Desde hace décadas, los dibujos animados cuentan con un claro objetivo didáctico, presentando ciertas lecciones y aprendizajes a los niños. Sin darse cuenta y por medio del entretenimiento, recibían incluso grandes enseñanzas de vida. En este sentido, la exitosa caricatura Scooby Doo trató de mostrar a los más pequeños que el enemigo no solo suele ser alguien de carne y hueso, sino que además es alguien más cercano de lo que parece, como algún conocido.

Además de esta premisa presente en cada capítulo de la serie, algunos psicólogos, expertos y curiosos aficionados han identificado una humanidad inherente en los personajes de Scooby Doo. Figuras diseñadas, según estos análisis, a partir de varios estereotipos psicológicos de los que se pueden desgranar perfiles y trastornos bastante interesantes.

Fred y el narcisismo en Scooby Doo

Para quien no lo sepa, la pandilla de Scooby Doo se dedica a resolver misterios alrededor del mundo. Enfrentándose a fantasmas y monstruos y descubriendo la verdadera identidad de quien acecha a los que piden su ayuda.

En este contexto, Fred es un profesional consumado en su trabajo pero con un comportamiento claramente egocéntrico y vanidoso. Es intolerante con las opiniones y decisiones de los demás, considerándolas solamente cuando no hay otra alternativa y haciéndolas pasar por propias para mantener el control. Casi nunca asume la responsabilidad de los errores, culpando al resto de cualquier fallo y desaprueba constantemente la actitud de Shaggy y Scooby. Su postura es dominante y trata de enaltecerse ante los demás, haciendo que se se sientan más pequeños.

Fred y Daphne
Fred y Daphne
Fuente de la imagen: Hanna Barbera

Daphne y la dependencia emocional

Daphne suele presentarse como el personaje débil al que hay que rescatar constantemente. Su propensión a meterse en apuros y rodearse de problemas la llevan a ser el centro de atención en cada historieta. Una necesidad que se traduce en dependencia emocional más que en el narcisismo comentado líneas atrás.

Pese a mostrar en varios capítulos algún tipo de desorden alimenticio al negarse a comer, el personaje fue evolucionando con el paso del tiempo. Convirtiéndose en más segura, independiente y autosuficiente, aportando valor al equipo y creciendo en carácter y coraje ante las adversidades.

Velma y el trastorno obsesivo compulsivo

Velma representa perfectamente el trastorno obsesivo compulsivo. La falta de orden y reglas que cumplir le causan ansiedad y malestar en todo sentido. Algo que, en este caso, beneficia bastante al grupo.

Su capacidad de análisis y decisión, además de su fijación en los detalles (derivado de su TOC), la lleva a resolver la mayoría de los misterios de Mystery Inc. Sin caer en la exageración ni en la obsesión, su perfil enseña a tener una comprensión más amplia del mundo.

Velma y Daphne
Velma y Daphne
Fuente de la imagen: Hanna Barbera

Shaggy y las adicciones, la cobardía y la paranoia

Shaggy no se caracteriza por ser el valiente del grupo, ni mucho menos el héroe. En la mayoría de las historias de Scooby Doo, este personaje se siente arrastrado por las obligaciones de la pandilla y trata de escabullirse todo lo posible de los riesgos y las responsabilidades. Esta conducta responde a un trastorno paranoide claro, un miedo constante que se presenta antes que el peligro mismo y que contagia a su fiel compañero Scooby.

Esta cobardía extrema puede ser fruto del consumo de drogas, algo que probablemente esté implícito en la serie y que muchos dan por hecho. La suma de estas características, tan negativas, resulta en uno de los personajes más inútiles de la trama, aunque también de los más divertidos. A pesar de todo, puede que su paranoia haga funcionar mejor al resto.

Scooby Doo y el trastorno de identidad disociativo

El protagonista de la historia es un perro que combina, según el momento, el comportamiento común de su especie con una actitud completamente humana. En algunas ocasiones, es capaz de caminar erguido, comer y comunicarse como cualquiera de sus compañeros. En otras, en cambio, actúa tal y como dictaría su propia naturaleza. Este tipo de dualidades es más que habitual en las series infantiles. Sin embargo, dado el perfil psicológico del resto de personajes, cabe identificar en Scooby cierto trastorno de identidad disociativo.

Scooby y Shaggy
Scooby y Shaggy
Fuente de la imagen: Hanna Barbera

A falta de diagnósticos profesionales que evidentemente no serían necesarios en estos perfiles, estas son las conclusiones a las que llegaron varios expertos y aficionados internautas. Es curioso observar un despliegue tan amplio de trastornos y problemas en una serie de mero entretenimiento dirigida a un público infantil. Al fin y al cabo y sean cuales sean los objetivos últimos de cualquier producción televisiva, siempre hay algo más detrás de las risas.

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