A lo largo de nuestra cronología, podríamos catalogar fácilmente varios periodos como el peor año de la historia para estar vivos. Definitivamente, la crónica de nuestra especie ha visto todo tipo de cataclismos apocalípticos, tanto naturales como provocadas por el hombre, llevando al límite nuestra propia subsistencia.

Sin ir más lejos y siendo probablemente las primeras desgracias que a cualquiera se le vendrían a la mente, hay varias fechas del calendario que marcaríamos como años negros. 1349, la infestación de la peste bubónica que fulminó a la mitad de la población europea. 1917, el estallido de la I Guerra Mundial. 1918, la gripe española que mató entre 50 y 100 millones de personas. 1945, la II Guerra Mundial. Y así, podríamos hacer una larga lista.

Pero para sorpresa de muchos y al contrario de lo que pudiera parecer una tarea complicada, hay un año muy concreto que supera a todos los anteriores. Un periodo mucho más temprano que fue designado específicamente como el peor año de la historia, 536.

Los registros bizantinos del año 536

La razón que llevó a la comunidad de historiadores a interesarse por el 536 fue el hallazgo de unos escritos de esa fecha de un cronista bizantino llamado Procorio de Cesarea. Las obras de este escritor conforman la principal fuente de información escrita acerca del reinado de Justiniano en el Imperio Romano de Oriente. Esos registros describían una serie de eventos climatológicos y naturales que más tarde se catalogarían como «el invierno interminable». Una sucesión de fenómenos atmosféricos tempestuosos que duró 18 meses y afectó principalmente al hemisferio norte. Con el paso del tiempo, fueron apareciendo más testimonios y relatos en otras partes de Europa y Asia describiendo las mismas circunstancias.

Durante ese tiempo, las temperaturas medias globales bajaron drásticamente, llegando incluso hasta los 2.5ºC durante los meses estivales. Según los registros, se trató del enfriamiento repentino más intenso en los últimos 2,000 años. Algo que, por supuesto, no pasó desapercibido para los historiadores y para la ciencia a lo largo de los siglos.

Esta cuasi glaciación súbita se debió, en parte, a una niebla enigmática (en su momento) que se extendió por Europa y Oriente Medio hasta alcanzar las partes más occidentales de Asia. La calima se volvió tupida y sumió toda la zona en una oscuridad perpetua. En palabras del escriba, «el Sol emitía su luz sin brillo, como la Luna. Parecía como un eclipse, ya que los rayos solares no eran claros, al menos no como los que acostumbra a dar«.

La falta de luz y radiación solar provocaron la que sería la década más fría en dos milenios, desatando los subsecuentes infortunios. Las cosechas se perdieron durante años, comenzó un periodo de hambruna y ruina en el comercio y la escasez llevó a las guerras, las enfermedades y el conflicto. Para más INRI, en 541 surgió un brote de peste bubónica en el Mediterráneo que se extendió desde Egipto y acabó con la mitad de la población del Imperio Romano de Oriente.

Representación del invierno interminable

Las investigaciones de los historiadores que identificaron el peor año de la historia

El profesor de historia de la Universidad de Harvard, Michael McCormick, dedicó varios años de su carrera a estudiar y documentar las catástrofes más importantes en la cronología de Europa. «El invierno interminable» de 536 fue, a su juicio, el peor año de la historia para estar vivos. Y así lo publicó en la revista Science, en un artículo que describe los acontecimientos.

La «edad oscura» que caracterizó la primera mitad del siglo VI fue un misterio para la ciencia durante mucho tiempo. Pero las investigaciones del historiador junto con un equipo de glaciólogos del Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine encontraron la razón.

En 536 hubo una erupción volcánica catastrófica en Islandia que emitió ceniza a través de todo el hemisferio norte. En 540 y 547 se sucedieron dos más que, seguidas de la peste, sumieron a Europa en una crisis sin precedentes.

Para identificar estos fenómenos, analizaron el hielo del glaciar Colle Gnifetti en los Alpes suizos. A partir de la observación del núcleo de hielo, pudieron identificar capas de partículas y elementos químicos que ayudaron a describir 2,000 años de eventos naturales y actividad humana con bastante precisión.

Esta misma lectura determinó el final del peor año de la historia y sus consecuencias. Encontrando un pico de plomo en 640 como señal de emergimiento económico derivado de la minería de plata.

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