La mitología egipcia es tan compleja y rica como otras creencias creacionistas desarrolladas a lo largo de la historia y las civilizaciones. En el Antiguo Egipto, los principios básicos de la vida, la naturaleza y la sociedad eran resultado de la determinación de los dioses, comenzando por Ra, el principal.

Según los escritos, todo se creó a partir del caos. Ra emergió en algún momento entre las aguas primigenias y el planeta era un paisaje sagrado, reflejo del lugar donde habitaban los dioses. Fue así como los faraones heredaron la tierra y su derecho a gobernar. Un relato que consta en los jeroglíficos de pirámides, templos, tumbas y hojas de papiro, descubiertos milenios más tarde por la arqueología moderna.

La creación de Ra

Según el Libro de los Muertos, uno de los textos sagrados egipcios, Ra creó el mundo en un lugar que más tarde se conocería como la Heliópolis o ciudad del Sol. Al principio, era una extensión infinita de aguas oscuras y caos, llamado Nun. De acuerdo al mito, Ra se creó a sí mismo a partir de Nun mediante un esfuerzo de voluntad, pronunciando su propio y comenzando entonces a existir.

Los textos describen que el dios creador surgió como un Bennu, un ave mítica similar a una garza o un fénix. Después de hacer un nido de ramas aromáticas y especias, se consumió en un fuego intenso y volvió a la vida como un dios con cabeza de ave y cuerpo humano. La piedra angular colocada en la parte superior de un obelisco o una pirámide está asociada con el Bennu y es un símbolo de renacimiento e inmortalidad.

Como creador universal, Ra fue responsable de crear el cielo y la tierra. Es por eso que tiene un rol dual y lleva una Doble Corona, símbolo del Alto y del Bajo Egipto. En el brazo lleva el ankh, una alegoría de la vida, y un cetro, que sirve como efígie de la autoridad real.

Representación jeroglífica del dios del Sol, Ra
Representación jeroglífica del dios del Sol, Ra
Fuente de la imagen: World History

La descendencia del dios creador, la Enéada Heliopolitana

En un momento que los egipcios llamaron Zep Tepi, que significa «la primera vez», Ra creó dos descendientes. Su hijo Shu, representaba el aire seco. Su hija Tefnut, representaba el aire húmedo corrosivo. Los gemelos simbolizaban dos principios universales de la existencia humana, la vida y la justicia.

Ambos separaron el cielo de las aguas y concibieron a nuevos hijos llamados Geb y Nut, la tierra seca y el cielo. Cuando las aguas primigenias retrocedieron apareció un montículo de tierra, proporcionando un lugar sólido y estable para que el dios del Sol, Ra, descansara. Geb y Nut tuvieron cuatro descendientes: Seth, el dios del desorden; Osiris, el dios del orden; y sus hermanas, Neftis e Isis. Esta nueva generación completó la Enéada Heliopolitana, el grupo de las nueve deidades principales egipcias, que comenzó con Ra, el dios creador primitivo.

La razón de ser del Ojo de Ra y su importancia en la mitología egipcia

Ra gobernaba la tierra, donde coexistían los seres humanos y los seres divinos. Los humanos fueron creados a partir del Ojo de Ra o wedjat, que significa «el ojo de la totalidad». Según el mito, el Ojo se separó de Ra y cuando Shu y Tefnut fueron a recuperarlo, se resistió a regresar. En la lucha que siguió, el Ojo derramó sus lágrimas, de las que finalmente nacieron los humanos.

Esta es la razón de que el Ojo sea un símbolo perdurable para Ra y Horus, el hijo de Osiris e Isis. Representa el poder de ver, iluminar y actuar. El acto de devolver la mirada al creador era equivalente a sanar la tierra, la restauración del derecho y el orden. Evitar que la tierra cayera en el caos era fundamental en el papel del faraón.

Otra versión del mito egipcio de la creación afirma que el wedjat simplemente se alejó, por lo que Ra envió a Thoth, el dios de la Luna, a buscarlo. Cuando regresó, el Ojo descubrió que otro había ocupado su lugar. Y con el fin de apaciguar su furia, Ra lo colocó en su frente en forma de cobra, donde podría ver todo en primer plano y gobernar el mundo entero. Se dice que por esta razón, los faraones llevaban la cobra en la frente como símbolo de protección y para mostrar su descendencia del dios del Sol.

La ruptura entre los dioses y los humanos

Cuando Ra envejeció, las deidades intentaron aprovecharse de su senectud. Incluso los humanos conspiraron contra él, lo que los llevó a una caída de la gracia divina. Como consecuencia de la rebelión, Ra envió su Ojo para masacrar a los rebeldes, una acción que lo transformó en Sekhmet, un poderoso y furioso dios representado como un león. Después de castigar a sus enemigos, el Ojo se transformó nuevamente, esta vez en forma de vaca, el dios Hathor.

Dolorido y cansado de estos problemas, Ra decidió retirarse del mundo. Tomó a Hathor y se montó en Nut, el cielo, quien lo elevó al espacio celestial. Los otros dioses se aferraron al vientre de Hathor y se convirtieron en estrellas. Después de esto, Thoth, el dios de la luna, recibió un hechizo para proteger a los humanos de cualquier daño cuando el sol se ocultase bajo la tierra. A partir de aquel momento, los humanos se separaron de los dioses, como la tierra se separó del cielo.

Representación de Ra surcando el cielo en su barca cada día
Representación de Ra surcando el cielo en su barca cada día
Fuente de la imagen: Wierdworm.com

El ascenso a los cielos de Ra

Ra se asentó en los cielos, donde logró establecer el orden. El mito egipcio termina describiendo el amanecer y el ocaso con que cada mañana el dios renacía por el este y surcaba el cielo hacia el oeste en un bote llamado la Barca de los Millones de Años.

El dios del Sol era la deidad más importante del panteón egipcio. Bajo la representación de un disco de luz se le llamaba Aten. Bajo el concepto de Sol naciente, Ra, el dios supremo de Heliópolis. Y como el Sol poniente, Atum. Tanto las pirámides de Egipto, como el obeliscos y la esfinge, un símbolo en sí mismo, estaban asociados directamente con él.

El Sol representa la luz y la iluminación, entre muchas otras cosas, y es probablemente el elemento más común en casi todas las religiones antiguas y modernas. Como una estrella que brilla en mitad del cielo sobre todo lo demás, no es de extrañar que los antiguos egipcios lo eligieran como principal creador del universo.

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