En Mayak, Rusia, en 1957, sucedió uno de los accidentes más terribles de la historia, el desastre nuclear de Kyshtym. Tres décadas antes de la explosión del reactor de la planta de Chernóbil, los soviéticos ya habían experimentado las nefastas consecuencias de una catástrofe de tales magnitudes. Por supuesto, la mantuvieron en absoluto secreto.

Tras el fin de la II Guerra Mundial, Rusia destinó gran parte de recursos a la construcción de la instalación nuclear de Kyshtym en Mayak. El inicio de su emergente programa nuclear durante la Guerra Fría. Precisamente allí producían todo el plutonio destinado a la fabricación de armamento. Pero, la incursión en esta nueva industria fue bastante descuidada debido a la evidente inexperiencia.

El rudimentario programa nuclear soviético

Desde la perspectiva de los científicos soviéticos, el armamento atómico era inviable porque la investigación nuclear no tenía aplicaciones prácticas. Así, gran parte de los recursos destinados a estos fines terminaron desperdiciados en una investigación que los condujo a un callejón sin salida.

La construcción de la central de Mayak empezó en 1948 a toda marcha. Lavrenti Beria, un arquitecto y político soviético que lideraba el programa nuclear en la época, forzó a casi 50,000 prisioneros de guerra a trabajar en el levantamiento de la planta. Además, decidió que la ciudad de Ozersk, en la periferia, sirviera como vivienda para sus familias.

En aquel lugar se encontraría el reactor nuclear más grande de toda Rusia, con una extensión estimada de 90 km2. Mayak y Ozersk eran proyectos tan secretos que ni siquiera aparecían en los mapas públicos del territorio soviético. De hecho, la existencia y ubicación de estos lugares sólo eran conocidos por los trabajadores, habitantes y altos rangos del gobierno.

Sim embargo, la central nuclear era un lugar tan confidencial como peligroso. No se preocupaban por la eliminación de residuos radiactivos, que comenzaron a almacenarse en el subsuelo, y la seguridad para los obreros era prácticamente nula.

Eventualmente dejó de haber espacio libre y el río Techa comenzó a recibir todo el desperdicio. De cuyo cauce dependían más de 100,000 habitantes. En unos pocos años, todo depósito de agua que circundaba la central de Mayak presentaba una contaminación extrema.

Fotografía del lugar de los hechos, en Mayak
Fotografía del lugar de los hechos, en Mayak
Fuente de la imagen: Live Science

El accidente de Kyshtym

Después de años de absoluto riesgo, el 29 de septiembre de 1957 ocurrió lo inevitable. El sistema de enfriamiento en uno de los contenedores de residuos falló. La situación pasó completamente desapercibida para el personal de la planta hasta que el contenedor explotó. La energía liberada generó una fuerza equivalente a 70 toneladas de TNT. “Supuestamente” la explosión no mató a nadie según los récords oficiales, pero sí generó una nube radiactiva sobre la zona.

Los residentes aledaños observaron una extraña columna de humo en el cielo. Rápidamente, la prensa local empezó a especular sobre la naturaleza del evento. Pero todo se mantuvo en secreto y no se hicieron mayores comentarios por parte del gobierno. En los días posteriores, el viento desplazó la nube radiactiva a cientos de kilómetros desde Mayak. Se estima que el área contaminada era de entre 15,000 y 22,000 km2, poniendo en riesgo la vida de 270,000 habitantes.

La evacuación de Mayak

Casi diez días después de la explosión, el gobierno empezó a evacuar los asentamientos más próximos a la planta. Pero a los pobladores no se les informó del motivo del desplazamiento.

En un período de 2 años, alrededor de 10,000 familias fueron evacuadas de la zona. Y pese a los esfuerzos de la Unión Soviética por mantener todo oculto, cuando suspendió sus pruebas nucleares en marzo de 1958, varios periódicos occidentales especularon sobre el suceso.

Los rumores sobre el accidente de Kyshtym

Finalmente en 1959, un periódico austríaco publicó un informe completo sobre el accidente. Pero los soviéticos negaron sistemáticamente la veracidad de todas las publicaciones. La verdad salió a la luz en 1976, casi 20 años más tarde, gracias a Zhores Medvedev, un biólogo soviético exiliado que se instaló en Inglaterra.

El científico llegó a publicar una serie de artículos sobre el caso de Kyshtym en la revista New Scientist. Sus argumentos fueron respaldados por un dossier de Lev Tumerman, otro científico soviético que viajó al área contaminada en los años 60. Por alguna razón inexplicable, la comunidad científica vio estos documentos como nada más rumores al principio.

Placa conmemorativa del desastre
Placa conmemorativa del desastre
Fuente de la imagen: Live Science

La confirmación oficial

Al no haber aportado evidencia concreta, las acusaciones de Medvedev carecían de credibilidad. Aunque científicos de Tennessee confirmaron la existencia de un área enorme contaminada por radiactividad, no encontraron pruebas de que el desastre fuera consecuencia de un accidente en la planta de Mayak.

El caso quedó en la duda e incertidumbre hasta que se desclasificó, finalmente, tras el colapso de la Unión Soviética. Nunca podrá saberse el número total de muertos, pues es una cifra difícil de estimar. Tanto por el secretismo soviético como por la acumulación descontrolada de deshechos radiactivos durante años.

Zhores Medvedev aseguró que el accidente de Kyshtym fue un desastre incluso peor que el de Chernóbil, ya que se liberaron grandes cantidades de la sustancia radiactiva estroncio 90. La única estimación del gobierno soviético, sobradamente irreal, es de 66 muertos, más 22 víctimas fatales a largo plazo.

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