La iglesia de San Jorge en Lukova, República Checa, es uno de los lugares más aterradores del mundo y no por su historia o su leyenda, sino por su aspecto modificado por la mano del hombre. Se trata de un espacio destinado a la liturgia religiosa que durante siglos vivió en la normalidad junto a sus feligreses, pero fue abandonado tras un tiempo parte por las circunstancias, parte por las supersticiones. Así permaneció durante décadas, a merced del olvido y el silencio, hasta que un artista decidió convertirlo en lo que hoy se conoce como la Iglesia de los Nueve Fantasmas.

La clausura de la iglesia de San Jorge

La iglesia de San Jorge se construyó a mediados del siglo XIV a las afueras de una localidad checa llamada Lukova. Como muchas construcciones religiosas de la época, su estructura y estilo guardan un semblante romántico y añejo. Más aún después de los años de abandono.

En la década de los 60, parte del techo del espacio central del templo se vino abajo por el desgaste del tiempo, nada menos que durante un funeral. El evento no terminó en más tragedia que las pérdidas materiales de la misma construcción, pero significó el símbolo de un mal presagio para muchos de los fieles que lo visitaban cada domingo. Entre rumores y supersticiones, la iglesia comenzó a considerarse maldita y poco después la clausuraron. La falta de fondos en el pueblo para mantenerla en buen estado la llevó al deterioro, convirtiéndola en un lugar más o menos tenebroso.

La Iglesia de los Nueve Fantasmas

En el año 2014, el Departamento de Diseño y Bellas Artes de la Universidad de Bohemia Occidental coordinó un proyecto de fin de carrera con el estudiante Jakuv Hadrava que consistía en devolverle la vida a la iglesia de San Jorge. Metafóricamente, el artista diseñó una obra para este fin creando nueve figuras espectrales de tamaño natural distribuidas por todo el templo.

Las estatuas, construidas con yeso y telas, reproducían a nueve fieles que pacientemente rezaban en los bancos de la iglesia, durante lo que parecía una misa eterna. Su intención expresa era rendir homenaje a los alemanes que iban al templo cada domingo durante principios del siglo XX. Que más tarde fueron expulsados tras la II Guerra Mundial. Esta representación fantasmagórica de los feligreses, junto con el semblante raído de las paredes, creó un escenario espeluznante y peculiar a partes iguales. Un lugar al que nadie iría solo en mitad de la noche y en el que cualquiera se sentiría, cuanto menos, observado.

Fotografía de la iglesia de San Jorge con las figuras fantasmagóricas instaladas
Fotografía de la iglesia de San Jorge con las figuras fantasmagóricas instaladas
Fuente de la imagen: We Heart It
Figuras de la iglesia
Figuras de la iglesia
Fuente de la imagen: Cultura Inquieta
El aspecto tenebroso de los fantasmas de la iglesia de San Jorge
El aspecto tenebroso de los fantasmas de la iglesia de San Jorge
Fuente de la imagen: Sopitas

Sin embargo, la obra empezó a llamar la atención del turismo, creyente o no, que sintió la curiosidad por presenciar tal ambiente. La afluencia de visitantes creció tanto, que la misma Iglesia Católica decidió considerar al templo de San Jorge para celebración litúrgica, reanundando de nuevo actividades.

De alguna forma u otra, el artista consiguió finalmente devolverle la vida al sitio. Actualmente se le conoce como la Iglesia de los Nueve Fantasmas y cuenta ya con unas veinte esculturas que cada domingo conviven en silencio con las personas que van a misa. Sea por el morbo del miedo o el recuerdo de los antiguos fieles, gente de todo el mundo se acerca a Lukova para sentarse a rezar entre los fantasmas.

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