El desarrollo del primer ojo biónico de la historia de la ciencia

En 1973 se esuchó por primera vez el término «órgano biónico» a través de un programa llamado The 6 million dollar man, en el que se mostraban las posibles mejoras que se podían incorporar al cuerpo humano.

En aquel momento la idea parecía ridícula. Sin embargo, 47 años después, la tecnología biónica se ha convertido en una parte importante de la medicina moderna. En este contexto, Australia está jugando un papel primordial en esta nueva rama de la ciencia gracias al desarrollo del primer ojo biónico de la historia.

Las características del ojo biónico

Por lo que se ha visto en las películas, la concepción de ojo biónico se acerca más a la ciencia ficción que a la realidad. Como una pieza que se encaja simplemente en la cuenca del cráneo. Pero la idea en que se basa el desarrollo es un poco más compleja.

Bionic Vision Technologies, con sede en Melbourne, ha estado realizando avances clínicos para un sistema ocular biónico desde 2018. La tecnología se fundamenta en una combinación de entrada externa de un par de lentes, conectados a un implante en el ojo mismo. El diseño parte del objetivo inicial de paliar la retinosis pigmentaria degenerativa, una condición genética que afecta a 1 de cada 4,000 australianos.

La investigación que pone a prueba el desarrollo y respalda su funcionamiento cuenta con cuatro pacientes a los que se le han implantado el artefacto. Por el momento, los resultados son bastante prometedores. Los 4 han recuperado el sentido de la vista y están en el proceso de aprender a usar el ojo biónico para implementarlo eficientemente en movilidad y otras actividades.

En esta fase del proyecto, el ojo biónico tiene la capacidad de distinguir el encendido y apagado de luces, con miras a la interpretación de esa información desde el dispositivo. Aunque para ello se requiere mucho tiempo de capacitación y rehabilitación.

El funcionamiento del sistema

El ojo de Bionic Vision funciona recolectando imágenes de una cámara anexada en unas lentes. Las imágenes se transmiten a una unidad de procesamiento que el usuario lleva consigo, cuya función primaria es decodificarlas para su interpretación casi instantánea.

Las imágenes ya decodificadas se envían a un implante situado detrás de la oreja, que las envía de nuevo a la matriz de electrodos instalada en el ojo. A partir de ahí, el cuerpo hace el resto y el paciente aprende a descifrar lo que significan los destellos en la matriz.

Una malla de luces blancas para interpretar un mundo vívido puede que no suene como un sistema perfecto. Pero para quienes no tienen vista, es un gran paso en la recuperación de su independencia. Si bien colocar un ojo de reemplazo no será una realidad a corto plazo, la comprensión científica del ojo humano ha mejorado enormemente en los últimos años.