La Casa de los Médici, fue una de las más poderosas en la historia. Obtuvo riqueza y poder político por primera vez en Florencia en el siglo XIII a través de su éxito en el comercio y la banca. A partir de 1434, con el ascenso al poder de Cosimo de’ Médici (o Cosimo el Viejo), el apoyo de la familia a las artes y las humanidades convirtió a Florencia en la cuna del Renacimiento. Un auge cultural que solo rivalizó con el de la Antigua Grecia.

Parte de su poder también vino de su infiltración dentro del clero, ya que cuatro integrantes de la familia llegaron a ser papas.Entre ellos, León X, Clemente VII, Pío IV y León XI. Sus genes se mezclaron en muchas de las familias reales de Europa y lograron expandir su gran control entre las altas esferas sociales. El último gobernante Médici murió sin un heredero varón en 1737, poniendo fin así a una dinastía familiar de casi tres siglos.

El nacimiento de la dinastía Médici

La historia de los Médici comenzó alrededor del siglo XII, cuando los miembros de una familia del pueblo toscano de Cafaggiolo emigraron a Florencia. A través de la banca y el comercio, los Médici se convirtieron en una de las casas más importantes del lugar. Sin embargo, su influencia había disminuido a fines del siglo XIV cuando Salvestro de’ Médici, entonces sirviendo como portaestandarte, se vio obligado a renunciar a su cargo por corrupción. Otra rama de la familia descendiente del primo lejano de Salvestro, Giovanni di Bicci de’ Médici, comenzaría la verdadera gran dinastía.

El hijo mayor de Giovanni, Cosimo de’ Médici, ascendió al poder en 1434 y gobernó Florencia como monarca sin corona por el resto de su vida. Conocido en la historia como Cosimo el Viejo, fue un devoto mecenas de las humanidades y apoyó a reconocidos artistas. Durante su época como gobernador, la de sus hijos y, en particular, la de su nieto Lorenzo el Magnífico, Florencia se convirtió en el centro cultural de la Europa renacentista.

Los descendientes de Cosimo de’ Médici

Lorenzo el Magnífico era un poeta y apoyó el trabajo de maestros del Renacimiento como Botticelli, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. A este último los Médici encargaron completar sus tumbas familiares en Florencia. Después de la muerte prematura de Lorenzo a la edad de 43 años, su hijo mayor, Piero, lo sucedió. Pero pronto enfureció al pueblo al aceptar un tratado de paz desfavorable con Francia. Después de solo dos años en el poder, fue expulsado de la ciudad en 1494 y murió en el exilio.

Gracias en parte a los esfuerzos del hermano menor de Piero, Giovanni, cardenal en aquel momento y futuro Papa León X, la familia pudo regresar a Florencia en 1512. Los años siguientes marcaron el punto más alto de la influencia de los Médici en Europa. León X siguió los pasos humanistas de su padre y se dedicó al mecenazgo artístico. El hijo de Piero, también llamado Lorenzo, recuperó el poder en Florencia, y su hija Catalina se convertiría en reina de Francia tras casarse con el rey Enrique II. Tres de sus cuatro hijos también gobernaron Francia.

Un nuevo linaje llega al poder

A principios de la década de 1520 quedaban pocos descendientes de la rama original de la familia. En este punto, los sucesores del hermano de Cosimo el Viejo, Lorenzo el Viejo, se adelantaron para lanzar una nueva dinastía. El tataranieto de Lorenzo se convirtió en duque de Florencia en 1537 y luego en gran duque de Toscana en 1569. Este último estableció el poder absoluto en la región y sus vástagos gobernarían como grandes duques hasta el siglo XVIII

Cosimo II de' Médici
Cosimo II de’ Médici
Fuente de la imagen: Justus Sustermans

La decadencia

Esta última línea de sucesión de los Médici gobernó de manera autoritaria, un cambio que produjo estabilidad en Florencia y la Toscana, pero condujo al declive de la región como centro cultural. Después de que el penúltimo heredero de la familia, Cosimo II, quien apoyó el trabajo de Galileo Galilei, muriera en 1720, Florencia y Toscana sufrieron bajo el ineficaz gobierno de los restantes miembros de la estirpe.

Cuando el último gran duque de Médici, Gian Gastone, murió sin un heredero varón en 1737, la dinastía murió con él. Por acuerdo de las potencias europeas, Austria, Francia, Inglaterra y los Países Bajos, el control de la Toscana pasó a Francisco de Lorena. Cuyo matrimonio con la heredera de los Habsburgo, María Teresa de Austria, daría comienzo al largo reinado europeo de la familia Habsburgo-Lorena.

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