Según un estudio publicado en la revista Cosmos, cada día impactan alrededor de 17 meteoritos sobre la superficie de la Tierra. Esta cifra, que pareciera mucho más alta de lo previsto, resulta bastante imperceptible dado que la mayoría de ellos lo hacen sobre el océano. Sin embargo, hubo un caso excepcional que marcó un antes y un después en la historia. El único caso registrado oficialmente en el mundo de una persona golpeada por un meteorito, la casualidad de Ann Hodges.

Al parecer, ya hubo quien calculó la probabilidad de que esto sucediera y es nada menos que 1 en 1,600,000. El astrónomo que afirmó esta cifra comparó la estadística con ser alcanzado por un rayo, un huracán y un tornado, los tres al mismo tiempo. Es decir, prácticamente imposible.

El caso de Ann Hodges

Todo sucedió en Sylacauga, una población rural en el estado de Alabama, Estados Unidos. Era la tarde de un 30 de noviembre de 1954 y Ann Hodges, de 31 años, se encontraba durmiendo en su casa. De repente, un golpe muy fuerte en la cadera la despertó súbitamente y observó varios escombros y humareda en el interior de su cuarto.

Cuando el polvo comenzó a disiparse, la mujer y su madre encontraron un gran agujero en el techo de la vivienda y varios muebles y objetos dañados. Entre ellos, una roca negra del tamaño de un melón que había entrado por la parte superior, rebotando en varias cosas antes de golpear a Ann.

Minutos más tarde, llamaron a la policía y a los bomberos. Ellos, a su vez, solicitaron la asistencia de un geólogo que trabajaba para el gobierno, que determinó finalmente la naturaleza de la piedra: un meteorito. El proyectil se entregó inmediatamente a la Fuerza Aérea para su inspección. Principalmente para descartar posibilidades dado el contexto de Guerra Fría del momento.

El meteorito en manos del esposo de Ann Hodges
El meteorito en manos del esposo de Ann Hodges
Fuente de la imagen: BBC

El impacto social tras la caída del meteorito

Algunos días después del suceso se entrevistó a los vecinos del pueblo. Muchos afirmaron haber visto algo extraño en el cielo caer hacia la casa de Ann Hodges. Lo describieron como una bola de fuego, una luz brillante y roja que iba dejando humo tras de sí, hasta impactar contra el tejado.

Los análisis posteriores revelaron que el meteorito pesaba 3.8 kilos. Aunque su tamaño era mayor antes de desintegrarse al contacto con la atmósfera.

Las secuelas del meteorito para Ann Hodges

Ann Hodges aumentó su popularidad inmediatamente en Estados Unidos.

Físicamente, el impacto solo le causó un hematoma bastante considerable, que evidenció el comprensible daño del golpe. Emocionalmente, las consecuencias fueron mucho mayores.

Ann Hodges tras recibir el impacto
Ann Hodges tras recibir el impacto
Fuente de la imagen: BBC

Según el registro conservado en el Museo de Historia Natural, Hodges consideraba que el meteorito le pertenecía dadas las circunstancias. Sin embargo, vivía en aquella casa de alquiler, por lo que la propiedad era de otra mujer, Birdie Guy. Estas coyunturas derivaron en una batalla legal bastante complicada para decidir quién tenía derecho sobre la roca para que la Fuerza Aérea la devolviese a su dueño. Una situación en la que Guy ganó el pleito legal, y Ann Hodges, el beneplácito de la opinión pública.

Al final, Ann pagó 500 dólares por quedársela y rechazó una oferta del Smithsonian creyendo poder obtener más dinero de otro modo.

Después de algunos años y sin que nadie más se interesase por el meteorito, lo donó al Museo de Historia Natural de Alabama en 1956. Allí permaneció desde entonces y hasta estos días.

Al margen del beneficio que Ann Hodges nunca pudo obtener después del suceso que cambió su vida, tampoco pudo recuperarse de las secuelas que le quedaron. Especialmente de la atención mediática repentina y la gran popularidad en aquel tiempo. En 1964 sufrió varias crisis nerviosas que le llevaron al divorcio y falleció en 1972 de insuficiencia renal, a los 52 años.

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