Tutankamón, también conocido como Tutankamén o Rey Tut, es el faraón egipcio más famoso y reconocible en el mundo moderno. Su sarcófago dorado es ahora un símbolo y prácticamente un sinónimo del Antiguo Egipto.

Su nombre significa «imagen viva del dios Amón». Nació en el año 11 del reinado de su padre, el faraón Amenhotep IV, conocido como Akenatón. Y murió en el año 1327 a.C. a la edad de 17 o 18 años, según se afirma, misteriosamente.

Tutankamón debe su fama al arqueólogo Howard Carter, quien descubrió su tumba casi intacta en el Valle de los Reyes en el año 1922. Aunque inicialmente se creyó que era un gobernante menor cuyo reinado tuvo pocas consecuencias, esta opinión ha cambiado a medida que han salido a la luz nuevos descubrimientos.

Hoy en día es reconocido como un importante faraón que devolvió el orden a una tierra en caos debido a las reformas político-religiosas de su padre. Y que, sin duda, habría hecho más contribuciones a la historia de Egipto si no hubiera sido por su muerte temprana.

La infancia de Tutankamón

Los padres de Tutankamón fueron Akenatón y una de sus esposas, Lady Kiya. Sin embargo, fue Nefertiti la que ejerció más importancia entonces y ahora, como la mujer principal del faraón.

El abuelo del Rey Tut, Amenhotep III, gobernó una tierra cuyo sacerdocio, centrado en el dios Amón, había ido creciendo en poder durante siglos. Aunque Amón era uno de los muchos dioses, esta creencia monoteísta se enfocó en él como dios único, rompiendo con los preceptos tradicionales politeístas que habían caracterizado a la civilización egipcia hasta el momento. Cuando Amenhotep IV (Akenatón) llegó al poder, los sacerdotes de Amón, así como la nueva religión, terminaron de establecerse acaparando todo el poder y la riqueza.

En el quinto año de su reinado, el faraón proscribió la antigua religión, cerró los templos y se proclamó a sí mismo la encarnación viviente de una nueva deidad única y todopoderosa conocida como Aten, a la par que Amón. Negando la existencia del resto de dioses. Trasladó su sede del poder del palacio tradicional de Tebas a uno que construyó en la ciudad que fundó él mismo, y procedió a concentrarse en su nueva religión, a menudo en detrimento del pueblo egipcio. Las nuevas reformas religiosas y el impacto que tuvieron en su reinado, definieron también el gobierno de su hijo.

El faraón Akenatón, padre de Tutankamón
El faraón Akenatón, padre de Tutankamón
Fuente de la imagen: Pexels

En esta nueva ideología, cuando nació Tutankamón recibió primero el nombre de Tutankhaten, que significa «imagen viva del dios Aten». A los pocos años, lo comprometieron en matrimonio con la cuarta hija de Nefertiti y Akenatón, su media hermana, Ankhesenpaaten. Sin embargo, ella debió haber sido algo mayor que él, ya que anteriormente estaba casada con su propio padre y pudo haber tenido otra hija con él.

Los historiadores afirman que la princesa era cinco años mayor que Tutankhaten y existen inscripciones que indican que tenía 13 años cuando su medio hermano tomó el trono a los 8. Se cree que la madre del Rey Tut murió temprano, forzándolo a mudarse con su padre, madrastra y medios hermanos al palacio de Amarna.

El ascenso al poder y la posible regencia de Nefertiti

Tutankhaten subió al trono tras la muerte de su padre en 1336 a.C. Aunque entre la muerte de Akenatón y el ascenso de su hijo hubo un faraón interino llamado Smenkhkare del que se sabe poco. Sin embargo, se cree que fue la misma Nefertiti quien ejerció de regente en esta transición y durante el deterioro de salud de Akenatón.

Nefertiti pudo haber tomado la personalidad masculina de Smenkhkare para evitar los problemas que surgieron en el reinado de la faraona Hatshepsut, siglos atrás. En aquel entonces, el pueblo se levantó en su contra ya que se suponía que las mujeres no podían gobernar. El nombre de Smenkhkare desapareció dos años después, se borró de todos los monumentos públicos y se preparó el ascenso de Tutankhaten al trono.

De Tutankhaten a Tutankamón, la reconstrucción de Egipto

A principios de su reinado, Tutankhaten se vio obligado a devolver a Egipto las antiguas prácticas religiosas que su padre había suprimido, el politeísmo. Y adquirió el nombre de Tutankamón como símbolo del cambio, «imagen viva del dios Amón».

