Cheng I Sao, también conocida como madame Ching, es sin duda uno de los líderes piratas más singulares de todos los tiempos. Nació en el año de 1775 y llegó a comandar personalmente la fuerza naval más grande del mundo, contaba con más de 1,500 buques de guerra y 180 mil piratas. Además de conseguir tales hazañas, lo que la hace única en la historia de los piratas es que logró alejarse impune de ese mundo cruel y vivió felizmente en paz hasta que murió de vejez en 1844.

De meretriz a comandante pirata

No se sabe mucho de los primeros años de Cheng I Sao, excepto que era una prostituta cantonesa que rápidamente ascendió de rango en el burdel de su ciudad natal, Guangzhou. Era famosa su increíblemente eficaz «charla de almohada» que usaba para influir en los hombres. Eventualmente obtuvo el control sobre una gran cantidad de barcos piratas con sus ganancias y los organizó de tal forma que atrajo la atención del famoso pirata chino Zheng Shi. Más tarde se casaron para que unificar fuerzas y florecieron su negocio a un nivel nunca antes visto. Ella estableció una base permanente para la gran flota y organizó una coalición con muchas otras cantonesas, siempre poniendose por encima de todos. Tras la muerte de su esposo, tomó el control del imperio haciéndose llamar La Flota de la Bandera Roja y comenzó una relación con el hijo adoptivo de Zheng, Chang Paou. Juntos conquistaron los oceanos.

El control de Ching sobre los barcos piratas en aquel momento era absoluto, lo cual fue posible no solo por sus maniobras políticas sino también por su insistencia en establecer un código pirata muy estricto. Se trataba de una serie de reglas que influyeron en la conducta de los marineros con el objetivo de formar un grupo unido, rigurosamente organizado y, sobre todo, difícil de superar.

Varios informes de la época mencionaban la dureza y perfección de La Flota de la Bandera Roja. Su reputación fue tan grande que llegó a oídos de armada de Gran Bretaña, que intentó comprobar los rumores y, después de varios enfrentamientos, decidió no involucrarse en los asuntos del mar de China. La flota de Cheng era decidida en ataque e inquebrantable en defensa.

Ilustración de Cheng I Sao
Ilustración de Cheng I Sao
Fuente de la imagen: History

El reglamento básico de Cheng I Sao

Probablemente existieron otros estatutos, escritos o tácitos, entre asociaciones piratas. Pero el de Cheng I Sao fue, sin duda, uno de los más importantes. Establece los siguientes principios:

  • Los piratas que daban instrucciones no autorizadas o que se negaban a seguir las órdenes oficiales eran ejecutados en el acto.
  • Robar del fondo público de bienes dinero de los cautivos se castigaba con la muerte.
  • Todos los bienes, dinero o esclavos capturados debían presentarse para su inspección. Las recompensas se repartían de manera equitativa y controlada
  • Estaba absolutamente prohibido tener relaciones sexuales o violar a las mujeres cautivas. Los piratas podían casarse con cautivas si ellas daban su consentimiento y ellos tenían los medios para mantenerlas y ser fieles a ellas. El castigo por desobedecer este mandato era la muerte.
  • Varios delitos se castigaban con flagelación, planchado (caminar por la plancha), acuartelamiento (encierro) y mutilación. La mayoría de las sanciones se aplicaban casi exclusivamente en desertores.

El final de la pirata más importante de la historia

Como gobernante de la flota pirata más grande de la historia, Cheng I Sao se enemistó con muchos países interesados en eliminar estas actividades ilegales. En el año 1810 la guerra política la alcanzó y su escuadrilla se dividió en seis grupos. Ella y Chang Paou recibieron indultos reales completos por parte del Imperio Chino y tiempo después regresó a tierra para reanudar su vida como maestra de burdeles locales. Además, trabajó como administradora de diversas empresas de contrabando y juegos de azar.

Más tarde se dedicó al hogar, formó una amplia familia y murió tranquilamente en 1844 a los 69 años. A su funeral asistieron todos sus hijos, nietos y bastantes hombres de reputación cuestionable. Fue uno de los velatorios más multitudinarios de la época.

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