Como bien dice el refrán, «hecha la ley, hecha la trampa». Mientras más evoluciona la industria del entretenimiento, especialmente de los videojuegos, más complejas se van haciendo sus historias. Lo difícil de terminarse un juego a veces no es la táctica, la estrategia o las habilidades, sino los propios competidores. Y mientras unos trabajan por desarrollar sus cualidades a los mandos, incluso hacia un ámbito profesional, otros buscan el camino fácil dejándose llevar por la trampa. Estos «malhechores» del gaming existen desde el principio de los tiempos (o sea, desde las primeras consolas). Y es algo tan común que ya se le puso nombre, cheats.

El negocio de hacer trampa

En el argot de este ambiente, los cheaters son los que utilizan programas externos como modificadores del código del videojuego para obtener cierta ventaja en el mismo. Ya sea disminuir la dificultad, reducir el número de enemigos, aumentar las opciones a su favor o terminar la historia en menos tiempo.

Normalmente, los tramposos no están para nada bien vistos dentro de la comunidad gamer. Se les suele perseguir, señalar y rechazar cuando son descubiertos, tanto por otros jugadores como por la propia industria. En el contexto actual, cuando el juego en línea lidera con mucha diferencia, existe la figura del «vigilante» en los servidores que actúan como un árbitro del buen hacer dentro de cada partida. Estos protectores del fairplay identifican y banean (expulsan) al que hace trampa del servidor temporal o permanentemente.

Aunque parezca literalmente un juego de niños, lo cierto es que este asunto se toma muy en serio por todos los involucrados en el mundo del gaming. Pese al rechazo generalizado, la trampa es un recurso tan extendido que llegó a convertirse en un negocio muy lucrativo, aunque ilícito. Hasta el punto de existir asociaciones dedicadas única y exclusivamente a estas «artes oscuras» de Internet que, antes de ser desmanteladas, lograron acumular decenas de millones de dólares.

Los países más tramposos

En toda esta maraña de gatos y ratones en persecución constante, la empresa tecnológica Uswitch publicó una lista con los países de origen de los jugadores más tramposos del mundo.

Para llegar a este top, analizaron las búsquedas mundiales de trucos y otros ardides más o menos ilegales a los ojos de la industria. Las principales palabras clave consideradas en la observación fueron «cheat» y «cheat codes». Por lo visto, los transgresores habituales no se preocupan tanto por no «dejar rastro» de sus fechorías.

Los juegos tomados en cuenta fueron Call of Duty, NBA 2K20, Fallout 4, Fortnite, Skyrim, Mario Kart, Assassin’s Creed, Doom, Metal Gear Solid o Battlefield, entre otros.

Al final de la investigación, los resultados expusieron a cinco países con un ratio de hacer trampa muy por encima del resto. En cabeza, Rusia, seguido de Italia, Israel, Japón y Suecia. En total, parece que Asia y Europa se llevan la palma como los más tramposos, dejando a Sudamérica hasta el puesto número 9.

La lista final es la siguiente:

  1. Rusia
  2. Italia
  3. Israel
  4. Japón
  5. Suecia
  6. Rumanía
  7. Portugal
  8. Turquía
  9. Brasil
  10. Dinamarca
  11. Estados Unidos
  12. Irlanda
  13. Argentina
  1. Polonia
  2. Croacia
  3. Reino Unido
  4. Nueva Zelanda
  5. Canadá
  6. Australia
  7. Bulgaria
  8. República Checa
  9. Holanda
  10. Guatemala
  11. República Dominicana
  12. Singapur

La primera trampa de la historia

La misma publicación de Uswitch mencionó la que fue la primera trampa de la historia dentro de este universo virtual.

Sucedió en 1985. Los propios desarrolladores del juego de arcade Gradius generaron unos códigos de trucos con fines de prueba, para facilitar la reproducción del título antes de su lanzamiento. Todo resultó en un despiste cuando el código quedó incluido en el juego al hacerse público, y lo demás es historia.

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