La música en la guerra y la vida del soldado ha sido una parte integral desde los albores de la historia. Incluso los instrumentos con los que se tocaba antiguamente han adquirido un gran poder simbólico. Los tambores de un regimiento son superados solo por sus colores como emblema de honor y tradición.

En el siglo XVIII, el acto de alistarse se describía como «seguir el tambor». Incluso hoy en día esos símbolos siguen siendo analizados por distintos estudios de estrategia de guerra.

Los primeros registros de estas tácticas bélicas

La función de la música en la guerra siempre ha tenido 2 vertientes: como medio de comunicación y como arma psicológica en contra del enemigo.

Entre las referencias más antiguas a este último papel aparece en el capítulo 6 del libro de Josué del Antiguo Testamento. Una descripción excepcionalmente detallada del despliegue de cuernos de carnero contra los muros de Jericó, el asentamiento humano fortificado más antiguo conocido por la arqueología.

Aunque los cuernos de carnero de hecho producen una poderosa explosión de sonido, difícilmente se puede suponer que hayan sido suficientes por sí mismos para destruir los gruesos muros de Jericó de 7 metros de altura. Aún así, el relato bíblico deja en claro que Josué fue un general muy sutil que compensó la inferioridad numérica de sus hombres mediante la inteligencia y tácticas de guerra psicológica.

Representación de la caída de los muros de Jericó
Representación de la caída de los muros de Jericó
Fuente de la imagen: Free Bible Images

Salvo un terremoto muy coincidente, la descripción de la historia del colapso de los muros de Jericó fue probablemente alegórica. Todo en referencia a la estrategia de Josué, que incluía a sus sacerdotes tocando los cuernos al unísono, motivando a sus guerreros y debilitando la voluntad de sus enemigos.

La música en la guerra de los Imperios de Grecia y Roma

Tanto los ejércitos griegos como los romanos utilizaron instrumentos de percusión y metal para transmitir información sobre el campo de batalla y el campamento. Los soldados griegos contaban con músicos que acompañaban los recitales de odas e himnos para recordar el valor de los héroes del pasado. Después del colapso de Roma en Occidente, su tradición de música marcial fue preservada y refinada por el Imperio Bizantino.

De igual forma, entre los enemigos celtas de Roma también se ejecutaban las mismas prácticas. Durante siglos marcharon a la batalla con cuernos, tambores y, por supuesto, gaitas. Estas últimas eran tan integrales en el repertorio marcial sajón que Gran Bretaña las prohibió después de la derrota del ejército escocés en 1746. Solo para levantar la prohibición en beneficio de sus propios regimientos pocos años después.

Gaitas en las filas del ejército escocés en la actualidad
Gaitas en las filas del ejército escocés en la actualidad
Fuente de la imagen: Pexels

La adaptación de la estrategia en América

Fue en el año 1778 cuando el primer manual de soldados estadounidenses, compilado por el mayor general Wilhelm von Steuben, se envió al ejercito norteamericano. Incluyendo una lista de golpes y señales musicales inspirados en los utilizados por los ejércitos europeos durante siglos.

Rápidamente este se tropicalizó y la corneta reemplazó al conjunto de pífano y tambor en las filas de batalla. En 1867, las llamadas de corneta de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, siguieron el modelo francés. Se codificaron y estandarizaron en una forma que sobrevive en gran medida en la actualidad.

La tecnología eclipsó la necesidad de que la música acompañara el movimiento en el campo de batalla a mediados del siglo XX. Sin embargo, siguió siendo un medio eficaz para manipular la moral, la energía y la actitud de los ejércitos. De hecho, de poblaciones enteras.

La música en la II Guerra Mundial

Durante la II Guerra Mundial, tanto la radio como el cine se habían convertido en tecnologías maduras y omnipresentes. Los gobiernos al fin pudieron poner el arte de la música completamente al servicio del ejército. Las marchas seguían siendo eficaces en todos sus papeles habituales y las canciones populares se convirtieron en vehículo de sentimientos instintivos.

