En el parque de Kromlauer, al este de Alemania, se encuentra una de las estructuras más curiosas y armoniosas de los paisajes naturales. Se trata del Puente Rakotzbürke, conocido como Puente del Diablo por su apariencia peligrosa e inestable. Aunque se trata de un mero embellecedor del paso del río, sin ningún objetivo funcional, el encanto de su forma angosta y compleja despertó leyendas de que había sido creado por el mismísimo diablo.

En realidad se levantó a mediados del siglo XIX bajo un diseño en el que su reflejo en el agua crease un círculo perfecto. Hoy se considera un monumento por el que está prohibido pasar. De hecho, puede que nadie lo haya cruzado nunca.

La construcción del Puente del Diablo

El Puente del Diablo es una de las mayores atracciones turísticas del parque natural.

Su construcción data de la década de 1860 a petición de un caballero local que comandó levantarlo. Está compuesto de una serie de rocas de diferente naturaleza, y adornado en sus extremos por columnas de basalto. En conjunto, la estética del puente es abrumadora y misteriosa.

El Puente del Diablo
El Puente del Diablo
Fuente de la imagen: El Periódico

Según los expertos, no se explica cómo es posible que se mantenga en pie después de casi doscientos años, dada su estructura. Y la complejidad de su levantamiento hizo pensar a muchos, durante décadas, que solo podía ser obra del diablo.

Pero lo cierto es que su función es solamente estética. Ya que se encuentra en uno de los enclaves más estimados del parque, considerado un paraíso botánico y uno de los estanques de nenúfares más valiosos a nivel mundial.

Un círculo perfecto sobre el río

El Puente del Diablo es, en definitiva, la fotografía perfecta. Su forma se extiende en una circunferencia completa gracias a su reflejo en el río. Una evidencia más de que es imposible cruzarlo, pero vale la pena observarlo desde lejos para apreciar esta singularidad.

Puente del diablo
Fuente de la imagen: National Geographic

Desde 2018 se encuentra en restauración y, por supuesto, está prohibido pisarlo. Por un lado por motivos de fragilidad y conservación. Y por otro, quién sabe, por temor a encontrarse con su posible creador.

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