Los medios de comunicación de masas, Internet y la globalización han facilitado indiscutiblemente la posibilidad de propagar la información a casi cualquier parte del mundo y a tiempo real. El acceso del que gozamos actualmente era prácticamente una utopía hace unas pocas décadas y hoy estamos más expuestos que nunca a lo que sucede a nuestro alrededor. Este contexto tiene obvias bondades y es lo que nos permite llevar el estilo de vida que llevamos. Pero de alguna forma, pudo haber ayudado también a desensibilizarnos. Cualquiera de nosotros ha visto imágenes reales en un medio de noticias con violencia extrema o situaciones realmente crueles. Y con el paso del tiempo, parece que cada vez nos impactan menos y ya no nos afectan. Pese a esta falta de empatía, quizá, todavía nos preguntamos por qué algunas personas son crueles por naturaleza. Por qué presentan comportamientos incluso peligrosos para su entorno y para ellos mismos. De dónde viene este sadismo innato e incomprensible.

Forma parte de nuestra naturaleza humana ese dualismo extremo del bien y del mal, del amor y del odio, de la compasión y la impiedad. Sentimientos y conductas que están explicados por la ciencia, la psicología y la antropología en un sentido evolutivo, en consecuencia del desarrollo de la vida en sociedad.

La diferencia entre el sadismo y la psicopatía

Generalmente asociamos erróneamente los conceptos de sadismo y psicopatía a los asesinatos en serie, la tortura u otras prácticas atroces e inhumanas. Esta visión tergiversada está alimentada por Hollywood hasta cierto punto, que tanto se esfuerza en mostrarnos el estereotipo de psicópata como un homicida metódico y obsesivo que ejecuta sin razón aparente. (Aunque en algunas ocasiones describe el perfil de forma más certera, como explicamos en el artículo Anton Chigurh de No es país para viejos y la psicopatía en el cine).

Lo cierto es que ninguna de las dos patologías de comportamiento son tan violentas en la mayoría de los casos, pero sí mucho más frecuentes de lo que creemos.

Una definición plausible de sadismo podría ser la crueldad de alguien que disfruta del sufrimiento ajeno, lo cause ella misma o no. En este perfil caben, por ejemplo, acosadores de escuela o de Internet, los llamados trolls. Esta conducta puede abarcar una amplia diversidad de contextos y gravedad, pero en todos los casos es tóxica y fuertemente dañina.

Los psicópatas, por el contrario, actúan con base en un objetivo claro, el de conseguir algo a corto plazo. No hieren a otras personas por disfrutar de ello, sino porque obtienen algún tipo de beneficio bajo su punto de vista. La falta de empatía que caracteriza a la psicopatía hace a estos individuos actuar de este modo con facilidad, sin reparos ni remordimientos. Y esto no significa que no comprendan el sufrimiento que causan o los sentimientos ajenos, sino que ellos no sienten lo mismo al respecto y no les importa.

Psicopatía antisocial y prosocial al margen del sadismo

Este tipo de hábitos ponzoñosos tienen, por desgracia, un importante punto en común: que siempre hay personas víctimas de estas conductas peligrosas, ya sea directa o indirectamente.

Aunque no siempre es así. A veces, el comportamiento destructivo no se dirige hacia el exterior sino al interior. Los psicópatas antisociales suelen buscar actividades de riesgo para sí mismos, como el consumo de sustancias.

Por otro lado, los psicópatas prosociales pueden incluso cambiar el mundo en sus intentos extremadamente atrevidos e insensatos por encontrar la emoción en la vida.

El origen de estos comportamientos según la psicología y la neurociencia

Como hemos visto en otras ocasiones, el cuerpo humano, el sistema nervioso y el cerebro se basan en la química.

El descenso de por ejemplo la serotonina, una de las hormonas responsables del sentimiento de felicidad, nos da predisposición a generar daño ajeno porque ver los resultados se vuelve más placentero. Este descenso químico puede derivarse de la escasez de algunos alimentos. Por lo que visto desde este punto de vista, todos estamos expuestos a experimentar «brotes» de crueldad en mayor o menor medida.

Para algunos psicólogos y analistas expertos, las conductas sádicas y psicópatas pueden responder exclusivamente a una necesidad de adaptación. Como un medio de garantizar la supervivencia en un entorno, lo que no deja de ser la piedra angular de la evolución de una especie.

En contraposición, otras corrientes de análisis sugieren que la psicopatía y el sadismo se desarrollan más en contextos competitivos. Donde estos perfiles pueden desarrollar sus habilidades de manipulación y engaño.

Cuando estos rasgos se asocian, además, con personalidades narcisistas y astutas, el resultado es todavía más comprometido y peligroso. Pero ante todas estas hipótesis, también existe el factor genético. Hay personas que nacen con estas características heredadas de sus padres, que suelen presentarse más intensamente si en la infancia recibieron un trato abusivo.

Por otro lado también existe el componente social de la conducta por imitación. Si un niño observa comportamientos crueles, astutos y narcisistas de manera habitual, lo más probable es que termine por desarrollarlos.

Lo que define nuestro comportamiento

En definitiva, la relación entre la mente de un individuo y su entorno es más compleja de lo que pareciera. Además de variables sociales y la influencia de la vida en comunidad, existen multitud de factores que atañen otras disciplinas de la ciencia.

Nuestro comportamiento es el resultado cuasi matemático de una composición aleatoria, que depende tanto de nosotros mismos como de estos elementos inmutables que adquirimos en el mismo nacimiento.

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