No son pocas las leyendas urbanas y los sucesos extraños que han perturbado por generaciones a la cultura japonesa. Cada vez es más frecuente, gracias a la globalización y las posibilidades de Internet, que sus historias más terroríficas traspasen fronteras y se hagan populares también en occidente. Una de las historias más conocidas y a la vez desconcertantes es la de Takashimadaira Danchi. Un caso real envuelto en un halo de misterio que sorprende y aterra por partes iguales.

El bloque de edificios Takashimadaira

Después de la destrucción del gran terremoto de Tokio el 1 de septiembre de 1923, que desató el caos y la violencia en la capital japonesa, el sector de la construcción se centró en una estrategia de edificios «colmena». Una serie de bloques de inmuebles capaces de alojar a cientos de familias y soportar las inclemencias de los fenómenos naturales más severos, que azotan la isla nipona.

El conjunto de viviendas Takashimadaira se construyó bajo esta premisa en la década de los 70, siendo parte de un proyecto que buscaba dar hogar al máximo número de personas. En total, el complejo habitacional se compone de 29 edificios de proporciones bastante grandes y se inauguró en 1972.

Como tal, fue uno de los símbolos de progreso de la ciudad, que logró levantarse de nuevo tras las consecuencias del sismo, dejando atrás construcciones antiguas en madera y dando paso a las estructuras fortificadas de hormigón.

Complejo de edificios Takashimadaira

El lado oscuro del bloque de edificios

Cinco años después de la inauguración de los edificios comenzó su historia más oscura. En 1977 se quitaron la vida dos personas, un dato hasta el momento no tan llamativo, si conocemos los altos índices de suicidio que tristemente caracterizan a Japón.

Dos años más tarde, en 1979 y hasta 1980, se suicidaron 133 personas más.

Este repentino fenómeno causó el terror entre los habitantes de la zona, que pronto decidieron tomar medidas anexando rejas y otros métodos para evitar que las personas pudieran lanzarse desde las terrazas y balcones de los edificios. Un hecho que cambió el semblante de los bloques hasta el punto de convertirlos en armas enfundadas y en el recuerdos espantoso de un año empañado por la muerte y las decisiones fatales.

Todos los que vivían en Takashimadaira lo hacían sabiendo de alguna forma que algo allí no estaba bien. Entre el temor y el recelo por no comentar nada, pasaban sus días en un escenario atroz, testigo de los peores finales. Y es que no solo se suicidaban personas que tenían allí sus casas, sino que gente de fuera, ajenos a aquella comunidad, iba explícitamente a esos bloques para quitarse la vida.

Nadie sabe por qué, el lugar se convirtió en una atmósfera de culto para los suicidas. Quienes sorteaban incluso las medidas tomadas, colgándose de las rejas y las redes de los apartados más altos del bloque.

Las leyendas de Takashimadaira

A día de hoy no se conoce la razón exacta de estos sucesos.

Una de las características más curiosas y sorprendentes de la ubicación de los edificios de Takashimadaira es el sonido perpetuo de las chicharras que habitan la zona. Por extraño que parezca, el chirrido es constante y persistente, un ruido asfixiante que no cesa y que llega a percibirse como una auténtica tortura para cualquiera.

Algunos achacan a esto los fenómenos sucedidos, pero no termina de dar explicación a por qué personas foráneas se adentraban en los bloques para terminar con su existencia.

Como es común en casos de este tipo, no tardaron en surgir leyendas de fantasmas y presencias que obligan a las mentes más perturbadas a resolverse así.

Lo único cierto en todo este asunto es que el aspecto de los inmuebles quedó absolutamente deteriorado. Entre las rejas, las redes, los carteles disuasorios y el ambiente de dolor y angustia que envuelve la zona, resulta un paisaje desolador. Una pesadilla de cuatro paredes en la que sería muy difícil vivir en paz.

Takashimadaira en la cultura popular

Parte de la popularidad de este enclave tenebroso se debe a la publicación de un cómic manga llamado Pesadillas, publicado en 1980. En él, Katsuhiro Otomo retrató los sucesos acaecidos en Takashimadaira, resaltando, eso sí, la parte más oscura y misteriosa de los casos.

Manga Pesadillas
Imagen del manga Pesadillas

Las presencias que algunos aseguraban haber visto allí también inspiraron grandes historias de terror llevadas al cine, protagonizando muchas de las películas de horror más importantes de la industria japonesa.

De entre todas las leyendas que se conocen de la cultura japonesa, esta historia trascendió por encima de todas por su crudeza y crueldad. Un hecho que impactó a todo un país y que se quedó grabado a fuego en la memoria de varias generaciones.

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