un joven de Nueva York que adquirió las ruedas, se accidentó contra una cuneta camino de su propia carrera. Un cuarto hombre trató de robar el volante y perdió un brazo en el intento, provocó un incendio en el taller y lo que quedaba de Little Bastard, fue carbonizado.

Otras piezas sobrantes se distribuyeron en exposiciones y museos por todo el país, continuando las extrañas desgracias. En Sacramento, algunas partes se cayeron y rompieron la cadera de un estudiante. En Oregon, el camión que lo transportaba perdió los frenos. Y en Nueva Orleans, el coche se rompió hasta desgajarse en 11 piezas. Según la leyenda, los últimos restos desaparecieron misteriosamente al volver al taller de Barris, cerrando el círculo para siempre.

El «regreso» de James Dean a los cines gracias al CGI

En noviembre de 2019 se anunció en todo el mundo el «regreso» de James Dean al cine gracias a la tecnología CGI. Se contempla al actor como un personaje secundario de la película Finding Jack, después de que la productora hubiera recibido los derechos de imagen por parte de la familia.

La película estará basada en los años posteriores de la Guerra de Vietnam y contará la historia del abandono de más de 10,000 unidades caninas en el conflicto.

Sin ser la primera vez que la tecnología resucita algún actor protagónico para la gran pantalla, el anuncio despertó críticas y debates sobre la ética y el negocio. La delgada línea entre el homenaje y la estrategia comercial.

En cualquier caso, James Dean quedará recordado para siempre como el rebelde sin causa que marcó un hito en el cine y en la sociedad. La insubordinación más absoluta y la libertad peligrosa de vivir rápido, sin miedos, sin normas y sin contemplaciones.

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