Pocas películas transmiten tanto con tan poco como El Padre. Un drama desgarrador traído del teatro que profundiza de forma impecable y lacerantemente acertada en la demencia que acompaña la senectud. Una historia que envuelve al espectador en la pesadumbre más angosta, en el nudo en la garganta, para introducirlo en el intrincado laberinto de una mente deteriorada por la erosión del tiempo. Donde la lógica pierde el sentido y la realidad se hace más confusa cada vez, un impoluto Anthony Hopkins interpreta al hombre mayor que sucumbe a la devastación de su propia enfermedad. A lo largo de la obra logra interponer su percepción abrumada y desorientada ante una situación que lejos de controlar, lo controla a él. Sumiendo a la audiencia en una comprensión absoluta de este trastorno y una tristeza agotadora e inevitable.

Por mucho, uno de los mejores dramas en los últimos años y una de las mejores actuaciones del eminente actor, ganador del Oscar y del BAFTA por su trabajo entre otras nominaciones.

El Padre

El Padre es una producción franco británica dirigida por el dramaturgo Florian Zeller, adaptada de la obra teatral Le Père del mismo autor. Se estrenó mundialmente a principios del año 2020 durante el Festival de Cine de Sundance, donde obtuvo una excelente respuesta inmediata entre la crítica y la audiencia que poco después se materializó en seis nominaciones a los Oscar.

En teatro, la obra se estrenó en 2012 en el Théâtre Hébertot de París y fue galardonada en varias ocasiones con el Premio Molière, el mayor reconocimiento a esta disciplina en Francia. En su momento, The Times la consideró una de las mejores obras de la década, llevada al cine ocho años después para registrar más éxitos.

Ya en la gran pantalla, la historia se cuenta a partir de los dos protagonistas, Anthony Hopkins como padre y Olivia Colman como hija. Ambos personajes se desenvuelven en un enrevesado diálogo que va perdiendo forma y color a ojos del anciano conforme avanza la narrativa, hasta desestructurarse en un perfilado clímax de sufrimiento.

La simplicidad de los escenarios y el reparto reducido hacen de esta película una obra maestra en cuanto a estilo y ejecución. Un mensaje que logra transmitirse de inicio a fin, con una tensión incesante e in crescendo que atrapa al espectador en una realidad adversa terrible y desesperanzadora. Que deja al final tanta sensación de desasosiego y abatimiento como satisfacción de una historia excelentemente contada.

Trailer oficial de la película
Fuente del vídeo: YouTube Sony Pictures Classics

La sublime interpretación de Anthony Hopkins

En esta espiral de desaliento y pesimismo, de deformación y distorsión de las cosas, Anthony Hopkins encarna a la perfección el miedo, la desconfianza y el pánico que rodea a las víctimas de la demencia. Quienes nunca saben lo que padecen, quienes se pierden entre sus recuerdos y el asombro receloso de algo nuevo que no debería ser. Cambia de un momento a otro de la felicidad de una mañana al horror de la desorientación repentina. De la calma y la plenitud a la ira y a la frustración por la falta de entendimiento. De la confianza a la paranoia, de la recia consistencia de un padre de familia a la indefensión de un anciano aturdido.

Hopkins interpreta la vulnerabilidad más honesta de las consecuencias de esta enfermedad. Representa el transcurso de toda una vida hasta su ocaso, donde la luz que se apaga no es más que la lucidez misma. Y los espejos se van haciendo más borrosos hasta tornarse diferentes. El llanto final con el que concluye su papel, el quiebre de su consciencia frágil e indefensa, infantil por un momento, rompe el alma de los más fuertes. Refleja muy certeramente el punto de vista desde dentro y no existe mejor explicación de lo que realmente pasa.

Lo más desgarrador de El Padre es que es una historia real. Lo que describe es verdad y es triste. Un drama doloroso y sincero que visibiliza con clara justicia los peores desgastes de la edad.

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