Generalmente, entendemos por quid pro quo la reciprocidad en un trato, un acuerdo o un intercambio de favores. Pero esta traducción e interpretación de la locución latina es incorrecta. La expresión que hace referencia directa a esta correspondencia es do ut des. Quid pro quo, sin embargo, significa «quid en lugar de quo», «algo en lugar de otra cosa», es decir, una confusión.

La influencia del inglés, idioma en el que quid pro quo comenzó a aplicarse de forma errónea, llevó a que se le diese el mismo uso en el español. Y la frecuencia de este uso, aunque equívoco, terminó aceptándose por la Real Academia Española. No obstante, es una inexactitud del lenguaje que llevamos cometiendo durante siglos.

El verdadero significado de ‘quid pro quo’

Literalmente, quid pro quo significa «quid en lugar de quo», haciendo referencia a una sustitución de una cosa por la otra.

La expresión en latín se originó para hacer referencia a una confusión lingüística, al usar el pronombre interrogativo/indefinido neutro en su forma nominativa quid, en lugar de su forma ablativa, quo. Es, en efecto, una alusión a un error gramatical.

Con el tiempo, el uso de la expresión se extendió para señalar también otros tipos de errores y confusiones. Tanto conceptuales, como entre personas. De hecho, fue un recurso de estilo en el teatro romano para crear escenas de humor y enredo, donde dos personajes se confunden entre sí. Llevando a situaciones de conflicto descabellado y desatando toda clase de malentendidos hilarantes.

Pero a lo largo de la historia, el inglés comenzó a introducir quid pro quo, por error, con otro significado. El que todos conocemos, que finalmente terminó influyendo en el español entre otras lenguas. Terminó por aplicarse como una expresión de reciprocidad en un intercambio de favores o cualquier relación social, negociación o acuerdo, mediante beneficios equivalentes. Lo que llanamente se conoce como «toma y daca» en castellano («toma y dame») o what for what, this for that o give and take, en inglés.

La reciprocidad de ‘do ut des’, «doy para que des»

Este significado, imputado erróneamente a quid pro quo, realmente viene de otra expresión en latín. Etimológicamente, por cierto, mucho más parecida. Esta es do ut des, «doy para que des».

Do ut des era la locución exacta para referirse a la reciprocidad en cualquier trato. Pero no solamente en asuntos comerciales o sociales sino en todos los ámbitos. También hacía alusión a las ofrendas o sacrificios religiosos que los fieles hacían para recibir alguna bendición divina a cambio. O evitar alguna desgracia.

A partir del siglo VI se incluyó en el derecho romano como término jurídico contractual. Y del mismo modo se mantiene en la actualidad, especialmente en la política.

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