14 West 10th Street es la dirección de una casa my particular, de estilo renacentista, cerca de Washington Square Park en Manhattan, Nueva York. Esta construcción inspira horror y temor a todo aquel que se atreva a sumergirse en su historia y su pasado. Se construyó en la década de 1850 y desde sus primeros años hospedó a varias personalidades e influyentes de la sociedad norteamericana. Se dice que ha sido testigo de más de 22 muertes en su vida útil y parece que algunos de esos residentes nunca se fueron del todo. Es por eso que se conoce como La Casa de la Muerte. 

Las primeras sombras de La Casa de la Muerte

Los primeros años de la vivienda transcurrieron tranquilamente, como en cualquier otra propiedad de la época. No fue hasta finales de los 1800 que empezó a labrarse un nombre dentro de lo paranormal.

Todo comenzó cuando la familia Boorman Johnston adquirió la propiedad en 1880. Cuando James Boorman, el padre, falleció repentinamente, lo que empezó siendo un ambiente calmado y normal pasó a transformarse en algo más perturbador.

De la noche a la mañana el aire se sentía pesado, los objetos se movían de un lugar a otro y se escuchaban ruidos y lamentos en las madrugadas. La viuda y sus hijas no pudieron soportar estos sucesos mucho tiempo y decidieron vender la casa casi de inmediato. Lo que no sabían es que una gran estela de terror y trágicos recuerdos comenzaban a acumularse entre aquellas paredes.

El siguiente incidente ocurrió en 1897. El nuevo propietario de la casa era el famoso ciclista Fred H. Andrew, quien vivió una experiencia que cambió su vida para siempre. El 9 de agosto del mismo año, Andrew celebró una reunión con varios amigos e invitados. De repente y sin razón aparente, comenzó a mutar su estado de ánimo, sintiéndose furioso y muy enfadado. Como si algo se apoderara de su cuerpo y de su mente, golpeó a un niño de 8 años entre los presentes, hijo de un amigo cercano. Además de otros daños internos, los golpes llegaron a fracturarle una pierna. Andrew fue arrestado y siempre defendió su inocencia alegando a que no era él quien tenía el control en aquel momento.

Fachada de La Casa de la Muerte
Fachada de La Casa de la Muerte
Fuente de la imagen: NYGhosts

El paso de Mark Twain por La Casa de la Muerte

El siguiente inquilino fue sin lugar a dudas el más famoso de la casa: la leyenda de la literatura clásica americana Mark Twain. El escritor, cuyo nombre real era Samuel Clemens, residió en La Casa de la Muerte 3 años después de Fred H. Andrew. Su estancia fue breve, de poco más de 12 meses, pero también muy intensa. Había llegado a la gran manzana para distraerse de cierto malestar que estaba arrastrando y para producir algunas de sus obras clásicas en los teatros locales.

Twain era un escéptico declarado de los asuntos paranormales pero, durante su estancia, describió una experiencia extraña dentro de la casa. Una noche fue testigo de cómo un gran trozo de leña levitaba en el aire por sí solo. Al principio pensó que era una rata, así que sacó su pistola y le disparó. Pero cuando el tronco cayó al suelo, vio que no había nada más que lo que era, un pedazo de madera. Dada su incredulidad, el escritor no podía permitirse justificar el suceso con un fantasma. Así que lo asoció a brisas repentinas, aunque también sabía que era una explicación poco convincente.

Tiempo después, cuando la casa cambió de dueño, los siguientes propietarios aseguraron que el espíritu del mismísimo Twain todavía seguía allí. A pesar de que el escritor murió en Connecticut. Afirmaron haber escuchado ruidos en partes desocupadas y haber visto su rostro subir y bajar las escaleras, el espacio más embrujado según su propia leyenda.

A finales de 1930, cuando La Casa de la Muerte ya se había convertido en edificio de departamentos, varios inquilinos afirmaron haberse topado directamente con el escritor.

Fotografía de Mark Twain en la casa
Fotografía de Mark Twain en la casa
Fuente de la imagen: Time

Otros incidentes paranormales

Poco después de la transformación del edificio, una madre y su hija recién llegadas se encontraron con el mismo fantasma posado en un asiento junto a la ventana. El hombre se acercó con indiferencia y les dijo: «Mi nombre es Clemens y tengo un problema aquí que debo resolver«. Momentos después, desapareció en el aire.

En 1957, la actriz, psíquica y escritora Jan Bartell informó de que “una monstruosa sombra en movimiento” la seguía a menudo dentro de la casa. En otra ocasión describió la figura fantasmal de un hombre parado en un pasillo. Cuando extendió la mano para intentar tocarla, afirmó haber sentido “una sustancia fria y húmeda”. A lo largo de su estancia reportó un sinúmero de experiencias. Sus mascotas se volvían agresivas, su comida se pudría en pocos días y cualquier flor y planta que tuviera, se moría.

El caso más trágico de La Casa de la Muerte

Después de décadas de experiencias acumuladas, el 2 de noviembre de 1987 la casa se volvió aún más trágica y aterradora con el asesinato de la pequeña Lisa Nussbaum, una historia de película de terror.

Alrededor de las 6:40 AM, los operadores del 911 recibieron una llamada de la autora y editora infantil, Hedda Nussbaum. Dijo que su hija de seis años, Lisa, no respiraba, por lo que se le envió una ambulancia de inmediato. Cuando llegaron los paramédicos, se encontraron con una escena muy inquietante. Lisa estaba inconsciente en el piso de la cocina, en deplorables condiciones. Su hermano Mitchell estaba atado a un corral, justo a lado de ella. La pequeña estaba cubierta de hematomas y tenía varios huesos rotos. Alrededor había restos de marihuana, cocaína, hachís, más de veinte pipas de crack y 25,000 dólares en efectivo.

Después de varios intentos camino al hospital, los paramédicos no pudieron reanimar a Lisa. Su autopsia reveló que la causa de su muerte fue un traumatismo contundente y reiterado en el cráneo. Hedda Nussbaum y su abogado Joel Steinberg, también padre de Lisa, fueron arrestados y acusados ​​de asesinato en primer grado. Después de un atracón de cocaína, por lo visto, Steinberg abusó violentamente tanto de Lisa como de su esposa. 

Tras estos trágicos acontecimientos, La Casa de la Muerte no alberga otra cosa que miedo, drama y desgracia. Aunque por fuera mantiene su apariencia elegante y renacentista, por dentro acumula terror e historias tristes. Las huellas que deja el tiempo y las almas que dejaron los que pasaron por ella.

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