El garrote vil era un mecanismo de ejecución empleado principalmente en España entre los siglos XIX y XX. En específico, empezó a usarse legalmente como sustituto de la horca en 1820 hasta la abolición total de la pena de muerte durante la transición española en los años 70.

Su objetivo, como muchos otros métodos de ejecución y sus subsecuentes evoluciones, era ocasionar una muerte digna, rápida e indolora. Sin embargo, este propósito no siempre era posible. Al igual que en el resto de procedimientos.

El garrote vil a lo largo de la historia

Aunque el garrote vil se asocia directamente con la historia de España, lo cierto es que el instrumento original, el garrote, se empleaba desde tiempos de la República Romana.

El sobrenombre «vil» se agregó durante la Edad Media como un adjetivo de clase cuando volvió a incorporarse en prácticas. Según las leyes estamentales, que definían las diferencias de estratos sociales, el método de ejecución era distinto para cada caso. La nobleza merecía un enjuiciamiento de mayor simbolismo (decapitación por espada), mientras que la plebe recibía un castigo vulgar, el garrote vil.

En aquel entonces y en adelante, la pena capital se aplicaba comúnmente con el ahorcamiento. Pero la crueldad de este método, dada la muerte lenta y agónica que ocasionaba, derivó en varias reformas y adaptaciones alrededor del mundo. Por ejemplo, en Inglaterra se perfeccionó la técnica agregando un escotillón y la caída larga de la horca, buscando la rápida rotura del cuello en vez del ahogamiento lento.

En España, a principios del siglo XIX, el uso del garrote comenzó a expandirse, en parte por la facilidad de fabricación y uso, ya que su mecanismo no es complejo. Finalmente, el rey Fernando VII abolió la ejecución en la horca y la sustituyó plenamente por el garrote vil en el decreto real del 24 de abril de 1832.

Este manifiesto hacía mención literal de la búsqueda de una muerte humana y decente. Haciendo todavía, eso sí, diferencia de clases entre garrote noble y garrote vil. En el primero, el enjuiciado llegaba a su destino en caballo ensillado. En el segundo, en burro o arrastrado.

Finalmente, el nombre que prevaleció en la historia para referirse a cualquiera de las variantes fue el de garrote vil.

Ilustración de una ejecución pública mediante garrote vil
Ilustración de una ejecución pública mediante garrote vil
Fuente de la imagen: El Confidencial

El funcionamiento del mecanismo

El garrote vil tenía una estructura y mecanismo muy sencillos. Constaba de una banca de madera con respaldo y un collar de hierro en la parte superior, atravesado por un tornillo.

Al sentar a la víctima en posición inmovilizada, el verdugo giraba el tornillo desde la parte posterior hasta romper su cuello. El tornillo perforaba y dislocaba las cervicales, entre las vértebras C1 y C2. Esta lesión ocasionaba directamente un coma cerebral y la muerte instantánea al afectar al bulbo raquídeo y la médula espinal.

Sin embargo, estos daños solo eran posibles si el verdugo contaba con la fuerza necesaria para girar el tornillo y la víctima no tenía un cuello lo suficientemente resistente como para soportarlo. De hecho, la mayor parte de las veces, la muerte sucedía por estrangulamiento agónico y no por dislocación cervical.

Lamentablemente, esta terrible situación sucedía constantemente con muchos métodos de ejecución alrededor del mundo. Métodos diseñados para dignificar la muerte, pero que solo ocasionaban finales crueles, largos y atroces. Desde la horca misma y el garrote, hasta la guillotina, la silla eléctrica y la inyección letal. Nunca tan efectivos como se deseaba.

La abolición definitiva del garrote vil y de la pena capital

El garrote vil se abolió finalmente junto con la pena de muerte en España con la aprobación de la Constitución de 1978, durante la transición a la democracia. En 1995 se erradicó la pena de muerte en tiempo de guerra, todavía contemplada hasta la fecha. Y en 2009 se ratificó la abolición en cualquier circunstancia a partir del protocolo de la Convención Europea de Derechos Humanos.

Las últimas personas en recibir la pena capital mediante garrote vil en España fueron el anarquista catalán Salvador Puig Antich y el criminal alemán Georg Michael Weizel. Ambos ejecutados el 2 de marzo de 1974.

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