Para empezar, tenemos que ubicarnos en los albores de la II Guerra Mundial en 1939, Josef Stalin envió a más de medio millón de hombres a través de la frontera occidental de Rusia para invadir Finlandia. Fue un movimiento que costaría decenas de miles de vidas y fue el comienzo de la leyenda de Simo Häyhä. Durante tres meses, los dos países lucharon en la Guerra de Invierno, y en un giro inesperado de los acontecimientos, Finlandia, el desvalido, salió victorioso.

La derrota fue un golpe impresionante para Rusia. Stalin, al invadir, había creído que Finlandia era una objetivo fácil. Su razonamiento era sólido; después de todo, los números estaban indiscutiblemente a su favor.

El ejército ruso entró con aproximadamente 750,000 soldados, mientras que el ejército de Finlandia tenía solo 300,000. La nación nórdica más pequeña tenía solo un puñado de tanques y poco más de 100 aviones.

Los rusos, por el contrario, tenían casi el doble de todo, contaban con 6,000 tanques y más de 3,000 aviones. Parecía que lo tenían todo ganado. Sin embargo, los finlandeses tenían algo que los rusos no: un diminuto granjero convertido en francotirador llamado Simo Häyhä.

Los inicios de Simo Häyhä

Con solo cinco pies de altura, el amable Häyhä estaba lejos de ser intimidante y, en realidad, bastante fácil de pasar por alto, que es quizás lo que lo hizo tan apto para el trabajo.

En sus inicios, completó el servicio militar requerido cuando tenía 20 años, y luego regresó a su tranquila vida de agricultura, esquí y caza menor. Destacó en su pequeña comunidad por su capacidad para disparar, y le gustaba participar en competiciones en su tiempo libre, pero su verdadera prueba aún no había llegado.

Cuando las tropas de Stalin invadieron, como cualquier otro ex militar, Häyhä fue llamado a la acción. Antes de presentarse al servicio, sacó su arma vieja del almacén. Un rifle antiguo, de fabricación rusa que era un modelo básico sin lente telescópica. Junto con sus colegas militares finlandeses, Häyhä recibió un pesado camuflaje blanco, una necesidad en la nieve que cubría el paisaje a varios metros de profundidad. Envueltos de pies a cabeza, los soldados podían mezclarse en bancos de nieve sin ningún problema.

El francotirador Simo Häyhä con su rifle

Armado con su confiable rifle y su traje blanco, Häyhä hizo lo que sabía. Prefiriendo trabajar solo, se abasteció de comida para un día y varios clips de municiones, luego se escabulló silenciosamente por el bosque. Una vez que encontrara un lugar con buena visibilidad, esperaría a que los rusos cruzaran su camino.

El mejor francotirador durante la Guerra de Invierno

En el transcurso de la Guerra de Invierno, que duró aproximadamente 100 días, Häyhä mató entre 500 y 542 soldados rusos, todos con su rifle anticuado. Mientras sus camaradas usaban lentes telescópicas de última generación para acercarse a sus objetivos, Häyhä estaba luchando con una mira de hierro, lo que él sentía le daba un objetivo más preciso. También había desarrollado un conjunto de técnicas casi infalibles para no ser visto.

Encima de su camuflaje blanco, acumulaba nieve alrededor de su posición para ocultarse aún más. Los montos de nieve también sirvieron como relleno para su rifle e impidieron que la fuerza de sus disparos provocara un repentino movimiento de nieve que el enemigo pudiese ver y así localizarlo.

Mientras yacía en el suelo al acecho, retenía nieve en la boca para evitar que las respiraciones húmedas traicionaran su posición. Estas estrategias de Häyhä lo mantuvieron con vida, pero sus misiones nunca fueron fáciles. Por un lado, las condiciones eran completamente extremas. Los días eran cortos y cuando se ponía el sol, las temperaturas rara vez se elevaban por encima del punto de congelación.

La Muerte Blanca

En poco tiempo, Häyhä se había ganado una reputación entre el ejército enemigo, conocido como la «Muerte Blanca«, el pequeño francotirador que los acechaba y apenas podía ser visto en la nieve.

También ganó fama entre el pueblo finlandés: la Muerte Blanca fue frecuentemente objeto de propaganda finlandesa para motivar tanto a su pueblo como a su ejército. En la mente de la gente se convirtió en una leyenda, un espíritu guardián que podía moverse como un fantasma a través de la nieve. Cuando el alto mando finlandés se enteró de la habilidad de Häyhä, le presentaron un regalo: un nuevo rifle de francotirador hecho a medida.

Desafortunadamente, 11 días antes de que terminara la Guerra de Invierno, Simo Häyhä finalmente fue asestado. Un soldado soviético lo vio y logró dispararle en la mandíbula, dejándolo en coma durante 11 días. Cuando despertó,  los tratados de paz estaban siendo redactados.

Simo Häyhä tras su recuperación después de la Guerra de Invierno

Este ataque apenas detuvo a Simo Häyhä. Aunque tardó algunos años en recuperarse por por completo, finalmente lo logró.  En los años posteriores a la guerra, continuó usando sus habilidades de francotirador y se convirtió en un exitoso cazador de alces, asistiendo regularmente a viajes de caza con el presidente finlandés Urho Kekkonen. Vivió hasta la edad de 96 años y conserva hasta el día de hoy el título como mejor francotirador de la historia.

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