De todos los relatos de terror, los que siempre dan más miedo son las historias reales. Los casos documentados y auténticos, que superan por mucho cualquier ficción imaginada. Tirando de hemeroteca nos encontramos con sucesos terribles, acontecimientos atroces y espantosos que nos quiebran por un momento y nos arrancan cualquier esperanza. Lo más duro es concluir que en muchos de ellos, el demonio no es un ente, sino nosotros mismos. (In)humanos que atravesamos todo límite cual umbral de puerta abierta y luego nos sorprendemos de nuestras capacidades. Es en esta oscuridad latente y pesimista donde se encuentra la historia de Blanche Monnier. Una crónica de absoluta pesadilla y terror. Un caso de los peores, monstruoso y aberrante. Que no te dejará indiferente si continúas estas líneas y para el que debes casi prepararte con actitud de cautela.

El encierro de la Secuestrada de Poitiers

La historia se desarrolla a finales del siglo XIX en Poitiers, Francia. Allí se encuentra la familia Monnier, parte de la socialité de la época, con gran prestigio y acomodo en la flor y nata de la ciudad.

La familia de cuatro había construido su inmaculada reputación sobre unas sólidas creencias católicas y monárquicas. El padre, Charles-Émile, era decano de Letras de la Universidad de Poitiers, puesto que perdió en 1877 tras la crisis política entre monárquicos y republicanos, donde los segundos prevalecieron con ventaja. Este contexto de derrota y fracaso ante los que los Monnier consideraban altos enemigos, repercutió notablemente en su aversión hacia ellos. Un rencor casi obsesivo, definitivamente irreversible.

La hija de la casa, Blanche Monnier, era una bellísima joven solicitada por incontables candidatos. Pero las azarosas ironías de la vida la hicieron enamorarse de un abogado protestante y republicano. Por lo visto, algo así era inconcebible en su posición. Intolerable, inadmisible e imperdonable. La crueldad más abyecta y las desatinadas prioridades sociales, llevaron a la familia a la decisión más descabellada y feroz. Encerrarla en un cuarto sin ver la luz del sol durante 25 años.

Fotografía de Blanche Monnier
Fotografía de Blanche Monnier
Fuente de la imagen: Imperio Noticias

Sin perder las apariencias, los padres evadían dar explicaciones ante la ausencia de la joven inventando excusas. Al principio, decían que estaba en un internado en el Reino Unido. Pero el tiempo pasaba y debían cambiar de coartada, así que «la mandaron» a Escocia.

El asqueroso crimen pasó desapercibido durante más de dos décadas, hasta que una persona anónima alertó a las autoridades con una misiva.

«Señor fiscal general: tengo el honor de informarle de un suceso excepcionalmente grave. Me refiero a una mujer soltera que está encerrada en la casa de la señora Monnier, medio muerta de hambre y que ha vivido los últimos 25 años en un lecho putrefacto. En una palabra, en su propia inmundicia«.

La liberación de Blanche Monnier

La carta se recibió el 23 de marzo de 1901, momento en que la familia disfrutaba de su notoriedad entre la jet set francesa, sin ningún tipo de impedimento. La sorpresa en la policía fue tan grande que enviaron a tres agentes de inmediato a registrar la casa.

De un vistazo todo parecía en orden, limpio y tranquilo. Pero acercándose a la segunda planta se expandía un hedor inmundo, repugnante y pútrido. Un olor así no encajaba en aquella casa, en la mansión de los Monnier, en semejante palacio elitista. Y la sospecha comenzó a superar la curiosidad, llevando a los agentes a una puerta cerrada con candado.

Ceden el cierre y abren la entrada. Y después de romper las tapias en las ventanas, dejando entrar los primeros rayos de luz tras veinticinco años, observan el cruel escenario de la muerte en vida.

«La mujer parecía sufrir una malnutrición extrema. Estaba tumbada, completamente desnuda, en un colchón podrido. La rodeaba una costra de excrementos y restos de comida. Vimos también que había bichos recorriendo la cama de la señorita Monnier. El aire de la habitación era tan irrespirable que nos resultó imposible seguir investigando«.

Fotografía de Blanche tomada el día de su liberación
Fotografía de Blanche tomada el día de su liberación
Fuente de la imagen: Wikipedia

La descripción de los agentes era precisa. Blanche contaba ya 52 años y alcanzaba un peso de poco más de 20 kilos. Estaba débil, esquelética y macilenta. Cubierta de suciedad y basura, con los ojos desorbitados y la mirada hueca. Arrastraba una melena larga y negra que enmarcaba su terrible aspecto macabro. Pero dentro de todo ese martirio todavía quedaba vida.

El final de Blanche Monnier

Al momento del rescate, el padre de familia ya había fallecido. La madre, Louise, murió de un infarto días después de hacerse público el hallazgo, sorprendida por haber sido descubierta y asediada por la ira de la muchedumbre buscando justicia. El hermano, Marcel, se declaró incapacitado psicológico y las leyes de entonces no pudieron imputarle cargos. Cumplió 15 meses de prisión por simple complicidad.

Recorte de prensa de la época describiendo el suceso tras hacerlo público
Recorte de prensa de la época describiendo el suceso tras hacerlo público
Fuente de la imagen: Noticieros Televisa

Blanche fue trasladada a un psiquiátrico de inmediato, donde nunca logró superar los traumas de tan terrible esperpento. Según los informes, presentaba conductas coprofílicas y exhibicionistas. Y después de algunos traslados, murió internada a los 64 años, el 13 de octubre de 1913.

Un triste final para una triste historia, que sin duda refleja la verdad del tópico de que la realidad supera siempre a la ficción.

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