La Dama de Elche es una escultura de piedra caliza datada entre los siglos V y IV a.C., encontrada por casualidad en el yacimiento de La Alcudia en Elche, Alicante, España. Su descubrimiento en 1897 confirmó la existencia de la cultura ibérica en la península, por lo que la pieza adquirió un enorme valor histórico y arqueológico que se mantiene hoy en día.

Las características y el significado de la escultura

La Dama de Elche es un busto esculpido en piedra caliza con una altura de 56 cm, un ancho de 45 cm y una profundidad de 37 cm. Pesa alrededor de 65 kg y representa a una mujer cubierta de varios ornamentos y tres prendas: una túnica, un vestido y un manto de solapas.

Algunas marcas de color rojo, blanco y azul que todavía se conservan en la pieza evidencian que originalmente estaba pintada.

La mujer muestra una gran serenidad inexpresiva en el rostro, rasgos finos y estilizados que se cree que en algún momento contenían incrustaciones. A los lados de la cara, sobresalen dos rodetes de gran tamaño que enmarcan la pieza. De ambos lados cuelgan unas cintas de abalorios y la cabeza está cubierta por una cofia y un velo que envuelven finalmente el busto.

Dada la datación histórica de la escultura, en los siglos V y IV a.C., se sabe que su estilo recibió influencia griega y fenicia del Mediterráneo.

Las condiciones en las que se encontró la obra sugieren que fue escondida de forma deliberada, probablemente para protegerla. Por esta razón, se desconoce su contexto, su función y su significado. Pero dada su apariencia y ornamentación, las hipótesis más aceptadas indican que puede tratarse de una deidad, una reina, una figura religiosa o de fines funerarios.

Estas teorías e interpretaciones fomentaron, además, la reconstrucción de la escultura, que posiblemente era de cuerpo entero en su forma original.

La Dama de Elche
La Dama de Elche
Fuente de la imagen: Muy Historia

El fortuito descubrimiento de la Dama de Elche

El 4 de agosto de 1897, un joven llamado Manuel Campello Esclapez trabajaba llevando agua a unos obreros de la finca La Alcudia. En un momento ocioso, comenzó a golpear la tierra con un pico en una zona aleatoria del terreno, escarbando la superficie hasta toparse con un artefacto. Al notar algo más sólido que la tierra, observó una escultura de piedra en el interior de una cavidad. La extrajo en el momento y, al enseñarla al resto de habitantes como un gran hallazgo, la bautizaron como la «reina mora».

Desde entonces, la pieza se convirtió rápidamente en un símbolo de la región, aún sin conocer exactamente cuál era su valor histórico y cultural.

El recorrido entre museos hasta su ubicación actual

En el mismo año y tras varias desavenencias entre investigadores y el Museo Arqueológico Nacional, la Dama de Elche pasó a manos del Museo de Louvre, en París. Fue allí donde la escultura recibió su nombre, eligiendo el término «dama» como una alternativa laica ante los nombres clásicos de diosas, reinas o venus.

Durante la II Guerra Mundial parte de la colección del museo, incluida la pieza, se trasladó con el objetivo de protegerla. Entre 1939 y 1941 se mantuvo a salvo en el castillo de Montauban, en las proximidades de Tolouse, Francia.

Ese mismo año, Francia hizo un acuerdo con España envuelto en intereses políticos tratando de garantizar la neutralidad de ésta última en el conflicto. En él, acordaron el intercambio de varias obras de arte, una de ellas la Dama de Elche, que regresó a la península casi de inmediato.

Desde entonces, la escultura permaneció en el Museo del Prado, en Madrid, hasta 1971. Finalmente se trasladó al Museo de Arqueología Nacional donde se encuentra a día de hoy, mismo que en su momento no tuvo interés por adquirir la pieza.

Durante su estadía en el Prado, Manuel Campello tuvo oportunidad de volver a encontrarse con su descubrimiento dos veces. La última en 1965, momento en que se le reconoció el mérito del hallazgo otorgándole el título de Caballero de la Real Orden de Alfonso X el Sabio.

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