A principios del siglo XIX en Edimburgo, Escocia, existió una mujer muy particular conocida como Madam Violet. Se decía que era una vampiresa con poderes sobrenaturales que podía solucionar los problemas de cualquier persona a partir de un ritual de sangre. Sus acciones llamaron la atención de muchas personas influyentes de la época y su vida se considera una de las más polémicas de entonces.

Quién era Violet

Violet Spears nació a las afueras de Elgin, Escocia, en 1839. Desde niña desarrolló una personalidad con tendencia al dramatismo y la tragedia, incentivada por su gusto por las artes escénicas. A los 15 años se casó con un granjero de 33 llamado Henry Fitzpatrick.

Con él tuvo cuatro hijos, dos de ellos gemelos. Al no tener un quinto, se rumoreaba que su esposo comenzó a alejarse de ella. Y finalmente murió unos años más tarde en un supuesto accidente de caza en extrañas circunstancias. El hijo mayor de Violet, Daniel, se había casado para entonces, por lo que ella y los otros tres se fueron a vivir con su hermana durante dos años de luto.  

En el segundo aniversario de la muerte de su esposo, Violet desapareció. No se supo nada de ella durante un año. Sin embargo, comenzaron a llegar pequeñas sumas de dinero cada mes, entregadas por mensajero, junto con un pequeño ramito de violetas.

La transformación en líder de culto

En 1876, una médium llamada Madam Violet comenzó a ganar fama y notoriedad en Edimburgo. La carismática espiritista había reunido a un pequeño grupo de seguidores, a quienes ella se refería cariñosamente como su «colmena». Sus sesiones se habían vuelto cada vez más elaboradas, con elementos de fantasmagoría y otros efectos especiales para asombrar a sus invitados.

Poco después introdujo un enigmático ritual en el que pedía a sus clientes que donaran pequeñas cantidades de sangre como medio para «conectarse con los espíritus». Violet bebía la sangre en una copa, afirmando que la llenaba de euforia y que “ese elemento le había faltado toda la vida”.

Años más tarde, las sesiones de espiritismo de Madam Violet habían evolucionado en un espectaculo digno de un circo. Abandonó su modesto hogar para vivir con su «colmena» a las afueras de Edimburgo. Los miembros de su secta salían de noche para seducir a personas desconocidas, convenciéndolas para que donasen sangre con la ayuda de drogas y alcohol. Varias de estas víctimas no solo aceptaron, sino que terminaron uniéndose al culto. Aunque nunca hubo muertes, algunos denunciaron los hechos a la policía. Pero todo testimonio se desvanecía silenciosamente sin arresto ni resolución.

Fotografía tomada durante una sesión de espiritismo de Madam Violet
Fotografía tomada durante una sesión de espiritismo de Madam Violet
Fuente de la imagen: Wikipedia

Los miembros del grupo de Madam Violet llevaban las marcas de un dispositivo de escarificación utilizado en la sangría. Pero no solo donaban su sangre, sino también sus fondos. La «colmena» pudo vivir con cierta comodidad gracias a la financiación de sus propios afiliados, incluso en el húmedo subsuelo de la zona donde se habían instalado.

La propia Violet no salía del refugio excepto para realizar sesiones de espiritismo. Para las que vestía elaborados y carísimos trajes como “reina de la colmena”.

Algunos informes dicen que Madam Violet se consideró la mujer más aterradora del Reino Unido en 1882 y 1884. 

El fin de una era de reinado de Madam Violet

La colmena continuó creciendo durante la próxima década e incluyó al hijo de un miembro prominente del consejo de Edimburgo. Aunque esta nueva integración se convirtió en la perdición de la secta.

El joven desarrolló una infección después de ingerir sangre en uno de los rituales y murió poco tiempo después. Su padre condenó a la colmena por sus «actos inmorales y viles», y durante los años siguientes, usó su posición para disolver la sociedad. Madam Violet huyó a Galashiels, donde vivió después con los pocos miembros restantes de su grupo.

La famosa medium murió en 1930, a la edad de 90 años. La última mitad de su vida la pasó modestamente y en silencio con sus seguidores, dando solo una sesión ocasional. A su muerte, su reputación le negó la ceremonia litúrgico, así como los servicios de un sacerdote. Sus últimos discípulos la enterraron fuera de la ciudad y crearon una lápida improvisada y maltrecha.

Al final de su vida, Madam Violet escribió una breve lista de confesiones conservadas actualmente en los archivos de la Universidad de Edimburgo. En ellas dice lo siguiente:

«Envenené a mi quinto hijo en el útero. No lo siento.
Tapé el cañón del rifle de mi esposo. No lo siento.
Lamento la muerte del pobre Daniel, debí haberlo cuidado mejor.
Excepto por estos, no hago daño a nadie, aunque algunos me consideren malvada.
No lo siento
«.

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