Un año después del inicio de la I Guerra Mundial, Paul Kern, un soldado húngaro, recibió un disparo en la cabeza por una bala rusa. Pero en lugar de morir, como cabría esperar de una herida tan grave, Kern sobrevivió y finalmente se recuperó. No había perdido la capacidad de oír, ver o moverse, sino la de dormir. El caso de Kern desconcertó a los médicos durante 40 años.

El disparo que cambió la vida de Paul Kern

Kern luchó en el frente de la I Guerra Mundial tras haberse unido al ejército después de la muerte del archiduque Frederick Ferdinand. El joven era miembro de las tropas de élite de Hungría que liderarían la carga hacia las posiciones enemigas. Fue durante un ataque en 1915 que una bala rusa encontró su cabeza. El proyectil entró por la sien derecha, dejándolo inconsciente y malherido de manera inmediata. Kern fue llevado rápidamente al hospital de Lemberg para que le trataran su herida aparentemente fatal.

La bala le había arrancado parte del lóbulo frontal, que está involucrado en un gran número de actividades cerebrales como el movimiento, la planificación, las emociones, la resolución de problemas, entre otras. Esta parte del cerebro se considera el centro de control de la conducta y las emociones.

Cuando Kern despertó de su lesión, aún no sabía que acababa de perder la capacidad de dormir. Hasta que al paso de los días se dio cuenta de que simplemente no podía hacerlo. El hecho de que tan extraño fenómeno fuera su única secuela del accidente era una incógnita, una anomalía científica.

40 años sin dormir

Kern dejó el ejército poco después y volvió a la vida civil. No solo había perdido la capacidad de dormir, sino también el deseo de hacerlo. Sin él, sus días eran ocho horas más largos de lo habitual, lo que significaba una bendición y una maldición a la vez.

Paul Kern
Fuente de la imagen: Wikipedia

El sueño es extremadamente importante para mantener un cuerpo sano, física y mentalmente. Mientras una persona duerme, su cuerpo reconstruye y restaura los sistemas vitales, incluido el cerebro. Además, dormir también es necesario para el estado cognitivo de una persona. La falta de sueño puede tener un alto costo en la salud e incluso inducir alucinaciones y cambios completos en la personalidad.

Es tan importante que la falta extrema de sueño podría ser letal. Pero para Kern, sin embargo, no supuso ningún problema. Y esta singularidad era la pieza clave de esta caso tan extraordinario. Paul Kern pudo llevar una vida prácticamente normal y no tuvo efectos perjudiciales evidentes durante 40 años sin dormir. Simplemente descansaba los ojos durante una hora al día para evitar dolores de cabeza.

El punto de vista médico

Naturalmente, muchos médicos se mostraron escépticos acerca de las afirmaciones de Kern. Pero viajó por todo el mundo para visitar a cualquier médico que quisiera examinarlo, desconcertándolos a todos.

Una de las teorías propuestas para explicar el caso se basaba en que Kern tenía microsueños durante el día, inconscientemente. Sin embargo, nunca pudo comprobarse. La mayoría de los médicos creían que la falta de descanso y regeneración del cuerpo conduciría al hombre a una muerte prematura. Pero tampoco fue así.

Paul Kern murió en 1955 pasados ya los 60 años. Vivió los últimos 40 sin dormir, lo que le dio 13.5 años de tiempo adicional, contando las 8 horas de vigilia cada noche. Un caso excepcional del que todavía no hay explicación.

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