Los ejercitos Aliados tomaron un ventaja al adoptar como marca registrada las notas iniciales de la Sinfonía No. 5 de Ludwig van Beethoven – tres Gs y un E-bemol. Correspondientes a tres puntos y un guión en código Morse, que tenían como significado la V de Victoria. Esa firma musical sirvió como leitmotiv recurrente en películas, conciertos e innumerables formas de propaganda política. Algo que irritaba a sobremanera a Josef Goebbels, ministro de propaganda Alemana, al no haber pensado en ello primero.

Cada nación combatiente tenía músicos dispuestos a contribuir con lo que pudieran al esfuerzo bélico. En los Estados Unidos, todos, desde Frank Sinatra hasta Leopold Stokowski, dieron conciertos de apoyo y realizaron grabaciones exclusivamente para las fuerzas armadas. El reconocido músico del jazz, Glenn Miller, perdió la vida camino a tocar para las tropas en el extranjero. El famoso cornetista Jimmy McPartland desembarcó en normandía el Día D con la infantería estadounidense.

Pero el Tercer Reich no se quedaba atrás. Había heredado un tesoro de cultura musical a través de una línea ininterrumpida de genios. Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, Beethoven, Franz Schubert, Robert Schumann, Johannes Brahms y Richard Wagner, hasta Anton Bruckner.

Las óperas de Wagner en particular, fueron para Goebbels metáforas y símbolos que podrían usarse para dar prestigio al régimen nazi y resonar en el parloteo de sus ideólogos. Adolf Hitler fue equiparado con el héroe wagneriano Siegfried. Incluso se rumoreaba en la década de 1930 que Winifried Wagner, la nuera del compositor, estaba destinada a convertirse en la esposa de Hitler.

Soldados de los ejércitos Aliados escuchando música durante la II Guerra Mundial
Soldados de los ejércitos Aliados escuchando música durante la II Guerra Mundial
Fuente de la imagen: National Endowment for Humanities

La música en la Guerra de Vietnam y en la actualidad

Con el paso del tiempo la música también experimentó cambios drásticos. A diferencia de la música clásica, el jazz y otros estilos utilizados durante conflictos anteriores, la Guerra de Vietnam supuso un antes y un después en esta estrategia. El Rock and Roll y los géneros de música subversiva habían irrumpido en una sociedad cada vez más pacifista y contraria a los intereses belicosos. La mayoría de los artistas se opusieron ampliamente a la guerra siguiendo las tendencias sociales y usaron su música como mensaje de paz internacional, de aliento y resistencia a los soldados que estaban en campaña.

Canciones como Born In The USA de Bruce Springsteen se escribieron específicamente para describir la difícil situación de los soldados que murieron durante la guerra. El cantante protestó, además, por las dificultades que enfrentaban los veteranos una vez que regresaban a casa. Otras canciones que nacían con el mismo propósito fueron Chain Of Fools de Aretha Franklin y Purple Haze de Jimmy Hendrix. Solo algunas de las muchas que se compusieron a causa de la guerra.

Hoy en día la música se usa de manera diferente debido a la tecnología. Los soldados tienen acceso a teléfonos inteligentes, computadoras y muchos otros dispositivos. Esto les permite escuchar música de una manera mucho más amplia e individual. Debido a estas opciones, este recurso se utiliza como una forma de lidiar con el estrés y las consecuencias psicológicas de la guerra, como el síndrome postraumático. Los soldados que la utilizan como una herramienta para mantenerse en contacto con el mundo exterior y su familia tienden a tener mejores resultados que los demás.

Después de todo y sin importar el género, la música siempre ha jugado un papel trascendental en cómo las guerras se ganan y se pierden. Tanto para los imperios y los países, como para los ejércitos y los soldados.

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