El dado es uno de esos elementos tan comunes y habituales que cuesta imaginarse de dónde viene, quién lo inventó y el porqué de su nombre.

Aunque su origen no es del todo conocido, se sabe que proviene de las civilizaciones antiguas. Y de ellas se derivaron varios términos lingüísticos estrechamente relacionados con estos simples poliedros. La historia del dado no es una maraña de datos y fechas, pero sí un cúmulo de curiosidades que permite descubrir de dónde vienen algunas de nuestras costumbres más arraigadas.

Las teorías de invención del dado

Ubicar el dado en un momento de la historia y un punto del planeta es realmente difícil, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un objeto utilizado en múltiples civilizaciones y en varias etapas. Sin embargo, existen algunas teorías que lo relacionan directamente con la Grecia Clásica, el Antiguo Egipto, Asia o la actual Turquía.

Algunos historiadores identifican en textos del dramaturgo griego Sófocles en el siglo V a.C. la atribución del dado a Palamedes, también inventor de otros artilugios como el disco o el dedal. Según el padre de la historia, Herodoto, el dado proviene del Imperio Lidio, que reinó tras la caída de los hititas hasta la conquista de Persia en el territorio que actualmente ocupa Turquía. Por otro lado, el historiador y filósofo Plutarco relacionó el dado con el Antiguo Egipto, quienes sí inventaron parte de los juegos y entretenimientos de mesa que conocemos hoy.

Además de estas teorías que ubican el poliedro en las civilizaciones mediterráneas, hay quien lo sitúa en Asia y más atrás en el tiempo.

Sea como fuere, se extendió geográficamente como muchos otros elementos antiguos. Tanto que aparece en pinturas conservadas de Pompeya. Se le menciona en la epopeya india del Mahabharata y prácticamente ha tenido su versión en cada cultura.

Dado antiguo
Fuente de la imagen: Wikipedia

Alea jacta est

Una de las curiosidades más interesantes alrededor del dado es su etimología.

Durante los tiempos del Imperio Romano, el dado se llamaba alea. La célebre frase de Julio César cuando atravesó el río Rubicón al norte de Italia en la frontera con la Galia, Alea jacta est, significa literalmente «el dado está echado». O como hoy se interpreta, «la suerte está echada». Del término alea proviene también aleatorio, es decir, «al azar».

La palabra que usamos actualmente procede del árabe, donde dadd significa «juego».

El dado en la actualidad

Desde estos primeros registros y hasta la actualidad, el dado ha experimentado todo tipo de modificaciones y aplicaciones.

Desde el cambio en materiales, que pasó por hueso, marfil, ágata, bronce o vidrio, hasta el número de caras. Tres, cuatro, cinco, seis o incluso veinte.

A lo largo de los siglos y especialmente durante la Edad Media, su uso se redujo casi exclusivamente a la clase baja y los soldados. Relacionado con el juego y las apuestas, durante la etapa de la Ilustración no gozaba de buena imagen y reputación. Hasta que poco a poco se fue integrando en actividades ociosas mejor consideradas, y formar parte hoy de casi todos los juegos de mesa conocidos.

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