Seguro que alguna vez has escuchado la historia de Bloody Mary. Esta leyenda urbana iniciaba normalmente con un «enciende una vela en tu baño con las luces apagadas a altas horas de la noche, mira en el espejo y di su nombre tres veces seguidas: Bloody Mary, Bloody Mary, Bloody Mary«.

Al terminar de hacer este conjuro pasarían cosas terribles, Bloody Mary se presentaría al otro lado del espejo para traer el mal a esta realidad. En algunas versiones, el valiente aparecería sin vida y con los ojos rayados la mañana siguiente, en otras, despertaría con arañazos por todo el cuerpo. Las más escalofriantes describen cómo la víctima se queda atrapada en el espejo por toda la eternidad.

Inglaterra, siglo XIX

En el siglo XIX, en Inglaterra, una enfermedad crónica se apoderó del lugar, haciendo que la gente cayera muerta al poco tiempo de contraerla. En aquellas épocas, cuando los médicos no podían encontrar el pulso cardiaco de la persona, colocaban un espejo bajo su nariz para observar si había aliento y, por tanto, respiración. Este simple gesto era el método último para determinar si el paciente ya estaba muerto.

Los casos de personas declaradas muertas por error eran bastante frecuentes, por lo que se hacía un pequeño agujero en el ataúd atravesado por una cuerda unida a una campana. Si el enterrado aún estaba vivo, haría sonar la campana en alerta para sacarlo de allí. Un sistema más o menos eficaz aquel momento, que resultaba de lo más aterrador para aquellos que pasaban cerca.

La leyenda de Bloody Mary

De entre todos los enfermos había una Joven llamada Mary que se encontraba postrada en cama. Estaba contagiada de la enfermedad mortal y su familia asumir los gastos de pagar a un médico. Mary terminó muriendo de manera lenta y dolorosa, en un estado de miseria extrema. La misma noche que falleció, colocaron su cuerpo en un ataúd improvisado en los jardines de la casa, todavía no iba a ser enterrada. Su familia tenía la esperanza que despertase en cualquier momento y esperaron con el cuerpo a la intemperie por una semana.

Los días pasaban muy lentos. Los vecinos de la zona eran testigos de la obsesión de la familia, que iba perdiendo la razón poco a poco, esperando algo que no sucedería nunca. Les aconsejaron que salieran de la propiedad para tomar el aire, cambiar de ambiente y descansar de la situación. Se ofrecieron a enterrar a la niña en su ausencia para evitarles el sufrimiento y agregaron la cuerda y la campana como era entonces habitual.

Poco tiempo después de terminar la sepultura, Mary abrió los ojos en una inmensa penumbra. Había regresado de la muerte. Desesperada, buscó cualquier cosa que tuviera a mano para salir de allí y encontró la cuerda, tirando de ella con fuerza.

No había nadie cerca que pudiera escuchar la campana, los padres se habían ido y los vecinos ya estaban lejos. El tintineo era muy débil y Mary insistió tirando de la cuerda hasta que la madera donde colgaba la campana cayó al suelo haciendo el silencio. La desesperación se hizo pánico y empezó a arañar la caja de madera hasta que se le cayeron las uñas. Después de horas de agonía sofocante, de angustia y pavor absoluto, sucumbió al cansancio y murió, esta vez para siempre.

Con el último aliento que le quedaba, pronunció sus últimas palabras maldiciendo a su familia y a todos los demás por llevarla al infierno. Cuando sus padres llegaron a casa vieron la campana en el suelo, gritaron buscando ayuda y desenterraron el cuerpo exasperados y con las manos. Cuando por fin encontraron la caja, vieron a Mary rígida y fría, con su vestido blanco ensangrentado y las manos destrozadas. Su cara expresaba un sentimiento terrible, un sufrimiento que recordarían el resto de su vida.

Colocaron el espejo bajo su nariz para ver si mostraba respiración y el cristal se condensaba aunque yacía sin vida desde horas atrás. La naturaleza tan trágica de su muerte y la violencia con que se fue, impregnaron al espejo de su espíritu vengativo, quedando atrapado en él para siempre. Desde aquel momento y hasta el día de hoy, todo el que se pruebe a repetir su nombre tres veces en un espejo recibirá el dolor que ella sufrió como castigo a su atrevimiento.

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