En un alarde de capacidades de interpretación absolutamente portentosas, James McAvoy representa a un personaje con trastorno de identidad disociativo o de personalidad múltiple en las películas Split y Glass. Un paciente con 24 identidades distintas dentro de su ser, que llevó al actor a explorar los rincones más oscuros del séptimo arte.

Las dos películas forman parte de una trilogía brillante creada por el director M. Night Shyamalan, que inició en el año 2000 con Unbreakable, El protegido en español, protagonizada por Bruce Willis.

El conjunto de tres películas nos presenta una visión distinta, poco habitual y extremadamente interesante de los personajes de cómics, superhéroes y villanos. La historia de trasfondo nos da una perspectiva realista de la integración de poderes sobrehumanos en un contexto más terrenal. Sondea la relación inherente entre el héroe y el villano y su razón de ser. Su coexistencia y dependencia recíproca, que no tendría ningún sentido sin su contraparte o némesis.

La segunda y tercera parte de la película explora de forma exquisita uno de los problemas más insólitos y, hasta cierto punto, desconocidos, de la psicología humana. Un trastorno que Shyamalan plantea como la siguiente evolución de la especie, llevando nuestras capacidades al siguiente nivel.

Personajes de Glass. Bruce Willis como el héroe, Samuel L. Jackson como el villano y James McAvoy como una dualidad entre el bien y el mal
Personajes de Glass. Bruce Willis como el héroe, Samuel L. Jackson como el villano y James McAvoy como una dualidad entre el bien y el mal

El desorden de personalidad múltiple y la propuesta de Shyamalan

Científicamente hablando, el desorden de personalidad múltiple o trastorno de identidad disociativo se caracteriza por la existencia de dos o más identidades dentro de una persona. Cada identidad asume sus propias características, personalidad y patrones, independientemente al resto, y pueden tomar el control del individuo de manera espontánea.

En la mayoría de los casos, este trastorno surge como un método de autodefensa desarrollado por la mente ante situaciones de trauma y abuso infantil. Cuando el sujeto está sometido a situaciones de violencia a edad muy temprana, la mente puede llegar a fragmentarse. Desarrolla diferentes personalidades como consecuencia del trauma, algunas de ellas con objetivo de protección, otras de rechazo, y así consecutivamente.

Durante mucho tiempo hubo cierto escepticismo al respecto en la comunidad de psicólogos y psiquiatras. Pero finalmente la ciencia aceptó la existencia de este trastorno tras varios estudios y análisis en casos concretos.

En las películas Split y Glass, Shyamalan plantea este trastorno de forma muy específica. Lo lleva un poco más lejos y le agrega un punto sobrehumano para enmarcarlo en una historia de superhéroes.

El caso de Kevin Wendell Crumb

Kevin es uno de los protagonistas de la trilogía. Un joven que padece el trastorno y desarrolló 24 personalidades distintas que agrupa bajo el nombre de La Horda. Las películas nos muestran cómo todo es fruto de una serie de abusos que Kevin recibe durante su infancia por parte de su madre, quien comenzaba sus episodios de violencia gritándole por su nombre completo, siendo ese el único modo de poder regresar después a su identidad original.

Tal y como Shyamalan propone, cada una de las veinticuatro identidades tiene no solo una personalidad distinta, edad, nombre, género distintos, sino también una fisiología individual. Mientras una de las identidades necesita usar gafas, otra tiene diabetes. Algunos son niños, otros adultos, hombres, mujeres, etc. Cada una de ellas representa un signo de debilidad o fortaleza de Kevin, y en conjunto tratan de protegerlo de situaciones peligrosas como las que desencadenaron el mismo trastorno.

Estas variaciones implican un cambio químico en las personalidades, un cambio físico en el cuerpo de acuerdo a la identidad que en el momento esté dominando. Una particularidad que desencadena las características sobrehumanas de la personalidad número 24, La Bestia.

La Bestia en una de las escenas finales de Glass
La Bestia en una de las escenas finales de Glass

Esta entidad, tal y como Shyamalan y James McAvoy plantean, reúne todas las debilidades de la Horda y las convierte en fortalezas, llegando a sobrepasar los límites físicos humanos. Dentro de la historia, representa una dualidad entre el bien y el mal en un personaje que fue dañado en su momento y cuyo trauma lo hizo extremadamente fuerte, superior y vengativo. Tal y como dice, la siguiente evolución de la especie.

El trabajo de James McAvoy

Pese a que parece no haber recibido todo el apoyo que a mi juicio hubiera merecido, el trabajo de James McAvoy en las películas es soberbio y extraordinario.

Si interpretar a un personaje complejo implica una serie de dificultades evidentes, interpretar 24 es algo absolutamente abrumador y meritorio. De todas ellas, en las películas se nos muestran al menos nueve. Todas bastante definidas y radicalmente distintas entre sí.

Dos de las identidades más increíbles son las de Hedwig y Patricia. Un niño de nueve años entrañable y bastante cómico en su forma de hablar y una mujer adulta sofisticada y estricta, que mantiene el control en todas las situaciones.

James McAvoy como Patricia en la película Split
James McAvoy como Patricia en la película Split

La forma en que McAvoy asume estos roles tan contraproducentes es fascinante. Sin caer en estereotipos ni en la caricatura, resolvió de la forma más elegante, logrando incluso no ofender a nadie en estos tiempos en que hacer eso es tan difícil.

Sin lugar a dudas, un reto extremadamente laborioso que el mismo actor definió como abrumador y físicamente exigente. En el que tuvo que aprender a modular su voz, su forma de hablar, sus movimientos y su actitud. Bajo mi punto de vista, un trabajo de sobra merecedor de la nominación al Oscar que no obtuvo el reconocimiento que debería.

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