El mito de Apolo y Dafne describe lo que sucede cuando la lujuria se enfrenta al rechazo. Es una historia sobre el amor ciego, capaz de apoderarse incluso de los dioses griegos.

Apolo se enamora perdidamente de Dafne, una ninfa que ha jurado ser virgen eternamente. Debido a una maldición impuesta, ella siempre lo rechaza. Pero al momento en que el dios logra alcanzarla, ocurre un evento inesperado. 

La mención más famosa de este mito es la del poeta romano Ovidio. Está incluida dentro de su obra, Metamorfosis, una colección de fábulas griegas escritas en el año 8 a.C.

El mito de Apolo y Dafne

La historia de Apolo y Dafne tiene lugar justo después de que Apolo matara a Pitón, la gran serpiente que aterrorizaba a la humanidad. Tras su triunfo sobre un enemigo tan poderoso, el dios estaba lleno de arrogancia y se burló de Eros, el famoso dios del amor. «Chico insolente, ¿qué estás haciendo con las armas de un hombre?«

Eros se representaba a menudo como un niño alado. Apolo sintió que Eros le estaba robando la gloria al ganar fama como un célebre arquero. Habiendo derrotado a Pitón, creyó que él y solo él era digno de sostener un arco y una flecha.

Eros respondió. “Puedes herir cualquier otra cosa, Apolo. Pero mi arco te herirá a ti en la medida en que todas las criaturas vivientes son menos que dioses. En ese grado tu gloria es menor que la mía”.

El dios del amor agitó sus alas y voló hacia Apolo, disparándole en el pecho con una “flecha dorada de punta afilada y brillante”. Con un segundo disparo, Eros apuntó a Dafne, una ninfa hija del dios del rio, Peneo, y cazadora de Artemisa. Hasta el momento la ninfa se había dedicado a la caza, siguiendo las estrictas leyes de Artemisa, que exigían castidad y virginidad. 

La maldición de Eros

Las flechas de Eros tenían una maldición. La que impactó a Apolo, de amor y pasión intensa. La que impactó a Dafne, de disgusto y rechazo.

Así, mientras el dios de la belleza se enamoró locamente de la ninfa, ella lo odiaba con todo su ser. Cuanto más él se acercaba e intentaba cortejarla, más ella se alejaba con mayor desprecio.

Apolo y Eros
Apolo y Eros
Fuente de la imagen: Rubens

Apolo se obsesionó con ella y enfocó todo su esfuerzo en perseguirla y alcanzarla. Dafne, que huía desesperada, agotó todas sus fuerzas en escaparse. Hasta que finalmente el dios la alcanzó.

Al momento de verse atrapada, Dafne vio las aguas del río de su padre y gritó: “¡Ayúdame padre! ¡Si tus corrientes tienen poderes divinos, cámbiame, destruye esta belleza que agrada demasiado!”

La tragedia de Apolo y Dafne

Peneo ayudó a su hija, ya en las manos de Apolo, y ella comenzó a transformarse en un árbol. Su pelo se convirtió en hojas, sus brazos en ramas y sus piernas en raíces. Antes de que Apolo pudiera mirarla a la cara por última vez, ella ya se había ido. Y entre sus brazos no había más que un hermoso laurel.

Pero el amor de Apolo se mantuvo vivo. El dios tomó las hojas del árbol y besó la madera y susurró:

Ya que no puedes ser mi novia, ¡serás mi árbol! Laurel, con tus hojas mi pelo será coronado, con tus ramas construiré mi lira, con tus raices mi aljaba. Te pararás fuera de los postes de la puerta de Augusto, un guardián fiel. Así también tú lucirás la belleza de las hojas imperecederas”.

Desde entonces, el laurel se convirtió en el árbol sagrado de Apolo. En Delfos, el oráculo masticaba hojas de laurel antes de recibir la sabiduría divina que traducía en profecía. El premio de los Juegos Píticos, los segundos más importantes de la Antigüedad tras las Olimpiadas, fue una corona de laurel. Símbolo de victoria que se mantiene hasta nuestros días.

COMPARTIR: