Pocas veces, y mucho menos ahora, nos encontramos ante la convergencia perfecta entre la música y la poesía. Los acordes de una guitarra y unos versos sentidos a viva voz, ronca y desgastada, que expresan y significan. Cuando las tendencias y lo bailable suenan a beats post producidos y a aullidos re-procesados, a nuestros oídos ya no les queda nada. Nada más que buscar entre los escombros de una industria plastificada, y encontrar viejas maravillas bien inspiradas. Una de hace ya 21 años se llamaba 19 días y 500 noches, un homenaje al abandono, al desamor y a la venganza.

El trabajo más importante de Joaquín Sabina, el punto de inflexión en su vida que cerró capítulos de deterioro y abrió historias de números uno. Un fantasma de resarcimiento y represalias que lanzó directo a su enemiga en forma de obra de arte. Cuando suenan así, bienvenidas son esas rupturas y esos rencores.

La redención de Joaquín Sabina

No son pocos los proyectos que este poeta nos ha provisto a lo largo de más de 40 años de carrera. Diecisiete álbumes de estudio, ni más ni menos, más siete directos, producidos por este cantautor que además también pinta. Qué podríamos esperar de un trovador moderno ilustrado en Filosofía y Letras y Filología Romántica. Un exiliado de la posguerra española que compuso sus primeras canciones en Londres y vivió entre teatros y bambalinas bajo la influencia de Pablo Neruda.

Joaquín Sabina en concierto
Joaquín Sabina en concierto

Los que crean y esculpen el arte más divino son las almas más atormentadas. Las que caen en decadencia y se esfuman por momentos, dejándose ir entre el exceso y el desorden hasta que la vida les da un aviso.

Y así, durante unos días de encierro en el año 99, nació una de las canciones más prodigiosas de todos los tiempos. El título más descriptivo y la letra más honda y reflexiva. Una alegoría exquisita de una ruptura, una deserción y un corazón roto.

19 días y 500 noches

19 días y 500 noches fue el primer single del undécimo álbum de Sabina. Lo presentó terminando 1999 y lo hizo número uno entre tantos otros que fue adquiriendo en su carrera. Esta poesía se gestó durante sus tiempos bajos. Problemas del cuerpo y del alma que lo sumieron, entre tanto, a los consumos más frívolos e insanos.

La grabación del disco lo llevaría a un punto de cambio y «a empezar a aprender a envejecer sin dignidad«, como él dijo. Por primera vez usó su voz desnuda, sin arreglos ni acomodos. El sonido ronco, bajo y áspero que tanto le caracteriza. Este disco sería el más autobiográfico de su carrera, el más fiel a sus hazañas y desventuras. El más profundo y sentido de todos.

Canción 19 días y 500 noches

Todo nació de una venganza. Un ajuste de cuentas con una mujer a la que él ya no le importa y a la que quiso perseguir así, toda su vida. Según Joaquín Sabina, las canciones de amor son mentira y las únicas buenas son de desamor. Y con esa facilidad escribió esta poesía que se hizo himno. La sublime descripción de una mujer orgullosa, indiscreta y desenfrenada que le quitó toda perspectiva y lo desahució sin remordimientos, cayendo en el abismo de las drogas, el juego, el despecho y la depresión, hasta olvidarla.

Cada verso de la canción es un poema. Cada palabra está elegida con una intención irritante y desesperada. En cada estrofa se puede escudriñar el odio, la rabia y el rencor de un corazón roto que solo quiere desquitarse. Y con una guitarra de fondo y unas palmas al tempo, 19 días y 500 noches trascendió como obra maestra. Como la redención de un alma moribunda que supo resarcirse y deshacerse de todas sus afrentas.

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