Desde los primeros registros de la historia, siempre ha existido un personaje secundario a la sombra de los grandes líderes de ejércitos e imperios. Figuras al servicio de sus hazañas y sus travesías, incluso de batallas y gestas peligrosas. Los caballos de los emperadores, de los comandantes y de los insurrectos. El compañero más poderoso en viaje, el más recio y noble. El rocín magnánimo y diligente que nunca abandonó a su montador ni en las más angostas andaduras.

Cada crónica de aventuras y proezas cuenta con este animal protagonista. El que llevó y soportó durante millas a los grandes conquistadores abriendo fronteras y a los revolucionarios capitaneando tropas, dejando huellas de herradura en los anales de la antigüedad. Estos son los cinco caballos más famosos de la historia.

Bucéfalo de Alejandro Magno, uno de los caballos más famosos de la Antigüedad

Qué hizo si no Alejandro Magno que conquistar el mundo. Desde Asia Menor, el Mediterráneo, Egipto y Persia, Asia Central e India, se hizo con los más amplios territorios del siglo II a.C. Junto a él cabalgó Bucéfalo, probablemente el caballo más famoso de la Antigüedad.

Mosaico de Alejandro Magno sobre Bucéfalo
Mosaico de Alejandro Magno sobre Bucéfalo
Fuente de la imagen: Wikipedia

El nombre de Bucéfalo viene del griego y significa «cabeza de buey», un apelativo que hacía referencia a su aspecto físico parecido a este animal.

Según cuentan algunos escritos, Bucéfalo era salvaje y desbocado, sin control alguno y temeroso de su propia sombra. Solo Alejandro Magno pudo montarlo por primera vez y así llevárselo a sus invasiones fuera de Macedonia.

Se cree que murió de viejo tras la Batalla del Hidaspes en 326 a.C., en el lugar donde Alejandro fundó Alejandría Bucéfala en su honor.

Incitato, el favorito de Calígula que llegó a cónsul

Calígula era conocido por sus decisiones poco ortodoxas durante su reinado. Algunas tan lejanas de lo regular que lo llevaron a la demencia y al desequilibrio.

Estátua de Calígula sobre Incitato
Estátua de Calígula sobre Incitato
Fuente de la imagen: El Español

Sus ideas perturbadas lo impulsaron a nombrar a Incitato, su caballo, cónsul de su propio gobierno en Roma. Su devoción por el jamelgo llegó a extremos ridículos y extravagantes. Le construyó una caballeriza de mármol con pesebres de marfil única y exclusivamente para él, una villa completa con jardines y hasta contrató a 18 asistentes para cuidarlo.

Incitato era un caballo de carreras de cuadrigas, pero se alimentaba de copos de avena mezclados con escamas de oro, vino y algunos mariscos. Vestía telas del tinte más caro en la época, el púrpura, y usaba joyería de piedras preciosas.

Según los registros antiguos, la única carrera que perdió fue suficiente para que Calígula ordenase la muerte del auriga, quien manejaba el carro, una ejecución lenta y llena de sufrimiento.

Babieca, el legendario corcel de El Cid Campeador

Babieca fue, según las fuentes literarias, el caballo del noble Rodrigo Díaz Vivar, conocido como El Cid. Durante el siglo XI, El Cid fue un líder militar castellano reconocido como héroe nacional español durante las cruzadas de la Reconquista.

Estátua sita en Burgos de El Cid sobre Babieca
Estátua sita en Burgos de El Cid sobre Babieca
Fuente de la imagen: Burgos Conecta

Dominó prácticamente el oriente de la Península Ibérica a lomos de su caballo e inspiró una de las obras más importantes de la literatura española, El Cantar de mío Cid. La obra literaria describió al caballo como ágil y veloz, robusto y heróico.

Según cuenta la leyenda, cuando el Cid murió en 1099, su esposa Jimena dispuso su cadáver sobre Babieca para que los enemigos no supieran que estaba muerto. El caballo nunca volvió a ser montado y falleció dos años después a la longeva edad de cuarenta, a diez kilómetros de Burgos, en Castilla y León.

Marengo, el más famoso de los 130 caballos de Napoleón Bonaparte

Napoleón Bonaparte no tuvo solo uno, sino alrededor de 130 caballos. Entre todos ellos, Marengo fue el más famoso. De raza árabe, constitución fuerte y alzada pequeña, debe su nombre a la batalla de Marengo, un conflicto que el Imperio Francés ganó en Italia el 14 de julio de 1800.

Pintura de Napoleón Bonaparte sobre Marengo
Fuente de la imagen: El País

Desde su adquisición en el mismo año, Marengo acompañó al emperador en numerosas batallas, incluyendo la de Austerlitz, la de Jena, la de Wagram y la de Waterloo. Fue en esta última, en 1815, cuando lo capturaron. Tras el exilio de Napoleón después de la derrota de Francia, el caballo murió en el año 1831.

Una de sus gestas más conocidas fue recorrer a galope los 130 kilómetros que separan Valladolid y Burgos, en España, en un tiempo de solamente cinco horas.

El esqueleto de Marengo está expuesto actualmente en el Museo Nacional del Ejército de Sandhurst, en Inglaterra.

Palomo, el caballo blanco de Simón Bolívar

Simón Bolívar cabalgó a lomos de su caballo Palomo en las batallas del Pantano de Vargas, de Boyacá, Bomboná y de Junín. El libertador de las repúblicas de Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Bolivia y Panamá recibió a Palomo en forma de regalo de una campesina de Santa Rosa de Viterbo, Colombia, en 1819.

Ilustración de Simón Bolívar sobre Palomo
Ilustración de Simón Bolívar sobre Palomo
Fuente de la imagen: Universidad Cooperativa de Colombia

El caballo era blanco y tenía un semblante majestuoso, de gran estatura y con una cola que llegaba hasta el suelo.

Algunas fuentes afirman que Bolívar lo regaló en 1826 a un general boliviano llamado Jossef Andrés de Santa Cruz. Otros, por el contrario, creen que murió en Colombia en 1840. Donde se encuentra una lápida supuestamente en su honor.

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