El mundo está repleto de lugares encantados, casas embrujadas y enclaves misteriosos que guardan alguna que otra leyenda. Pero más allá de cuentos paranormales y sobrenaturales, hay puntos marcados en un mapa del terror por su verdadera historia, por un caso real. Por haber sido el escenario de una serie de situaciones catastróficas, muerte y sufrimiento. Es el caso de una pequeña isla italiana llamada Poveglia, situada al norte del país en la Laguna de Venecia. Popularmente se la conoce como la isla de la muerte o del no retorno, un sugerente nombre que no hace más que recordar las desgracias que asolaron la zona a lo largo del tiempo.

Los primeros años de Poveglia

Poveglia cuenta con una larga historia desde su ubicación en los mapas a partir del siglo XV. Durante años sirvió como refugio para parte de la población italiana durante conflictos e invasiones. Más tarde se convirtió en la residencia de la corte del máximo dirigente de la República de Venecia. Alcanzó cierta relevancia económica y eclesiástica por sus actividades y llegó a su máximo esplendor poco antes de la guerra de Chioggia. Durante esta contienda, Poveglia recibió varios bombardeos y ocupaciones, quedando destruida y reduciendo su población de cientos a decenas.

El gobierno veneciano intentó recuperarla varias veces aprovechando sus facilidades portuarias. Aunque la pequeña isla nunca volvió a ser la misma.

Fotografía aérea de la isla
Fotografía aérea de la isla
Fuente de la imagen: Cultura Viajera

La decadencia de la peste, de la enfermedad a la muerte

Durante el siglo XIV, en Europa, la plaga de la peste diezmó enormemente a la población. Las condiciones de clima y humedad de Venecia fueron de poca ayuda, haciendo de la zona el lugar más afectado. Cuando la epidemia se volvió incontrolable, los cadáveres se apilaban amontonados en las calles, pintando escenarios macabros y espantosos que solo reflejaban desconsuelo y muerte.

Al entender la situación como insostenible, el gobierno trasladó masivamente los cuerpos a Poveglia. Una isla que algún día prosperó, se convirtió en el crematorio perfecto para deshacerse de los fallecimientos colectivos. Al ser tan pequeña y alejada, rodeada solamente por lagunas y canales, era un espacio íntimo y aislado donde proceder con los actos fúnebres. Al menos los que la misma peste permitía. Pero por nefasta que fuera la historia, por muy fatídico que pareciese, todavía no era suficiente. La enfermedad seguía avanzando sin detenerse, acaparando a cada vez más vidas y enfermándolo prácticamente todo. Las decisiones de la autoridad tuvieron que endurecerse y sin sucumbir ante la más que posible controversia, convinieron en trasladar no solo a los muertos, también a los enfermos.

La isla del no retorno

Tanto niños como adultos y ancianos fueron trasladados a Poveglia para morir. Sin alternativas ni esperanza. Sin más opciones ni compasión. Navegaron con destino a la isla del no retorno, como quien va en la barca de Caronte. Y una vez allí, una vez a las puertas de su sino, el sufrimiento, el dolor y la muerte.

Según las historias, se cuenta que el mar sigue arrastrando los restos de aquellas gentes. De los enfermos que fueron a morir a Poveglia.

La isla pasó entonces de mano en mano, dejando de ser del gobierno en el siglo XX, albergando hospitales y psiquiátricos más tarde y llenándose solo de penas, males y angustias. Si es verdad que los sitios guardan memoria, que recuerdan lo que presenciaron, Poveglia será uno de los más oscuros e inertes. Un escenario desolado por la calamidad y la desdicha. Un espacio de tristeza fatal y desesperanza. Una ciudad llamada la isla de la muerte.

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