Sin caer en misticismos del cine o en el cliché fácil de las películas de culto, es inevitable abrocharse los cinturones para hablar de Tarantino. Más aún de uno de sus secretos insondables: el dichoso contenido del maletín de Pulp Fiction. No por nada esta cinta es la favorita de muchos, entre ellos de la que escribe, y el pináculo de un cuasi género por sí mismo, que es el lenguaje del cineasta.

No hay quien traduzca la violencia en arte y la acción en pintura como este particular director. Ni siquiera es necesario ser un entendido en teoría para saber apreciar la minuciosidad de sus guiones, de sus diálogos y hasta de cada uno de sus planos.

En toda su filmografía nada es porque sí. Todo está justificado. Todo está hilado en una especie de universo que el mismo Tarantino creó desde su primera gran obra, Reservoir Dogs. En donde personajes, acciones, parentescos y situaciones convergen en varias narrativas independientes y simultáneas. Que juegan con el tiempo y con el espectador, creando realidades paralelas a los libros de historia y resolviendo en fantasías estrafalarias prodigiosas.

Pulp Fiction es en muchos sentidos la culminación de una obra perpetua de la que se van desgajando otros filmes, a cada cual mejor. Tiene tantos elementos rozando la perfección que faltarían espacios como éste para describirlos todos. Pero dentro del ambiente misantrópico que parece envolver esta cinta, existen demasiados detalles misteriosos que merecen cierta observación.

Uno de los grandes mitos del cine, pudiera así decirse, es el enigmático contenido del maletín de Pulp Fiction. Motivo de teorías de todo tipo, de hipótesis conspiranoides, metafísicas, filosóficas y trasncendentalistas. Y también de especulaciones más planas y terrenales, mucho más aburridas.

En varias ocasiones durante la película el maletín entra en escena mostrando un brillo amarillo y extraño saliendo de su interior. Esto pudiera aludir a las características de su contenido, quizá, siendo algún objeto luminoso. O pudiera ser un recurso más entre los muchos que usa Tarantino en sus montajes. Los diálogos al respecto no dan demasiadas pistas. Esa es, evidentemente, la intención del director y su as bajo la manga. Pero no hay nada más divertido que intentar adivinar las pretensiones de Tarantino. Teniendo en cuenta, por supuesto, que muchas veces no sean absolutamente nada.

Escena de la película donde se muestra el maletín, ocultando su contenido
Escena de la película donde se muestra el maletín, ocultando su contenido
Fuente de la imagen: Miramax Fimls

Algunas teorías apuntan a que el maletín de Pulp Fiction contiene los diamantes robados de Reservoir Dogs. Se supone que esa era la idea original, pero demasiado obvia y predecible a los ojos de Tarantino. Tendría mucho sentido sabiendo ahora que todo corresponde a un mismo universo de historias cruzadas.

Otros piensan que tiene más que ver con antiguas reliquias de la industria que de alguna forma se colaron en la trastienda del guión del filme. Nada menos que un traje de oro de Elvis Presley.

Teorías más inocentes relacionan el brillo dorado con lingotes de oro, tesoros mismos o algún objeto valioso. Pero la hipótesis más extendida, la más desarrollada e incluso la más romántica, propone soluciones casi metafísicas, filosóficas y hasta paranormales.

La primera vez que sale en escena Marsellus Wallace, lo hace de espaldas. En la parte posterior de su cuello, justo debajo de la nuca, aparece una tirita pegada. Teniendo en cuenta que nada es casualidad en estas producciones, muchos anotaron este detalle en sus suposiciones.

Según los entendidos, cuando el Diablo roba un alma (o la compra), la extrae del cuerpo de su dueño a través de la nuca. Es por esta razón, que muchos creen que el contenido del maletín de Pulp Fiction es el alma de Marsellus, y de ahí la tirita. La clave secreta para abrir el maletín, además, es 666. Una confirmación a esta teoría, o un simple juego de Tarantino con la curiosidad del espectador, que también puede ser.

Sea lo que fuere, este misterio no hace más que agrandar la estela de Pulp Fiction. Una obra maestra que rompió moldes, encumbró a su responsable y logró devolver a varios actores a la palestra. Un éxito millonario que se produjo con muy poco. Y una muestra determinante de que el cine de calidad no está a merced de las escenas y los efectos, sino del guión, la música y los planos.

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