Cuando se juntan la psicología, la sociología y la antropología salen estudios, teorías y estadísticas cuanto menos curiosas. Pero también muy útiles a la hora de dar explicación y encontrar patrones en la conducta social de las personas como individuos y como grupo. En este sentido, las cosas han cambiado mucho con el paso de los años. Hablando de comunicación, de relaciones humanas y de vínculos, nada es igual que hace siglos o incluso décadas. Y factores recientes como Internet vinieron a romper muchos esquemas preestablecidos. En el marco de este comportamiento y su análisis por parte de las ciencias asociadas, existe un concepto muy peculiar que mide cuántas relaciones estables puede mantener cada persona. Se trata del número de Dunbar, una teoría propuesta en 1990 que determina el límite de amigos y conocidos por individuo en unos 150.

La razón de ser del número de Dunbar

Para adentrarnos en esta teoría primero hay que comprender el significado de los conceptos tal y como los trata el creador de la misma.

En primer lugar, debemos tomar el término «amigos» como relaciones sociales estables en las que el individuo conoce no solo a la persona sino también la naturaleza de su relación con ella. El número de Dunbar considera no solamente a los amigos, también a todos los conocidos, contactos y personas con las que hay cierto nivel de confianza, reciprocidad o interacción regular. En este grupo entran, por ejemplo, compañeros de trabajo, conocidos de espacios de ocio, vecinos, etc. Esta lista más amplia, según el número de Dunbar, es de 150 por cada individuo.

Lo definió el antropólogo británico Robin Dunbar en 1990 después de observar el comportamiento social de los primates e identificar una correlación entre el tamaño del cerebro y el volumen de los grupos de la especie. Dado que la capacidad cerebral para establecer conexiones tiene un límite, ese mismo límite define el número aproximado de relaciones posibles por individuo. Una cifra que se entiende constante y universal en todas las sociedades.

Número de Dunbar
Fuente de la imagen: Wikipedia

El estudio que concluyó en 150

Aunque para nosotros resulte algo sumamente normal y cotidiano, desenvolverse adecuadamente en una red social es un proceso intelectual complejo que requiere ciertas habilidades y tiempo. Esta labor recae en las capacidades cognitivas superiores situadas en la corteza cerebral, cuyo volumen influye directamente en el desempeño de estas funciones.

En su estudio, Dunbar observó que cuanto más compleja era la sociedad de simios, más neuronas requerían para gestionar sus propias relaciones. Si el grupo crecía más allá del límite típico de la especie, la capacidad neuronal para procesar la información social se quedaba insuficiente. Esto derivaba en la pérdida de control y coordinación entre los contactos y la desintegración final del grupo.

Buscando la relación con el homo sapiens, la comunidad de antropología supone que los grupos cazadores recolectores formaban volúmenes de alrededor de 150 individuos. Tras el asentamiento neolítico, se reunían entre 120 y 150 habitantes. Y uno de los censos más antiguos registrados en la historia, del año 1086 y solicitado por el rey Guillermo I, medía 150 personas.

La conclusión general del estudio determina que el tamaño del cerebro y su desarrollo influye directamente en el tamaño de la tribu y la naturaleza de sus relaciones sociales.

La influencia de Internet en el supuesto

Analizando detalladamente este supuesto, mantener una lista estable de 150 amigos, contactos y conocidos requiere mucho esfuerzo. No solamente social, sino también memoria y otros factores implícitos.

La ventaja de los seres humanos es que hemos evolucionado nuestra capacidad social de acuerdo a las necesidades que hemos ido afrontando con el tiempo. El progreso de las relaciones, su crecimiento y complejidad, requieren más recursos que poco a poco se van adquiriendo.

Por lo general, las habilidades sociales comienzan a a desarrollarse a los cuatro años. A la edad adulta, la mayoría de los individuos cuentan con un grupo de amigos que comprende entre 10 y 15 personas. De las cuales solo pueden considerarse amigos íntimos o cercanos entre 3 y 5. Con este pequeño círculo, la interacción suele darse una vez a la semana, para compartir confidencias, preocupaciones, experiencias, etc.

Sin embargo, el entorno tecnológico en que nos movemos actualmente modifica hasta cierto punto estos números y acelera el crecimiento de los grupos sociales. Multiplica el número de contactos aunque no garantiza un nivel de confianza profunda o más allá de la consideración de conocidos.

Estudios recientes aumentan 50 unidades al número de Dunbar, estableciendo un máximo de contactos por individuo en 200. Esto se debe a la aparición de redes sociales como Facebook, Twitter o Whatsapp, entre otras, que facilitan el contacto masivo e instantáneo con personas de todo el mundo. Inevitablemente, los círculos sociales aumentaron, aunque no mucho más de lo que eran antes de la revolución de Internet. De hecho, los pequeños grupos de confianza y vínculo siguen siendo del mismo tamaño.

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