El ideal de armonía universal era el concepto espiritual más importante. Se creía que el territorio egipcio era una imagen exacta de la tierra celestial y los individuos tenían la responsabilidad de comportarse de cierta manera en la tierra para mantener el equilibrio con el reino superior. Al abandonar los antiguos dioses y las antiguas prácticas, Akenatón habría alterado este equilibrio y destruido la armonía entre unos y otros. Cuando el pueblo se vio obligado a abandonar sus creencias, se creyó que los dioses también los abandonarían a ellos.

Las reformas de Tutankamón, tuvieron un inmenso impacto en la población con la restauración de esta armonía universal. Se reconstruyeron los templos y los sacerdotes que habían ocultado la iconografía y los textos de la antigua religión regresaron a sus lugares legítimos.

Tutankamón y su esposa Ankhsenamun
Tutankamón y su esposa Ankhsenamun
Fuente de la imagen: Museo Británico

Con el balance restablecido, el Rey Tut centró su atención en gobernar y en otras actividades propias de un rey con su joven esposa, Ankhsenamun. Pero pesar de las mejoras, Egipto todavía se estaba recuperando del desorden y el caos. El ejército, muy descuidado por Akenatón, ya no era la fuerza de combate eficaz que había sido bajo el reinado de Amenhotep III. El comandante Horemheb, a quien se tenía en alta estima como uno de los principales consejeros de Tutankamón, fracasó repetidamente en sus campañas contra los hititas. Un pueblo enemigo con el que arrastraban varios conflictos.

A todo esto hay que sumarle que Tutankamón tenía alrededor de 16 años solamente y se le encomendó la enorme responsabilidad de reconstruir un país devastado sin ayuda de nadie. A pesar de las adversidades, logró cambiar el rumbo egipcio en muchos sentidos durante su corto reinado. Lo que pudo haber logrado en un gobierno más largo nunca se sabrá, ya que murió antes de cumplir los veinte años.

La muerte del Rey Tut

La muerte del Rey Tut ha sido para muchos un misterio durante siglos, aunque sigue siendo un debate muy acalorado hoy en día.

El daño en su cráneo, que los primeros historiadores identificaron como prueba de asesinado, se ha interpretado también como signo de embalsamamiento. Las lesiones en el esqueleto son resultado de su extracción del sarcófago durante las excavaciones de 1922.

El arqueólogo Howard Carter con el sarcófago y la momia de Tutankamón en 1922
El arqueólogo Howard Carter con el sarcófago y la momia de Tutankamón en 1922
Fuente de la imagen: ABC

Por otro lado, se ha especulado que Tutankamón murió de un absceso dental no tratado o de una infección por una pierna rota, pero estas teorías han sido refutadas. Otra conjetura defiende que Tutankamón pudo haber sido producto de una relación incestuosa, por lo que la genética no lo predispuso, en tal caso, a una vida larga. Los historiadores que apoyan esta teoría señalan a los dos hijos de Tutankamón y Ankhsenamun que nacieron muertos. Sus momias fueron enterradas con su padre y descubiertas en su tumba como evidencia física de las prácticas incestuosas de la realeza egipcia de la XVIII dinastía.

Sin embargo, no se sabe si Akenatón y Kiya estaban emparentados, por lo que esta teoría tampoco puede confirmarse. Todo lo que se puede afirmar es que Tutankamón murió en enero de 1327 a.C. y que su muerte fue inesperada. Como lo demuestra la apresurada construcción de su tumba.

El descubrimiento de la tumba de Tutankamón

La fama del Rey Tut se basa principalmente en los magníficos artefactos encontrados en su tumba y en el importante descubrimiento de su sarcófago el 4 de noviembre de 1922.

La llamada maldición de Tutankamón no ha hecho más que amplificar su celebridad. Este mito proviene de la incorrecta interpretación de una inscripción encontrada en la tumba. «Mataré a todos los que crucen este umbral al recinto sagrado del rey real que vive para siempre«.

Sin embargo, tiempo después se ha encontrado que la traducción correcta sería: «Yo soy el que evita que la arena bloquee la cámara secreta«.

El mito de la maldición se extendió rápidamente y parecía corroborado por algunos eventos que tuvo lugar unos meses después del hallazgo. Con el paso del tiempo, la leyenda fue ensombreciendo la historia real del faraón que reconstruyó Egipto. Una crónica menos conocida pero mucho más importante y trascendente, debido a su corto reinado.

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