Como muchas otras costumbres ancestrales japonesas, el sumo es un gran desconocido para la sociedad occidental. Lo poco que se sabe de este deporte a este lado del mundo viene dado por las referencias del cine y otras menciones superficiales que poco profundizan en lo que de verdad representa. No solo se trata de un combate cuerpo a cuerpo entre hombres con sobrepeso, sino que esconde una larga historia de tradición, cultura y doctrinas, estrechamente vinculadas con el sintoísmo japonés. Un arte que conlleva un duro trabajo lleno de disciplina, fe y simbolismo hacia las tradiciones más antiguas de este atávico país.

El sumo como deporte de combate

El sumo es el deporte nacional de Japón, considerado un arte y parte de la herencia de la tradición sintoísta más antigua.

Se trata de un combate cuerpo a cuerpo en el que se enfrentan dos luchadores llamados rikishi con el objetivo último de lanzar al oponente al suelo, o expulsarlo fuera del área circular en la que se enfrentan, el dohyō. Este ring hecho de arcilla y arena mide entre 34 y 60 cm de altura. El círculo mide unos 4 metros y medio de diámetro marcados por una soga de arroz llamada tawara, enterrada en arcilla. En el centro se dibujan dos líneas paralelas que marcan la posición inicial de los oponentes, llamadas shikiri-sen.

Los encuentros de sumo no suelen durar mucho tiempo, ya que en la mayoría de los casos el luchador vencedor empuja a su contrincante fuera del círculo en cuestión de segundos. Sin embargo, existe una serie de rituales sintoístas alrededor del combate que convierten la velada en algo mucho más largo e importante.

Como tal, el sumo solo puede practicarse profesionalmente por hombres. Según la tradición, las mujeres lo tienen terminantemente prohibido, incluso su entrada al dohyō, a no ser que ocurra alguna emergencia.

Según algunos documentos de las Crónicas de Japón, escritas en el año 712, el primer combate de sumo tuvo lugar en el año 23 a.C., bajo el gobierno del emperador Suinin. Esto lo convierte en uno de los deportes más antiguos de la historia.

Luchadores de sumo
Luchadores de sumo
Fuente de la imagen: El País

Las divisiones y jerarquías en el sumo

Teniendo en cuenta la importancia de la tradición en el sumo y las costumbres de honor de la cultura japonesa, este deporte basa su estructura jerárquica de una forma muy estricta y respetada.

En primer lugar, se fragmenta en seis divisiones de mayor a menor rango:

  1. Makuuchi
  2. Jūryō
  3. Makushita
  4. Sandanme
  5. Jonidan
  6. Jonokuchi

Los luchadores de las dos primeras divisiones, llamados sekitori, gozan de ciertos privilegios económicos y sociales. Reciben salario, pueden contraer matrimonio y pueden vivir fuera del establo (lugar en que conviven y entrenan generalmente).

En la división Makuuchi, la más importante, existen a su vez cinco rangos de luchador. De mayor a menor importancia:

  1. Yokozuna
  2. Ozeki
  3. Sekiwake
  4. Komusubi
  5. Maegashira

El rango de yokozuna es el más alto, la mayor gloria a la que un luchador de sumo aspira a lo largo de su carrera. Es el único vitalicio y llegar a él implica una serie de sacrificios y exigencias definitivamente severas.

La vida de un luchador para convertirse en yokozuna

El camino de un luchador de sumo para convertirse en yokozuna es un trayecto duro y exigente que requiere disciplina, constancia y sufrimiento.

La carrera de estos deportistas comienza a los 15 años. A partir de esa edad ingresan en los llamados «establos». Lugar en el que conviven bajo un régimen entre lo militar y lo monástico, de máxima exigencia y un gran hermetismo.

Su adiestramiento se basa en un estilo de vida especialmente diseñado para ralentizar el metabolismo y fomentar el aumento de peso. Además de cumplir con las estrictas convicciones sintoístas relacionadas.

La jornada empieza entre la madrugada y el amanecer. Los luchadores completan la primera etapa de entrenamiento en ayunas, seguido de un almuerzo aproximadamente a las 10.30 horas. En éste, se alimentan de un plato llamado chanko nabe, compuesto por pescados, mariscos o carnes y verduras según la estación del año. En total, ingieren una suma de 8,000 calorías diarias. Después de la primera comida, los luchadores duermen una siesta de 3 o 4 horas antes de la segunda sesión de entrenamiento. En ellos, aprenden y practican varias técnicas de agarre y empuje donde la fuerza y la agilidad son fundamentales.

En esta rutina complicada y desordenada (de acuerdo a los estándares normalizados), hay varios elementos importantes en el aspecto y la conducta de un luchador de sumo. El primero de ellos es que para poder optar al título deben medir mínimo 1,70 metros de altura, sin límite de peso. Deben portar el moño tradicional inspirado en la cultura samurái. Así como el cinturón de seda, que mide unos 9 metros y pesa 4 kilos.

Cuando el luchador alcanza el rango de yokozuna, su salario puede ascender a más de 40,000 euros al mes, además de ciertos privilegios.

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